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Opinión Editorial


Triste espera: Personas desaparecidas


Publicación:15-04-2021
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La desaparición de personas y el hallazgo de fosas clandestinas son ya un problema común en México

“No sabemos nada…estamos en esa búsqueda…nos han dicho muchas cosas…hemos ido a varias partes, pero nada”. Así comentó Martha H. al referirse a su hijo Ramiro, desaparecido desde el 2010. A él y a otro compañero se los llevaron de la base de taxis donde trabajaban porque a la delincuencia organizada les estorbaban. Era un lugar en donde ellos (la delincuencia) operaban, no querían testigos. “Llegaron unas camionetas y se los llevaron, los carros ahí se quedaron, con las llaves puestas”.

Virgina B. tiene dos hijos, David y Mabel, desaparecidos desde el 2010. A todas partes a donde va, Virginia lleva las fotografías de ellos con la esperanza de que alguien los reconozca y le den noticias. Fue un secuestro de grupo, los dos hijos, el novio de Mabel y un ayudante. A ellos sí les pidieron rescate, pero nunca los regresaron. “(para nosotros) no están perdidos, están desaparecidos…hacer leyes para que ya no se repita…buscarlos hasta encontrarlos es nuestro lema”.

La desaparición de personas es un fenómeno social. Hace referencia a eventos en que una persona o grupo de personas dejan de tener contacto con su familia de manera involuntaria. Con la desaparición de también está implícita la falta de información sobre ella. Un problema que refleja una profunda crisis de derechos humanos y de seguridad ciudadana. 

Una distinción importante contra el secuestro es justamente la falta de información ya que en los casos de desaparición no se sabe quién se los llevó, ni las razones, aunque las personas hacen una construcción propia de significados y explicaciones. En el secuestro, se establece contacto con la familia para pedir por lo general dinero por el rescate. 

La desaparición de personas y el hallazgo de fosas clandestinas son ya un problema común en México. Todos los días la prensa incluye al menos una nota sobre este tema.

En las fosas que se encuentran, el estado de deterioro de los restos se suma a los desafíos de seguridad a los que se enfrentan las autoridades en el trabajo de localización e identificación de las personas desaparecidas. Los colectivos buscadores van a donde se localizan fosas con la triste esperanza de encontrar a sus familiares identificando algún rastro en su ropa o pertenencias.

En todo México, más de 83 mil personas han sido reportadas como desaparecidas de acuerdo con la Comisión Nacional de Búsqueda. Solamente en el estado de Nuevo León se tiene el registro oficial de 4 mil 971 personas desaparecidas de las cuales el 65 por ciento ha desaparecido en nueve municipios: Apodaca, Cadereyta Jiménez, García, General Escobedo, Guadalupe, Monterrey, San Nicolás de los Garza, San Pedro Garza García, y Santa Catarina.

De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas, del 1° de diciembre de 2018 al 20 de marzo de 2021 se cuentan 19 mil 204 personas desaparecidas y no localizadas. Las cifras nunca habían sido tan altas. Durante los primeros tres años de gobierno de Enrique Peña Nieto (2013-2015) hubo 13,379 desaparecidos, es decir, alrededor de 30% menos.

Las familias sufren la desaparición con mucho dolor y miedo. Miedo de que suceda lo mismo con otros integrantes de su familia y miedo de no encontrarlos.

Son de mucha ayuda las organizaciones de derechos humanos como Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (CADHAC) que ofrecen un trabajo excelente de seguimiento legal, de acompañamiento psicológico y documentación de casos. Así mismo, los grupos de apoyo como el colectivo de Agrupación de Mujeres Organizadas por los Ejecutados, Secuestrados y Desaparecidos de Nuevo León (AMORES). 

También está Fuerzas Unidas por Nuestr@s Desaparecidos y Desaparecidas en Nuevo León (FUNDENL), quien ofrece asesoría en materia legal y canalización para el apoyo psicológico.

Son un bálsamo a su dolor, son compañía compasiva. La esperanza del regreso y localización no se pierde.

Tenemos un Estado, visto en ejercicio gubernamental como en política pública, que no está respondiendo a esta necesidad. Se requieren más recursos para atender este problema; recursos de inteligencia para la búsqueda, y para la localización e identificación de personas desaparecidas. Y por supuesto, actitud compasiva de las autoridades para acompañar y escuchar a quienes sufren este agravio familiar y social. Las políticas públicas deben estar centradas en la persona, no en los votantes.

Sólo imagine cómo sería su vida si de pronto un ser querido desaparece y usted no sabe ni dónde, ni por qué desapareció y nadie le dice nada. Terrible.

Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com



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