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La fascinante historia del labial rojo
Publicación:09-06-2024
TEMA: #Cultura
Su atractivo radica en las múltiples interpretaciones y emociones que evoca
CIUDAD DE MÉXICO.- El labial rojo, con ingeniosos nombres como Dragon Girl y Cherries in the Snow, ha sido un símbolo de belleza
y poder desde la antigüedad, utilizado por figuras icónicas como Cleopatra y Taylor Swift. Un reciente hallazgo de pigmentos en un vial iraní de hace 4 mil años, similar a las recetas modernas, refuerza la perdurabilidad de este cosmético.
Un viaje a través del tiempo
La historia del labial rojo se remonta a 3 mil 500 a.C., cuando la reina Puabi de Mesopotamia utilizaba una mezcla de plomo blanco y piedras rojas para teñir sus labios, simbolizando su estatus de poder, esto de acuerdo con National Geographic.
Esta práctica se extendió a lo largo de la región, con sumerios ricos enterrados junto a colorantes labiales. En Egipto, Cleopatra prefería el carmín, un pigmento rojo extraído de la cochinilla, mientras que los aristócratas usaban ocre rojo con resina.
En la antigua Grecia, los labios rojos se asociaban a las trabajadoras sexuales, quienes corrían el riesgo de ser castigadas si aparecían en público sin su distintiva pintura labial. Durante el Imperio Romano, el uso del labial rojo señalaba un estatus superior, aunque sus ingredientes, como el bermellón cargado de mercurio, podían ser peligrosos. Los menos pudientes recurrían al sedimento de vino tinto para colorearse los labios, una opción menos tóxica.
De la realeza a la brujería
En la Edad Media, el labial rojo adquirió una connotación perversa cuando las Cruzadas reintrodujeron los cosméticos en Europa. Considerado contrario a la humildad cristiana, el maquillaje era visto con desconfianza. En Inglaterra, la reina Isabel I usaba un tono carmesí hecho de cochinilla y otros ingredientes, popularizando el labial rojo durante su reinado. Sin embargo, con el ascenso de Jaime I y el temor a la brujería, el maquillaje cayó en desgracia, con leyes que incluso permitían juzgar como brujas a mujeres que usaran cosméticos para engañar a los hombres.
Símbolo de rebelión y empoderamiento
El labial rojo resurgió como símbolo de rebeldía durante el movimiento sufragista en la década de 1920. Elizabeth Arden inspiró a activistas al distribuir labiales rojos, convirtiéndolos en una insignia de valentía y lucha por los derechos de la mujer.
En la Segunda Guerra Mundial, se transformó en un símbolo de feminidad patriótica, con tonos como "rojo de combate" y "rojo victoria" levantando la moral tanto en el frente como en las fábricas.
Un emblema atemporal
Después de la guerra, estrellas de Hollywood como Audrey Hepburn y Marilyn Monroe consolidaron el labial rojo como un ícono de moda. Hoy en día, figuras como Taylor Swift continúan esta tradición, llevando labios escarlatas como símbolo de estilo y empoderamiento. En 2018, la campaña #SoyPicoRojo en Nicaragua utilizó el labial rojo como protesta contra la dictadura, mientras que, en 2019, miles de mujeres en Chile se pintaron los labios de rojo para denunciar la violencia sexual.
El labial rojo sigue siendo una declaración de confianza y glamour, con significados que van desde la feminidad clásica hasta la audaz afirmación de individualidad y desafío. Su atractivo radica en las múltiples interpretaciones y emociones que evoca, reafirmando su estatus como un emblema de belleza, rebeldía y fuerza a lo largo de la historia.
Un viaje a través del tiempo
La historia del labial rojo se remonta a 3 mil 500 a.C., cuando la reina Puabi de Mesopotamia utilizaba una mezcla de plomo blanco y piedras rojas para teñir sus labios, simbolizando su estatus de poder, esto de acuerdo con National Geographic.
Esta práctica se extendió a lo largo de la región, con sumerios ricos enterrados junto a colorantes labiales. En Egipto, Cleopatra prefería el carmín, un pigmento rojo extraído de la cochinilla, mientras que los aristócratas usaban ocre rojo con resina.
En la antigua Grecia, los labios rojos se asociaban a las trabajadoras sexuales, quienes corrían el riesgo de ser castigadas si aparecían en público sin su distintiva pintura labial. Durante el Imperio Romano, el uso del labial rojo señalaba un estatus superior, aunque sus ingredientes, como el bermellón cargado de mercurio, podían ser peligrosos. Los menos pudientes recurrían al sedimento de vino tinto para colorearse los labios, una opción menos tóxica.
De la realeza a la brujería
En la Edad Media, el labial rojo adquirió una connotación perversa cuando las Cruzadas reintrodujeron los cosméticos en Europa. Considerado contrario a la humildad cristiana, el maquillaje era visto con desconfianza. En Inglaterra, la reina Isabel I usaba un tono carmesí hecho de cochinilla y otros ingredientes, popularizando el labial rojo durante su reinado. Sin embargo, con el ascenso de Jaime I y el temor a la brujería, el maquillaje cayó en desgracia, con leyes que incluso permitían juzgar como brujas a mujeres que usaran cosméticos para engañar a los hombres.
Símbolo de rebelión y empoderamiento
El labial rojo resurgió como símbolo de rebeldía durante el movimiento sufragista en la década de 1920. Elizabeth Arden inspiró a activistas al distribuir labiales rojos, convirtiéndolos en una insignia de valentía y lucha por los derechos de la mujer.
En la Segunda Guerra Mundial, se transformó en un símbolo de feminidad patriótica, con tonos como "rojo de combate" y "rojo victoria" levantando la moral tanto en el frente como en las fábricas.
Un emblema atemporal
Después de la guerra, estrellas de Hollywood como Audrey Hepburn y Marilyn Monroe consolidaron el labial rojo como un ícono de moda. Hoy en día, figuras como Taylor Swift continúan esta tradición, llevando labios escarlatas como símbolo de estilo y empoderamiento. En 2018, la campaña #SoyPicoRojo en Nicaragua utilizó el labial rojo como protesta contra la dictadura, mientras que, en 2019, miles de mujeres en Chile se pintaron los labios de rojo para denunciar la violencia sexual.
El labial rojo sigue siendo una declaración de confianza y glamour, con significados que van desde la feminidad clásica hasta la audaz afirmación de individualidad y desafío. Su atractivo radica en las múltiples interpretaciones y emociones que evoca, reafirmando su estatus como un emblema de belleza, rebeldía y fuerza a lo largo de la historia.
« El Universal »
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