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Opinión Editorial


Pide al tiempo que vuelva


Publicación:25-02-2020
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El costo de energía fotovoltáica ha caído 70% desde el 2011

Números más, números menos existe un mercado en EE.UU. llamado mercado de la nostalgia que consiste en 13 millones de mexicanos y de más de 50 millones de hispanos que añoran la comida, la música, las costumbres y la tierra que los vió nacer o que fue el hogar de sus progenitores.  Este mercado es un segmento de consumidores numeroso que compra en base a recuerdos, propios o narrados y tiene un poder adquisitivo superior al PIB de México.  Ellos recuerdan con anhelo su pasado, pero viven su presente con los pies firmes y con una clara visión de futuro.

Caso distinto es el de algunos “groupies” o fans.  Durante mis años de estudiante en Arizona asistí a un concierto de la icónica banda “The Grateful Deads”.  Este grupo que comenzó en los 60s, se caracterizó por contar con una comunidad de fans incondicionales que los seguian a todos sus conciertos y vivían de vender camisetas teñidas de muchos colores llamadas “tie dye”, tortas, grabaciones de conciertos anteriores y naturalmente, narcóticos alucinógenos que les provocaba dar vueltas sin parar ganándoles el seudónimo de “spinners”.  Estos sicodélicos seguidores llamados también “deadheads” formaron una subcultura americana donde familias enteras los acompañaron por años.  Curiosamente hoy en día aún hay “deadheads” obsesionados con vivir en un pasado idílico que ya no encaja con la realidad.  Estos adictos al pasado se resisten a cerrar ciclos idealizando el ayer; son necios que pretenden no ver, no escuchan y estan anclados en un pasado absurdo.

Pero al igual que no se puede conducir volteando a ver el retrovisor, tampoco se puede guiar el futuro de un país intentando regresar al pasado y menos aún cuando la historia advierte no hacerlo.  Atendiendo al viejo y castizo refran “cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar” viene a colación lo que está pasando a nivel mundial en materia de combustibles fósiles. Con la intensión de abonar a paliar el cambio climático, la semana pasada el gobierno británico de Boris Johnson anunció que a partir del 2035 los fabricantes de automóviles con motor de gasolina y diésel no podrán venderlos en ese país.  La prohibición incluye a los autos híbridos que combinan un motor de combusión y otro eléctrico.  Por su parte, la Comisión Europea fijó el 2040 como la fecha fatal para poner fin a las ventas de automóviles nuevos de combustión.  Caray, estamos hablando de solo 15 a 20 años para que los países dueños de algunas de las principales marcas de autos en el mundo dejen de producir autos de combustión y consecuentemente, dejen de consumir gasolina.

En norteamérica, EE.UU. está pasando por un impasse temporal por las politicas del Presidente Trump, pero el sector privado sigue su curso y se suma al espiral de esfuerzos para reducir la dependencia de derivados fósiles sustituyendolos por energías más amigables al medio ambiente..  El costo de energía fotovoltáica ha caído 70% desde el 2011 y el costo de la energía eólica ha bajado en proporciones similares.  Según un estudio de McKinsey & Company las energías limpias en algunas regiones del mundo pudieran competir con la generación de gas tan pronto como el año 2025. Sí, falta muy poco.

Volteando hacie el Este, China es uno de los dos países más contaminantes del mundo junto con EE.UU., sin embargo está tomando al toro por los cuernos.  Por una parte opera la mitad de las plantas hidroeléctricas del mundo y tiene la meta de detener las emisiones de carbon para el año 2030; sí, en solo diez años.  En el rubro automotriz, hoy por hoy es el principal productor y comprador de autos eléctricos, contribuyendo con más de la mitad de la demanda y producción mundial.  Igualmente fabrica el 99% de todos los autobuses eléctricos del mundo.  Más aún, de acuerdo al “think tank” Centro de Estudios Internacionales Estratégicos de Washington, el gobierno chino ha invertido por encima de los USD$60 millardos para estimular la investigación y producción de sus 400 empresas relacionadas con los autos eléctricos; una apuesta 2 veces mayor a la inversión directa extranjera promedio anual en México.  Adicionalmente, ese país tiene agresivos incentivos a la inversión incluyendo la condonación del pago de impuestos, subsidios y la participación accionaria extranjera del 100% provocando que en enero 2020 Tesla inaugurara su primera planta en ese país. Según el periódico Reuters, el veto nacional de autos de combustión en China no será antes de 2040, aunque hay provincias como la de Hainai que ya lo tienen programado para 2030.  Diez años parecieran muy pocos considerando que la producción de autos eléctricos aún representa un reto por su costo, el peso de sus baterías y la duración de las mismas, pero será solo cuestión de tiempo para que la tecnología produzca el siguiente cambio tecnológico necesario para competir “tete a tete” con sus similares de combustión. 

En definitiva, para China y la Unión Europea su futuro tiene que ver con las decisiones presentes y no están añorando recuperar fuentes de empleo tradicionales que nunca volverán, ni medios de producción que no tienen cabida en el mañana.  Como ejemplo, está el anuncio de British Petroleum publicado por Energy Outlook edición 2019 donde destaca que un 85% del crecimiento de la oferta energética se dará por energías renovables y que serán las energías limpias, la fuente de generación eléctrica más grande para 2040 en el mundo. 

América Latina, en cambio, pareciera estar viviendo de un nostálgico pasado y pidiéndole al tiempo que vuelva y le devuelva su soberanía petrolera.  Como si quisiéra aferrarse a una idea de antaño que el tiempo claramente desmintió.  Las tres grandes petroleras latinoamericanas están pasando por tiempos difíciles: una caída persistente en la producción, escándalos de corrupción y la ineficiencia productiva pudieran en conjunto ser el preludio de una muerte anunciada.  La sucedánea industria petrolera de Venezuela aporta más de 9 de cada 10 dólares que ingresan a ese país y está en evidente riezgo de quiebra técnica ante el embargo norteamericano habiendo sido EE.UU. el comprador del 41% de sus exportaciones.  En Brasil, entre Odebrecht y los entramados de corrupción del caso “Lava Jato”, salpicaron a más de una decena de países y a tres expresidentes brasileños.  PETROBRAS es la segunda petrolera más endeudada del mundo después de PEMEX cuyos eximios pasivos ascienden a USD$106 millardos.  PEMEX suma más de 15 años de caída constante en la producción, sus 6 refinerías operan a medias tasas y la injección de capital por parte del gobierno, según la calificadora Fitch, es insuficiente.

En base a lo anterior, la pregunta obligada es: ¿“Quo vadis” América Latina? No lo se, quizás algún día los políticos latinoamericanos tengan que rendir cuentas por las consecuencias futuras de sus decisiones presentes.  En ese tenor reitero que el ser humano es el único ser viviente en el planeta que puede cuestionar su origen, su existencia, su razón ser, su sentido de la vida y que solo puede entenderse a si mismo proyectándose en el futuro, aún después de la muerte. 

 



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