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Opinión Editorial


Monterrey en tinieblas


Publicación:26-05-2023
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Si el alcalde Colosio tuviera sensibilidad y no estuviera atrapado por las fuerzas oscuras que le roen el alma, entonces tendría como prioridad la cultura

Nunca antes la ciudad de Monterrey había estado a nivel de escombro, físico y moral, y en medio de tribulaciones que desdicen en mucho la famosa idea de la capital industrial del norte. En este trienio municipal, al alcalde Luis Donaldo Colosio ha hecho todo lo posible por acabar con Monterrey, solo hace falta mirar las calles del centro de la ciudad y la inseguridad y pobreza de las colonias marginales.

Al alcalde no le interesa nada de eso. El centro de Monterrey está sumido en tinieblas porque no hay alumbrado público, está maloliente de basura que no se recoge y está llena de baches que afectan los automóviles de los regiomontanas y que, en otro punto, quizá lo merezcan porque no tienen el valor de protestar para poner en el lugar que le corresponde al alcalde Colosio: en el cesto de la basura. 

      Y de cultura mejor no hablamos. Bueno, sí. Es igual: nunca antes Monterrey había estado tan ayuna de cultura, no sólo de las manifestaciones estéticas y las bellas artes sino de la interpretación de los signos de los tiempos que han transformado el perfil del regiomontano, tanto en alimentación como en diversión y expresiones artísticas. 

      Un tal Hugo Garza Leal, que ni en su casa lo conocen, miembro de los grupos LGBT, es el director de cultura de Monterrey. Lo único que ha hecho fue echar a perder las paredes históricas de Museo Metropolitano colocando unas fotos horribles de hombres vestidos de mujeres. La estética ausente. Y no ha hecho nada, salvo presentar a su novio en los escasísimos eventos, por lo general privados. Y ni que diga que el refrito de Van Gogh fue un gran evento. Copias. Y copias. Además, cobró la entrada.

      No es de extrañar. Si su jefe, el alcalde de Monterrey, es un inculto, entonces no puede haber cultura. Si no le interesa Monterrey, menos le va a interesar uno de los aspectos más importantes de toda civilización: la cultura. Y es casi seguro que, salvo los libros de texto en la carrera, Colosio nunca ha leído un libro. Se le nota al hablar. O ¿ya leyó a Elise Cowen, traducida por primera vez al español? Ahora bien, es cierto que no le gusta leer pero bien pudo haber nombrado en cultura a alguien a quien sí le guste leer. Pero ni uno ni otro.

      Sobra decir que incentivar la cultura en cualquiera de sus manifestaciones (la cultura juvenil, por ejemplo) es reconstruir el tejido social roto por las malas políticas del alcalde. Pero no. Ni siquiera se cuenta con un  presupuesto digno para las actividades y el tal Hugo, seguramente otro inculto, no se atreve a exigirlo.

      Y la desconexión del tal Hugo con los artistas es total: no los recibe, no los reúne, no les propone proyectos. Nada. Hugo más parece dependiente amorfo de una tlapalería de Granja sanitaria que un agente cultural. 

      Si el alcalde Colosio tuviera sensibilidad y no estuviera atrapado por las fuerzas oscuras que le roen el alma, entonces tendría como prioridad la cultura, no solo las expresiones estéticas, porque es la única forma, que se ha probado, de bajar los índices de violencia, de inseguridad, de falta de educción, de groserías, de robos.

      Pero no. Colosio prefiere destruir la ciudad. Y la cultura. Y el arte.      



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