Opinión Editorial
Presidenta
Publicación:20-06-2024
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Es esperanzador que una mujer ocupe el puesto de mayor rango en el gobierno de un país
Es esperanzador que una mujer ocupe el puesto de mayor rango en el gobierno de un país. Destaco dos cosas: 1) El proceso para llegar a estos niveles ha sido gradual y ha estado en función al contexto histórico, cultural y geográfico; no ha estado exento de discriminación. 2) Las mujeres han demostrado la capacidad de gobernar eficazmente por lo cual se pueden esperar cambios positivos para otras mujeres y para el bienestar del país.
"Parece que hay suficiente espacio en el mundo para los hombres mediocres, pero no para las mujeres mediocres. Nosotras tenemos que trabajar muy, muy duro”, expresó Madeleine Albright, quien fue la primera mujer en ocupar una secretaría de estado en Estados Unidos durante el gobierno de Bill Clinton y considerada la mujer más poderosa del mundo a finales de los 90.
Se ha necesitado de eventos y acontecimientos para favorecer la reflexión y el reconocimiento de que era imprescindible ceder espacios. Se reconocen a la Conferencia Mundial para el Examen y la Evaluación de los Logros del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz, celebrada en 1985 en Nairobi, así como el Plan de Acción de Beijing, adoptado en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en 1995 como dos eventos significativos para que los gobiernos se comprometieran a promover la igualdad de género en la vida política.
En 1992, la Unión Interparlamentaria (UIP), institución política internacional para el fomento de la cooperación entre los parlamentos señaló:
"El concepto de democracia sólo tendrá un significado verdadero y dinámico cuando las políticas y la legislación nacional sean decididas conjuntamente por hombres y mujeres y presten una atención equitativa a los intereses y las aptitudes de las dos mitades de la población".
Estos eventos, y muchos otros, así como los movimientos feministas y los logros de otras mujeres, han favorecido el avance.
En cuanto al perfil femenino, hay numerosos estudios en Harvard, Stanford, Instituto de Investigación de Políticas de la Mujeres, Banco Mundial, OCDE y Yale, entre muchos otros, que señalan que el liderazgo femenino puede influir positivamente en la transparencia y lucha contra la corrupción, así como en la priorización de políticas orientadas al bienestar social lo cual favorece la confianza pública en el gobierno.
Así mismo, las mujeres tienden a adoptar estilos de gestión inclusivos y colaborativos lo que conduce a una mejor toma de decisiones y políticas más integradoras; aumentan la moral y el compromiso de los equipos de trabajo.
Además, suelen ser más empáticas y estar más dispuestas a escuchar lo cual facilita la conexión con la comunidad y una mejor respuesta a sus necesidades. Son más resilientes y con más capacidad de adaptación lo que les permite manejar más eficientemente las crisis o adversidad. Por ejemplo, durante el COVID-19 los mejores manejos de la pandemia fueron de gobiernos de mujeres.
Madeleine Albright era descrita como conciliadora, carismática, cálida y simpática. Angela Merkel de Alemania, conocida como la "Canciller de Hierro", fue elogiada por su pragmatismo, capacidad para tomar decisiones firmes y estilo de liderazgo cauteloso y meticuloso. Jacinda Ardern de Nueva Zelanda, ha sido descrita como una líder compasiva y efectiva, destacándose por su manejo de crisis como el ataque terrorista en Christchurch y la pandemia de COVID-19. Su enfoque inclusivo y empático la ha hecho popular tanto a nivel nacional como internacional.
En México hemos tenido una evolución significativa desde 1953 cuando se aprobó la reforma constitucional que otorgó a las mujeres el derecho al voto y a ser elegidas para cargos de elección popular. Así, en 1954 tuvimos la primera diputada federal, Aurora Jiménez de Palacios, y en 1989 la primera gobernadora, Griselda Álvarez, por Colima.
Actualmente y con los resultados del 2024, tenemos 13 gobernadoras y 539 alcaldesas en los 2,457 municipios del país lo cual todavía muestra gran disparidad.
Hasta la fecha, ocho mujeres se han postulado a la presidencia de México: Rosario Ibarra de Piedra en 1982 y 1988; Cecilia Soto en 1994; Marcela Lombardo Otero en 1994; Patricia Mercado en 2006; Josefina Vázquez Mota en 2012; Margarita Zavala en 2018 aunque se retiró antes de los comicios; Xóchitl Gálvez en 2024; y Claudia Sheinbaum también en 2024 quien resultó electa.
Este contexto sirve de referencia para señalar algunos retos que tendrá la presidenta electa Claudia Sheinbaum relacionados con el tema. Aunque el enfoque de género debe ser integral en todas las áreas de gobierno pues deberá asegurar contar con políticas públicas para tener una sociedad equitativa y con igualdad, de manera especial deberá trabajar en la violencia de género que en la actualidad registra dos feminicidios al día. Así mismo, con los más de 80 colectivos de madres buscadoras que gritan por ayuda.
También está el sistema de cuidados, los apoyos a emprendedoras, las brechas salariales, la educación para las nuevas masculinidades y los derechos reproductivos.
Ojalá, Claudia Sheinbaum, efectivamente haga realidad la expresión “no llego sola, llegamos todas” de su primer discurso como presidenta electa. Aunque tendrá que trabajar con misóginos, será necesario que no permita fotografías forzadas como la de AMLO y su beso de Judas, así como no solapar decisiones tomadas por otros.
Sheinbaum ya está en la historia de México, esperemos que su labor sea trascendente para tener la admiración de los mexicanos y orgullo de las mexicanas.
El beneficio de la duda.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com
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