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Migrantes y remesas, círculo vicioso

Migrantes y remesas, círculo vicioso


Publicación:02-05-2021
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El desempleo en el Triángulo Norte de Centroamérica se desborda a diario a México y EU con rostro de guatemaltecos, hondureños y salvadoreños

SAN JOSÉ.- Excluidos de la actividad económica de sus países, miles de guatemaltecos, hondureños y salvadoreños huyen a diario del desempleo en Guatemala, Honduras y El Salvador y migran sin visas a México y Estados Unidos, pero ya en el exterior remiten miles de millones de dólares a sus parientes y se convierten en piezas claves para los mismos sistemas económicos que les marginaron y expulsaron.
Agudizado por el coronavirus, el desempleo en el Triángulo Norte de Centroamérica se desborda a diario a México y EU con rostro de guatemaltecos, hondureños y salvadoreños etiquetados como migrantes irregulares y expulsados de sus países como víctimas de la añeja marginación social.
Al celebrarse este sábado el Día Internacional de los Trabajadores, la crisis laboral en las tres naciones reafirmó la falta de empleo como detonante de la masiva migración sin visas a EU y a México.
"Lo que interesa a gobiernos y políticos son las remesas", afirmó el abogado hondureño José Luis Baquedano, asesor legal de la Confederación Unitaria de Trabajadores de Honduras (CUTH). "Desgraciadamente la economía depende de la remesa que llega de EU, Canadá, México y otros países a los que la gente migró a buscar empleo", dijo Baquedano a EL UNIVERSAL, en una descripción sobre Honduras similar a la de Guatemala y El Salvador. "Sin trabajo y con un alto costo de la vida, la gente es incapaz de acceder a lo más sagrado y elemental como la seguridad alimentaria y se ve obligada, por esta circunstancia y por la inseguridad y violencia, a huir del país", explicó.
Cifras actualizadas de los bancos centrales de Honduras y Guatemala precisaron que, pese a la parálisis económica global del año anterior por el Covid, las remesas a las tres naciones subieron de 21 mil 679.3 millones de dólares en 2019 a 22 mil 995.6 millones de dólares en 2020. Por décadas, los tres países se afianzaron como sistemas socioeconómicos excluyentes para la mayoría de sus habitantes y sociedades expulsoras y generadoras de migración irregular que luego transformaron a las víctimas de su modelo en fuente de dinero que lubrica las tres economías. El mecanismo permitió a los grupos financieros de los poderes económicos tradicionales del área controlar los aparatos bancarios para el flujo de las remesas y son parte de las mismas redes comerciales en donde los familiares de los migrantes gastan los recursos que recibieron de sus parientes.
"De cada 10 hogares en Guatemala, seis son mantenidos y financiados por las remesas", aseguró la socióloga guatemalteca Carmen Rosa de León, directora ejecutiva del Instituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible de Guatemala. "Ni siquiera hay empleo formal para una mayoría", adujo De León a este diario, al subrayar que entre 70% y 80% de la mano de obra en el Triángulo sobrevive en la economía informal.
"Si hubiera fuentes de empleo que generaran movilidad social, esas personas tampoco tendrían necesidad de migrar a otro país. Sin inversión educativa, no hay empleos de alta calidad", relató.
A pesar del golpe económico, la inversión militar del área sí aumentó, reveló el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI, por sus siglas en inglés). El gasto militar en Guatemala subió de 332 millones de dólares en 2019 a 343 millones de dólares en 2020. El de El Salvador pasó de 317 millones de dólares en 2019 a 372 millones de dólares en 2020. Honduras lo bajó de 407 millones de dólares en 2019 a 403 millones de dólares en 2021.
Por la pandemia, el desempleo en Honduras creció de aproximadamente un millón 600 mil personas en 2019 a 2 millones en 2020, con una lenta recuperación en 2021 en una fuerza laboral de unos 4 millones de hondureños y un país con unos 10 millones de habitantes, según cifras oficiales.
El Salvador, con 6.5 millones de habitantes y una fuerza económica de unos 2.8 millones de personas, pasó de un millón 250 mil desocupados en 2018 a millón y medio en 2020, según cálculos oficiales y de gremios privados y fuentes no estatales.
Guatemala, con 18 millones de pobladores y con siete millones de fuerza laboral, enfrentó el ataque del Covid-19 con una tasa de desempleo de 2.7%, una de las más bajas de América Latina y el Caribe y como la economía más grande de Centroamérica. Guatemala observó en 2020 la pérdida de al menos 78 mil empleos formales.
La duda es si esos y otros nuevos desempleados se unieron a las corrientes migratorias irregulares en ruta al norte a buscar trabajo.


« El Universal »