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Opinión Columna


Folklor político


Publicación:30-08-2019
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Más vale reírse un poco (o un mucho) porque ni modo de tomarlos en serio. Je.

Ni para cuando llegue el tiempo reglamentario del proceso electoral venidero, y ya los que ni se despeinan y sí se enchinan las pestañas andan más que alborotados en busca del hueso siguiente, en la lucha por permanecer en el jugoso puesto actual o en buscar otro mejor, es decir, no salirse por ningún motivo de la sagrada nómina pública. Y menos en invierno, cuando hace mucho frío.


Quizá nunca antes se había dado tanta premura para conseguir el hueso anhelado. Quizá se deba a que la cosa económica está de la patada, o sea, no hay suficiente inversión para que los productos de primera necesidad vayan a la baja, es lo más probable, porque ni modo que se mueran de deseos de servir a los demás, de poner en práctica su “vocación de servir”, como dicen muchos.


En palabras científicas se puede expresar: se les queman las habas. Muchos ya se sueñan en sus cómodas curules, otros en la silla municipal y otros más en la que despachaba Bernardo Reyes, y que rechazó El Bronco, que también rechazó la mejor oportunidad que ha habido en los últimos años para cambiar el sistema político por la vía independiente y como una forma real de acceder al poder. La ambición personal, la billetera, la falta de luces propias, la ausencia de un equipo intelectual y humanista, echó por la borda esa opción.


Y los movimientos sospechosìstas se dan. Lo de Samuel García, el senador, en su pretensión de desocupar al Bronco de su chamba es a todas luces una estrategia para adquirir presencia para buscar la candidatura a la gubernatura del estado en 2021. Si se va o no el gobernador en realidad o le interesa, lo que sí le ocupa en que a través del viejo recurso seudo político del desprestigio del rival se consiguen las cosas. Pero en realidad para que se vaya el Gobernador, si la ley lo contemplara, se requiere el apoyo de las bases, de la ciudadanía inconforme organizada en torno a ese objetivo. Y Samuel Garía y su partido no lo tienen.


En las columnas se dice que Sandra Pámanes, ex panista, ex panalista, ex secretaria del Ayuntamiento con su comadre Margarita Arellanes, de triste memoria y de alegre belleza, se entrevistó con la jerarca de Morena, Bertha Puga, para ver la posibilidad de obtener la candidatura a la presidencia municipal de Monterrey, asunto que ya intentó en vano. Ella es el ejemplo de que las ideologías no importan, que la desfachatez es lo importante: cambiar de partido, de ideología, es lo de menos cuando se trata la consecución de posiciones de poder.


Judith Díaz no ha cumplido con la misión de apoyar a las personas de la tercera edad, a los jóvenes y de concretar los programas sociales de la 4T. Se la pasa con el gobernador y en eventos oficiales en la inútil esperanza de alcanzar la nominación a un puesto popular, como lo ha hecho antes, cuestión que seguramente no será por la vía independiente, ya que ese es un cartucho que se quemó antes de tiempo.


Iván Garza, ex panista, candidato por ese partido a la alcaldía de Monterrey; ex Movimiento Ciudadano, candidato por ese partido a la alcaldía de Monterrey, acaba de aceptar un puesto en el gobierno independiente del cual despotricaba. De nuevo: la desfachatez, la sed de poder, la pérdida de principios y valores políticos. Y la comicidad preferible a la tragedia real.


Más vale reírse un poco (o un mucho) porque ni modo de tomarlos en serio. Je.



« Redacción »