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Opinión Editorial


Patricia Laurent Kullick 1960 - 2022


Publicación:04-11-2022
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Los años pasaron más rápido de lo que esperamos. Siempre es así. Aunque lo notas cuando ya pasaron, no cuando están pasado

Como si fuera un presagio o una fecha redundante, la escritora Patricia Laurent Kullick, mi amiga, murió el dos de noviembre de este año. Complicaciones por trombosis, en Playa del Carmen. Un acto propiciatorio. Quizá porque así era ella, Paty, sorpresiva, paradójica, casi mágica. Y así eran sus libros. No podría decirse que deshilvanados sino sueltos, con la soltura que brinda el talento.

Nacida en Tampico, Tamaulipas, pero radicada desde siempre en Monterrey, Paty no tenía problemas de origen. La conocí hace muchos años, a finales de los ochenta, cuando con amigos hicimos un taller literario. Como escritores en cierne ese era el mejor método para confrontarnos con los escritos. Paty entonces era secretaria muy colocada en una empresa importante y dominaba el inglés. Pero por esos designios extraños de lo etéreo frecuentaba el taller, El Parque Ausente. 

En ese tiempo empezaba a funcionar El Mesón del Gallo, dirigido a dos manos por El Gallo y Gerardo Valdez. Como estaban empezando nos dieron acogida en sus instalaciones de Padre Mier. Recuerdo que metimos un enorme carrete de cable transmisor de energía para que nos sirviera de mesa. Al terminar convivíamos en El Mesón.

Recuerdo que Paty me presentó a su hermano Jorge, un tipo agradable, risueño, que dirigía un periódico especializado en notas tenebrosas llamado “El Alacrán”. Por el contenido informativo, a Jorge lo vivían correteando tanto los representantes de la ley como los no representantes de la ley. Su misión estaba a lomo informativo entre la justicia y la delincuencia.

Paty escribía cuentos y los revisábamos en el taller. Cada uno leía su trabajo y todos lo comentábamos. Así el autor recogía opiniones y decidía incorporarlos o no a su escrito. Los cuentos de Paty en ese tiempo los considerábamos surrealistas, mágicos, lleno de humor, casi infantiles. No había otras categorías para evaluarlos. Esos cuentos en los que atrás de un aparente humor, humea la tragedia. Paty iniciaba el camino literario por el que sería conocida. Muy particular. Muy ella. No en vano uno de sus libros iniciales se llama “Infancia y otros horrores”. Y no en vano participó en el Centro de Escritores de Nuevo León y fue miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. 

Después publicaría “El camino de Santiago” y una obra casi monumental “La Giganta”, en Tusquets, que registran su estilo ya logrado, su grado de madurez como escritora y su universo particular. “La obra de Paty será fundamental no solo para la literatura de Nuevo León, pues en la historia de la literatura mexicana no encontraremos a una autora como ella, con esa desfachatez y esos imaginarios enloquecidos que tenía, con una novela que debería ser mucho más leída como “El camino de Santiago”, aunque sus cuentos no están para nada atrás de esa calidad narrativa que nos deja”, señaló el escritor Antonio Ramos Revillas

Los años pasaron más rápido de lo que esperamos. Siempre es así. Aunque lo notas cuando ya pasaron, no cuando están pasado. Patricia y yo nos veíamos poco, hablábamos poco. No recuerdo haber participado con ella en alguna lectura o conferencia. Pero siempre que nos encontrábamos nuestras miradas brillaban. La mía por admiración, la suya por el recuerdo del inicio. Así será: ya no nos veremos. Pero sus libros están en mi biblioteca. Sigue viva.  



« Arnulfo Vigil »