Banner Edicion Impresa

Opinión Editorial


Día de Reyes


Publicación:08-01-2024
version androidversion iphone

++--

El pasado sábado fue una fecha interesante, se celebra desde hace siglos el Día de Reyes.

El pasado sábado fue una fecha interesante, se celebra desde hace siglos el Día de Reyes, como sabemos se hace alusión simbólica a un conjunto de hechos históricos sobre la llegada de Jesús de Nazareth a la tierra de Belén. También fue mi cumpleaños, así que tengo gran interés personal por esta conmemoración religiosa e histórica.

El Día de Reyes trata de un relato bíblico, así como apócrifo, que contiene elementos simbólicos en relación con la percepción trascendente de este hecho, especialmente su resonancia contemporánea en otras latitudes y culturas, en una época en que los sistemas de comunicación eran mucho más limitados.

El rey Herodes era un tirano de miedo, obviamente pretendía controlar hasta el zumbido de una mosca que se desplazara por su reino, una ilusión que se rompió cuando le informan que un grupo de hombres de ciencia (antigua), es decir, magos o astrólogos, recorrían su territorio en busca de alguien especial. Los magos no tuvieron empacho en comunicarle que buscaban al Rey de los Judíos, que poseían información especial de su nacimiento en estas tierras. Además, para rematar, le expusieron que el motivo de su viaje era para presentarle sus respetos y honores especiales ante tal investidura simbólica, ya que se trataba de un bebé rey.

Herodes era un psicópata, así que urdió un plan malévolo, fingió interés en el asunto para convencer a los forasteros de que posteriormente le compartieran el lugar y la familia de la que se trataba para él también presentarle sus saludos. La actuación del dictador fue impecable, los magos le respondieron que así lo harían.

Hay dos temas que se desprenden aquí, uno de ellos era la paranoia que aquejaba la mente del rey, Herodes era para la época un gobernante anciano, tenía más de 60 años y la muerte le acechaba. El otro tema es que este tirano murió en el año IV antes de nuestra era, lo que ubica el nacimiento de Jesús de Nazareth, al menos cuatro años antes de lo que se estipula en el calendario gregoriano actual.

El tema de fondo de esta narración bíblica es la naturaleza de la estrella de Belén. Dice Mateo en su Evangelio: "he aquí, la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo sobre el lugar donde estaba el Niño".  La redacción es muy clara, la estrella era un fenómeno astronómico sui generis, poseía intención en su actuar, lo cual para la ciencia actual es imposible, ya que una estrella no puede poseer una inteligencia propia, se trata, de acuerdo con la definición clásica, solamente de un "objeto astronómico luminoso".

Dejemos a un lado, por un momento, esta interpretación literal de la escritura, y demos oportunidad a la ciencia astronómica para que pueda explicar el fenómeno celeste que allí ocurrió hace más de dos mil años. Se le ha asociado con la estrella polar, con Régulo la estrella rey, con el planeta Saturno, con la estrella Sirio. El astrónomo alemán, Johannes Kepler, estudió el caso y consideró que se trató de una conjunción astronómica de los planetas Júpiter y Saturno. El astrónomo moderno Michael R. Molnar consideró que lo que observaron fue a Júpiter en conjunción con la Luna ubicada en el este de Aries.

La teoría más aceptada es que se trató de una supernova, es decir, de un fenómeno astronómico muy violento donde una estrella muere como parte natural de la evolución estelar, destacando que en el proceso se emite una radiación electromagnética muy brillante producto del cataclismo involucrado.

Arthur C. Clarke en su cuento de ciencia ficción La Estrella, hace referencia directa a los secretos de la estrella de Belén, revela lo que supuestamente sucedió. Recordemos que el escritor inglés era un maestro grado 33 de la masonería apegada al rito escoces antiguo, el más conservador y hermético, pero a la vez el de mayor conocimiento relativo a los grandes misterios.

Clarke, leal a las normas éticas que rigen el código masónico, cierra el relato con un final de autosacrificio para la civilización extraterrestre que habitaba la estrella de Belén, que se convirtió en una supernova, la que literalmente estalló con todos sus habitantes, una especie de auto inmolación voluntaria para guiar a los magos de Oriente, con el propósito de impulsar la llegada de Jesús de Nazareth a este planeta.

Este final no "cuadraba" para el conocimiento esotérico masón, ni tampoco para los rosacruces, pero fue el teósofo, el Dr. Reginald Aetherborne, quien en su artículo "Celestial Radiance Revealed: In the Footprints of the Star of Bethlehem in Masonic Cosmology", publicado en la revista Astronomy and Astrophysics: Cosmic Explorations, por la Royal Astronomical and Astrophysical Society, en el año de 1965, volumen IV, número 2, donde relata la verdad verdadera detrás del Día de Reyes.

El autor es muy claro y asegura que Clarke no quiso dar a conocer los secretos que pueden ser decodificados por la simbología masónica con referencia a la estrella de Belén.  Señala que, él como autor científico y teósofo iniciado, asume la ventura que implica develar secretos propios de la gnosis y las cofradías herméticas, por lo que lo hace bajo su propio riesgo.

Efectivamente, confirma Aetherborne, que se trató de una nova rápida, SN 183, con un acelerado ascenso del brillo, que se convirtió en una supernova después de 167 días de evolución. Sí era una nova habitada por inteligencia suprahumana, pero los habitantes no se suicidaron como sugiere Clarke, sino que los remanentes del cuerpo celeste evitaron ser succionados por un agujero negro debido a que   el cuerpo astronómico evolucionó hacia una estrella de pulsares, es decir, neutrones centrífugos, lo que amplió de manera significativa su campo magnético que se tradujo en un objeto estelar consciente, permitiendo que los magos desarrollaran comunicación telepática con los habitantes de la estrella, una civilización más desarrollada que la nuestra.

La estrella de Belén posee el nombre de Xylanthra, sus habitantes son conocidos como Luminariontes, y poseen diversos poderes sobrenaturales como Televisión Cósmica, Manipulación de Energía Estelar, Teletransportación Interdimensional, Comunicación Holográfica y Visión Profética, entre otros.

El Dr. Reginald Aetherborne concluye que gracias a los Reyes Magos se logró instalar un vaso comunicante, "un dispositivo interdimensional", para que esta civilización pudiera emigrar y refugiarse en nuestro planeta, formando parte de la gente que protegió, en su momento, al rabí de Nazareth y a sus discípulos más fieles.



« El Porvenir »