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Opinión Editorial


¡Trump, hijo de… Hitler!


Publicación:28-09-2020
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Si el mundo creía que se había liberado de Hitler, tenemos malas noticias. Trump es heredero de la tradición de odio .

Si el mundo creía que se había liberado de Hitler, tenemos malas noticias. Trump es heredero de la tradición de odio y racismo alemán, pero ahora de manera contemporánea y en tierra norteamericana.

Trump representa la continuidad del racismo que busca el exterminio de las razas que considera inferiores. Este razonamiento de superioridad étnica lo lleva a justificar sus acciones en contra de los mexicanos y centroamericanos, así como otras nacionalidades.

Tal como Hitler causó dolor y sufrimiento, además de muerte y horror a los judíos y otros grupos marginales, Trump sigue sus pasos y ha resultado ser un discípulo destacado. El odio racista es contagioso, es como un virus que se desparrama por el tejido social. Sentado en el poder presidencial, Trump ha logrado identificar los mecanismos legales necesarios para infligir este sufrimiento y dolor a los migrantes que osan entrar más allá de lasorillas de aquella  tierra prometida norteamericana.

Mencionar la figura de Hitler se ha convertido en un lugar común, donde se ubica lo detestable de la humanidad, sus pasiones más execrables, el odio más letal, a pesar de ser velado y justificado por mandato jurídico. Sin embargo, para el análisis de las acciones que Trump ha realizado contra los migrantes, no pensamos en Hitler como una figura abstracta que representa las fuerzas del mal, estamos considerando la influencia hitleriana como una manera de hacer política, de ejercer el poder en contra del más débil  y, de manera destacada, el causar un horror y sufrimiento que se imprima de manera transgeneracional, como un trauma que se transmite y vulnera psicológicamente a la descendencia de los grupos marginales.

Trump necesitaba una agencia que hiciera el trabajo sucio, y la encontró en el Departamento de Seguridad Interior (DHS), específicamente en el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE); esta institución se ha encargado de generar trauma psicológico y de establecer, de manera sistemática, un proceso de victimización hacia los más débiles; porque en esta perspectiva basada en un darwinismo social, sólo los fuertes tienen el derecho de sobrevivir, los débiles merecen su mala suerte.

El ICE por su discrecionalidad en cuanto a sus operaciones, violenta los derechos humanos de los migrantes, y oculta estas violaciones hacia la opinión pública. Son trabajadores de estainstitución que por motivos de conciencia personal y ética profesional, han decidido denunciar estos abusos sistemáticos del ICE.

La historia no es nueva, lo que hace el ICE es deshumanizar a los migrantes, es decir, no los trata como humanos con derechos, sino como  seres inferiores que merecen aprender su lección de vida: no volver a los Estados Unidos. La victimización se convierte así en una forma de disuasión efectiva, donde los migrantes finalmente se doblegan, y aceptan ser deportados  de manera inmediata.

El ICE en su afán por mejorar su trabajo sucio, desde hace cuatro años ha construido campos de concentración, donde encarcelan a los padres y los separan de los hijos. Este acto representa una crueldad de hondo calado, ya que en la mente infantil la separación de los padres es una de las vivencias emocionales más traumáticas.

Después de fracturar el vínculo familiar, se les somete a condiciones de hacinamiento y aislamiento, donde poco a poco, el sentido de vulnerabilidad se agudiza y las personas detenidas van perdiendo la esperanza y el sentido de vida. El derecho a emigrar se convierte así en su propiocalvario.

El coronavirus (Covid-19) cayó ahora sí, como anillo al dedo, no sólo para el presidente mexicano, también para el norteamericano, este último  ha utilizado el desastre epidemiológico y sanitario, para justificar que su gobierno no tiene posibilidad de atender a los migrantes médicamente infectados y con ello lograr su expulsión inmediata. Además, a los hijos de los migrantes, los han separado de los padres, y los han llevado a locaciones que nadie conoce con exactitud, se menciona que fueron trasladados a hoteles de diversas ciudades fronterizas, en manos de cuidadores supuestamente profesionales.

Los niños permanecen en cuartos de hotel, supervisados y aislados; además, se ha documentado que  algunas madres son sometidas a procedimientosquirúrgicos para lograr, sin el consentimientoinformado y la justificación médica adecuada, la esterilización, actualizando así una agresión racista hacia  las mujeres migrantes que pretenden  ingresar y residir legalmente en los Estados Unidos.

Si alguien consideraba que el proyecto de experimentación médica nazi era parte de la historia negra de la humanidad y de la medicina, con Trump como discípulo fiel, ha retomado actualidad, y se señala que al menos 18 mujeres fueron sometidas a procedimientos médicos ginecológicos injustificados, en el Centro de detención de Irwin, al sur de Georgia, perteneciente al ICE.

Hoy en día contamos con organizaciones defensoras de los derechos humanos, sin embargo, eso para Trump significa poco, realmente pequeñas piedras en su camino de destrucción de los más débiles. Los agentes del ICE, han aprendido rápidamente a cometer abusos en contra de las personas que mantienen en custodia, han abusado sistemáticamente de mujeres detenidas, y han utilizado mecanismos de intimidación para que las víctimas se perciban indefensas y decidan mejor no denunciar, y aquélla que se atreve a hacerlo, es deportada de manera inmediata.

Trump no está descubriendo el hilo negro en materia de crímenes de lesa humanidad, en realidad está siguiendo las enseñanzas básicas de su mentor alemán, con quien le unen lazos genéticos como descendiente de migrante de origen alemán. La política de exterminio de Trump ha logrado sobrevivir cuatro años, y ha tenido que adaptarse a los nuevos tiempos. No puede matar directamente a los migrantes como lo hizo Hitler con los judíos, pero sí exponerlos al Covid-19 sin brindarles la protección necesaria para la prevención. No puede lograr una esterilización masiva de las migrantes, pero el médico MahendraAmin ha colaborado con este propósito, y ha realizadohisterectomías injustificadas a casi dos decenas de mujeres detenidas por ICE.

Trump como discípulo de Hitler, ha adecuado los métodos y técnicas a la nueva realidad, sin embargo, el propósito de victimizar a los más débiles ha sido logrado ampliamente. Tal vez no tenga los grandes campos de concentración nazis ni las cámaras de gas, pero tiene las cárceles del ICE donde se dañan los vínculos de los migrantes y se les inflige un sufrimiento emocional casi imperceptible.  Sus efectos serán visibles en una década o más, cuando la victimización sistemática y sostenida a través de un períodoextenso de tiempo, cobre factura y genere malestar y enfermedad psicológica.  Trump ha sido menos burdo que Hitler, pero igual de efectivo.  ¿Qué acaso no será posible que el pueblo norteamericano despierte y se dé cuenta de que en la Casa Blanca despacha un hijo de… Hitler?




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Arturo Delgado Moya

Arturo Delgado Moya


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