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Opinión Editorial


Mariana ... una más


Publicación:11-02-2021
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Temor, amenaza, inseguridad, humillación, frustración, decepción, abandono, vulnerabilidad, desamparo, tristeza, eso y más debió haber sentido Mariana

Mariana puso el dedo en la llaga. Nuevamente la violencia de género, y la nula intervención de la autoridad que bien pudo evitar su muerte. Otra vez las marchas exigiendo justicia, la movilización de autoridades ofreciendo soluciones y de nueva cuenta los mismos temas: negligencia, indignación, ni una más, pero también: cero resultados.

Duele la muerte de Mariana Sánchez, la chica que estaba cumpliendo su servicio social en medicina en el centro de salud de Nueva Palestina, una comunidad indígena en el municipio de Ocosingo, Chiapas. Se presume que el responsable fue un acosador a quien ella ya había denunciado.

Las condiciones laborales con las que fue contratada eran malas, vivía en un cuarto sin cama ni baño, tenía que caminar por un terreno baldío para ir al sanitario que compartía con otros compañeros. Estaba en medio de la selva lacandona, sola, sin conectividad segura y con la resignación de tener que aguantar un año para acreditar su servicio. Un infierno que estaba dispuesta a tolerar para poder titularse.

Ante las primeras insinuaciones del acosador, Mariana lo denunció, pero fue ignorada. Hacía meses que había pedido su cambio, hasta renunció, pero su denuncia fue minimizada por la directora de la Clínica, por la Secretaría de Salud de Chiapas y la Universidad Autónoma de Chiapas. A ninguna autoridad le pareció relevante, ninguna fue capaz de empatizar con su angustia.

Temor, amenaza, inseguridad, humillación, frustración, decepción, abandono, vulnerabilidad, desamparo, tristeza, eso y más debió haber sentido Mariana.

Su madre señaló: “Llegó a presentar su renuncia por lo que había pasado (cuando el tipo se metió a su cama), pero no fue aceptada, le dijeron que la necesitaban ahí. Le llevaron unos tamales y le dijeron que se tomara unos días de descanso para superar el trauma…Mariana no se suicidó, a Mariana la mataron”, aseguró.

Ahora las autoridades sanitarias y universitarias niegan los hechos con la puntualidad descrita por su madre; para ellos, la solución de los tamales y cambiar de turno al acosador era suficiente, pero no fue así. De hecho, la Fiscalía ya había cerrado el caso concluyendo suicidio, pero por la presión social tuvo que reabrirlo para investigar un posible feminicidio.

Ha habido fallas en el proceso que iniciaron con no atender la denuncia, la incineración de su cuerpo sin autorización de su madre y el vacío de autoridad que resuelva el caso.

Incinerar un cadáver tras una muerte violenta, incluso aunque se trate de un suicidio, va en contra del protocolo que establece el Código Federal de Procedimientos Penales. Las investigaciones continuarán sin contar con el cuerpo, lo cual hace más difícil llegar a la verdad pues no hay quien explique los detalles de su muerte.

Mariana se integra a los indicadores de asesinatos de mujeres por razones de género, que más de la mitad no se esclarecen; se suma a los 70 asesinatos en Chiapas a mujeres, de los cuales 29 son reconocidos como feminicidios; una más que confirma los 10 feminicidios al día en México y el 90% de los casos no resueltos; una más que motiva al grito mudo de muchas y que no logra nada.

Sigue siendo vigente la pregunta, ¿qué hacer?

Hay tareas en sororidad, sistema de justicia, aplicación de la ley, sensibilidad comunitaria - particularmente de autoridades gubernamentales-, educación, medios de comunicación y familia. Contar con protocolos de acoso y violencia de género en todas las organizaciones. Desde luego, planes concretos para frenar y castigar la violencia.

La falta de educación sexual con un enfoque hacia nuevas masculinidades confirma patrones de comportamiento en donde la mujer es un objeto de deseo, y el hombre un animal incapaz de apreciar el respeto y manejar sus emociones e impulsos.

La violencia hacia las mujeres y niñas es la violación más grave a sus derechos humanos.

La FGE-Chiapas, al igual que todas las autoridades mexicanas, refrendó su “compromiso de cero tolerancia a la violencia contra las mujeres, actuando en atención y estricto apego al debido proceso”, ojalá se vaya más allá del discurso, por lo pronto, ya hubo fallas en el proceso.

Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com



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