banner edicion impresa

Opinión Editorial


Sin votos no hay paraíso


Publicación:19-05-2022
version androidversion iphone

++--

Niñas, adolescentes y mujeres pugnan por el respeto a los derechos ya ganados y por otros derechos pendientes por conquistar

Para muchas mujeres vivir en América Latina es un infierno. Niñas, adolescentes y mujeres pugnan por el respeto a los derechos ya ganados y por otros derechos pendientes por conquistar.

Sin embargo, hacen oídos sordos los dueños de la política del continente, nacional y local, por lo tanto los derechos avanzan de forma desigual. Algunos estados se convierten en verdaderas "zonas de tolerancia", donde a las personas se les puede tratar como si fuesen menos que humanos. Justo como lo denunciaba Fray Bartolomé de las Casas en la Brevísima relación de la destrucción de las indias en 1552.

Estos estados permiten una impunidad que hiere a toda la sociedad y la deshumaniza. Se pueden hacer cambios en la legislación, se pueden exigir mejores resultados, se pueden hacer muchas cosas, pero para eso se requiere tener mayorías. Los consensos se construyen con diálogo, con escucha activa, con voluntad política y con votos. Sin votos no hay paraíso.

La semana pasada en Nuevo León se realizó un nombramiento para un órgano que carece de paridad, como muchos otros órganos de Nuevo León. Por ahí se comentó que las legisladoras de minorías deberían hacer el trabajo que no hacen las mayorías de exigir y garantizar la paridad.

Pero para garantizar paridad se requieren votos, no señalamientos. Para garantizar paridad en todos los poderes, legislativo, ejecutivo y judicial se requieren votos.

Esos votos los tienen las mayorías. Las legisladoras de minorías podemos alzar la voz junto a la sociedad, junto a colectivos y colectivas, pero topamos con pared porque sin votos no es posible mejorar la reforma de paridad aprobada en primera vuelta y menos es posible sacarla de la congeladora para aprobarla en segunda vuelta.

Bien harían las mayorías en exigir y cabildear no los votos de las minorías, sino los votos en sus propios grupos mayoritarios, los votos suficientes para que ningún gobernador nunca más realice propuestas sin garantizar paridad en los órganos, para que no actúe con toda libertad anulando los derechos de muchas mujeres preparadas para los cargos importantes.

El techo de cristal está ahí, construido de forma tan absurda y grotesca que no es para nada admirable. Ahí está esa barrera invisible que se hace visible en cada propuesta, en cada nombramiento donde las mujeres son relegadas.

Algunas mujeres tenemos la esperanza de que la paridad por si sola cambiará la política, pero no es así, se tienen que cambiar las ideas de las personas que llegan a esos cargos de representación además de las cantidades de mujeres y hombres.

Es posible que la ceguera de taller no nos deje ver nuestras fallas personales, pero el pueblo nos hará ver en el futuro nuestros errores y omisiones como legisladoras y legisladores. No garantizar paridad es una omisión grave del legislativo de Nuevo León, en un ejercicio inútil que intenta detener el tiempo y avances electorales de las mujeres.

Seguiremos exigiendo, seguiremos luchando las minorías y al final de los días construiremos nuestro propio paraíso en la tierra. Un paraíso donde las mujeres no tengamos que pedir lo obvio, lo justo y lo correcto. Seguiremos construyendo, paso a paso. Finalmente, por ahí se dice que: la gota de agua perfora la roca, no por su fuerza sino por su constancia.



« Jessica Martínez Martínez »