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Alfredo Ávila

Alfredo Ávila
Alfredo Ávila

Publicación:08-05-2020
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Las restricciones documentales a través del tiempo

La historia

 

Donde se habla de la importancia de abordar momentos históricos más allá de las restricciones legales. El doctor Alfredo Ávila recuerda el papel que el Comité Mexicano de Ciencias Históricas, que él aún preside, jugó en la Ley General de Archivos…

México.— “Es importante estudiar la historia más allá de la coyuntura”, sentencia el doctor Alfredo Ávila Rueda (Ciudad de México, 1971), presidente del Comité Mexicano de Ciencias Históricas (CMCH), a propósito de las inminentes conmemoraciones que tendrá el país como el quinto centenario de la “conquista” y el bicentenario de la consumación de la Independencia, “dos momentos muy difíciles para la conciencia histórica mexicana”.

Un periodo que aún no acaba

El investigador considera que dichas fechas (1521 y 1821) “pueden ser un muy buen pretexto para que los historiadores tratemos de dar las versiones que estamos investigando”, mismas que son “mucho más sustentadas que la versión convencional que todos aprendimos en la escuela”.

      Analizar estos acontecimientos con una óptica mejor sostenida “nos permitirá tener una conciencia de que todo nuestro pasado nos ha formado, no solamente las partes que más nos gustan”:

      —Ahora se enseña una versión nacionalista tradicional, patriótica tradicional, que hace ver tanto a la Conquista como a la Independencia como actos de los conservadores. Y momentos traumáticos.

      Cree que es benéfico que hoy en día la historia esté siendo colocada en el debate público:

      —Por ejemplo, el propio Presidente es una persona a la que le pesa mucho la historia. Todo su discurso, en prácticamente cualquier conferencia de prensa que realiza, tiene referencias históricas.

      Alfredo Ávila estaba por terminar, a mediados de marzo, su periodo como presidente del CMCH (pero por esta urgencia sanitaria el proceso de remoción ha quedado momentáneamente paralizado), periodo en el cual ha tenido la oportunidad de tratar asuntos coyunturales, tales como participar en el debate de la Ley General de Archivos, que “se había dejado prácticamente hasta el final” durante la reforma constitucional en materia de transparencia:

    —La iniciativa que había hecho el Archivo General de la Nación, junto con la Secretaría de Gobernación, era de verdad muy cerrada, con muchos impedimentos para la consulta de documentos en los archivos y en los sujetos obligados —recuerda el historiador.

 

Protección de datos contra acceso a la información

 —Por fortuna, como el Comité Mexicano de Ciencias Históricas formaba parte del consejo asesor del Archivo General de la Nación (aunque con la nueva ley eso ha cambiado), dimos alerta a las instituciones y así pudieron organizarse y hacer propuestas, tener presencia en el Senado (que fue la Cámara de origen) para hacer la Ley General de Archivos mucho más abierta, con más posibilidades de consulta.

      —¿Qué era lo que no les convencía de esa primera iniciativa?

      —Particularmente para los documentos de la historia más reciente, temas como la violación de derechos humanos y guerra sucia, que siempre habían tenido muchas restricciones de consulta, el proyecto de ley original todavía ponía condiciones más difíciles.

      En ese aspecto, el CMCH “jugó un papel muy importante para que se pudiera dar el punto de vista de los historiadores y que se hiciera una ley general más abierta”, reitera Alfredo Ávila:

      —No quedó perfecta, pero bastante más abierta de lo que se preveía —subraya.

      —¿Con qué cosas no quedaron satisfechos?, ¿cómo les hubiera gustado que quedara?

      —Me hubiera gustado que fuera mucho más explícita respecto a la obligatoriedad de los sujetos, valga la redundancia, obligados para hacer las transferencias de archivo. Se supone que los sujetos obligados, tanto las instituciones públicas como las privadas, tienen el deber de transferir sus documentos de los archivos de concentración a los archivos históricos en ciertos plazos que marcan sus propios catálogos documentales, que en todos los casos nunca rebasan los siete años.

¿Qué es un dato sensible?

El historiador entiende que muchas instituciones —“con razón, a veces”—, por falta de presupuesto, no puedan cumplir con sus obligaciones:

      —Pero otras que cuentan con su presupuesto completo… ¡tampoco lo hacen! Porque no lo consideran importante.

      Al doctor en historia Alfredo Ávila le hubiera gustado que se establecieran penalidades para los incumplidos y que la ley fuera mucho más enfática en ello:

      —En el sentido de que es su obligación hacer las transferencias en esos plazos, porque como no se establece orgánicamente ninguna penalidad, entonces no pasa absolutamente nada…

      Otro aspecto que le habría gustado ver en la ley aprobada es “una mayor precisión en cuanto a que los documentos históricos que están en los archivos son fuente de acceso público, por lo tanto quedan libres de la ley de protección de datos personales”.

      Aunque el historiador considera muy importante la ley de protección de datos personales, se han cometido, “en su nombre”, abusos para el acceso a la información:

      —Cuando pides documentos, están los nombres testados porque afectan datos personales sensibles.

      Para Alfredo Ávila, el problema de la ley de datos personales “es que nunca aclara qué significa que sean sensibles:

      —Lo que apunta la ley es: datos personales sensibles son los que afectan la esfera íntima de las personas. Es muy ambiguo, pero eso ha hecho que en ocasiones los colegas vayan a los archivos y les entreguen documentos testados. El caso más ridículo ocurrió hace unos años, antes de que se aprobara la ley, de un estudiante de doctorado que fue a consultar documentos relativos a divorcios eclesiásticos en el siglo XIX y temas de violencia doméstica del siglo XIX… ¡le entregaron documentos que tenían los nombres testados, tachados! ¡Eran documentos de 1832!

 



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