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Opinión Editorial


Semana santa


Publicación:07-04-2023
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Tras la semana mayor, se desatan los demonios que supuestamente fueron repelidos con la quema de la candelilla y la renovación de las promesas bautismales

Al margen de la conectividad religiosa, particularmente católica, que guarda la semana santa, semana mayor, la summa de la fe romana, es un símbolo no sólo de renovación de las virtudes y las promesas sacrosantas sino de los imperativos sociales a los cuales, casi por obligación, estamos comprometidos. Si no ¿entonces para qué y por qué la semana santa

Y no solo es un periodo vacacional, que bien merecido lo tiene el cuerpo ante tanto estrés, ajetreo diario, pleitos con los conductores volados, con el camión que no pasa a tiempo y nos conduce a destinos insólitos aunque se marque ruta 122, sino una correspondencia entre el respaldo de materia y forma que nos da sentido.  

Pero la semana santa, particularmente la de cada tres años, es también el conjuro de los socios. El periodo de elecciones constitucionales ha iniciado. Tras la semana mayor, se desatan los demonios que supuestamente fueron repelidos con la quema de la candelilla y la renovación de las promesas bautismales. Pero no. Es más bien el tiempo de apretar tuercas, crujir de dientes, amansar bolas, cortar filetes, negociar, arrejuntar, despedir.

¿Quiénes serán los elegidos del gobernador Samuel García a los cargos de elección popular? Y que ni diga que es el partido con sus métodos el que designa. No. Es, a la manera de la vieja política: el gobernador dice tú vas, tú no vas. Y los que van son por lo general los más cercanos, tanto a su corazón como a las labores que realiza el frente de la administración. 

      Y bueno, también está el asunto de la reelección. Los alcaldes y los diputados locales tienen esa opción. ¿Entonces quiénes hicieron bien su chamba para que pueden seguir siendo aceptados por los pobladores de sus distritos? He ahí la cimentación de la estructura orgánica, que no de la democracia. 

Mucho se ha ventilado el asunto de que el gris alcalde de Monterrey, que no sabe pronunciar palabra, va a ser candidato a la Presidencia de la república ahora en el 24, semejante noticia, diría Quevedo, carece de seso. Si no sabe ni hablar. Si está más mustio que el clavel de la soledad. Si no tiene estructura y su partido, que ahora no es su partido, tampoco. ¿Entonces? Lo más seguro es la reelección. Y ojalá que el público regiomontano sepa bien a bien lo que va a hacer a la hora de emitir su sufragio, como dice el lenguaje oficial.  

Porque la oposición está fuerte. La alianza clara entre los partidos conocidos es más que sólida. No han dejado de ponerle piedras en los zapatos al gobernador. No lo dejan descansar. El gobernador se defiende pero se descalabra. Intenta recuperarse mediante amparos pero sale raspado. Y esa es la señal más clara de cuál va a ser el tono de las campañas electorales.

Entonces quedamos en que la semana santa, además de un merecido descanso ante el ajetreo galopante de un ritmo de vida tembloroso, es el punto de acuerdo entre los interesados enfrentar los tiempos electorales ya casi casi presentes.



« Arnulfo Vigil »