Opinión Editorial
Palos de ciego
Publicación:14-04-2023
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No cabe duda de que el viejo axioma político de hacer por hacer conduce a no hacer nada, sigue operando en la mente de quienes están en el poder
No cabe duda de que el viejo axioma político de hacer por hacer conduce a no hacer nada, sigue operando en la mente de quienes por golpe de suerte y caprichos del antiguo Instituto Federal Electoral de Lorenzo Córdova, llegaron a una posición de poder, creyéndose Herodías, Plutarco o Anaxímenes, cuando en realidad la testa no da para más.
Y ese se ve, se siente, con las cerúleas decisiones que toma el alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio, tan distante de la realidad regiomontana en lo social y en lo urbano. Además claro de padecer el complejo de emperador al nombrar a familiares en puestos claves de la administración de Monterrey, es el caso de su cuñada. Y si bien no cobra, dicen, entonces no tiene nada qué estar haciendo en asuntos tan complejos y delicados que tienen que ver con el manejo de dinero.
Y ahora Donaldo va contra el centro de la ciudad. Primero, cada alcalde regio pretende resolver el problema del centro de la ciudad. Según el alcalde en turno, es un problema. Segundo, ninguno lo ha podido resolver, quizá porque no sea un problema. Tercero las constructoras como quiera y sin saber en base a qué, han comprado terrenos para hacer edificios. De hecho están construyendo uno en la calle Matamoros que según dicen es del ex alcalde Adrián de la Garza y amigos.
Tercero, no se ha respetado el decreto con el cual se construyó el Barrio Antiguo como patrimonio histórico de Monterrey bajo la gestión del alcalde Sócrates Rizzo García, y hoy todos hacen lo que quieren en materia de construcción y ornato. Por ejemplo, en el Barrio solo debería pintarse con cuatro colores autorizados Y no sucede. Su vocación es que las autoridades estimulen la creación de salas de arte, espacios culturales, talleres de experimentación estética, librerías, bibliotecas. Y nada. La cultura ni la historia le interesan al alcalde Colosio.
Y es el mismo Ayuntamiento de Monterrey quien viola el reglamento al colocar en las calles del centro de la ciudad tubos que impiden el estacionamiento de los turistas y visitantes, cuando debería ser al contrario: estimular el flujo de visitantes para que aprendan la historia de la ciudad. Cada instalación es un monumento, desde la Catedral hasta las casas de los primeros residentes. Y eso no merece que mentes supinas pongan tubos para correr a los ciudadanos.
Bueno, según estudios que no se han dado a conocer, los obstáculos para regular la situación de abandono de inmuebles en el centro de Monterrey, son las disputas legales entre familiares para casas y edificios cuyos propietarios murieron sin dejar testamento. El alcalde asegura que el Congreso puede realizar modificaciones en ciertas situaciones legales que simplifiquen y resuelvan esta situación. Pero, Oh Dios, el alcalde no se lleva bien con el Congreso.
Pero sí puede arreglar parte del problema del centro: sincronizar los semáforos, tapar con material de primera calidad los espantosos baches, regular el servicio de alumbrado, colocar en lugares apropiados la nomenclatura de las calles, ordenar la construcción arbitraria de banquetas. Eso sí lo puede hacer. Está dentro de sus funciones.
« Arnulfo Vigil »