Opinión Editorial
Lecciones del choque Hamás-Israel
Publicación:22-05-2021
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Se requiere entender mejor el contexto que permitió la escalada actual
Es posible que finalmente se pueda restablecer la "calma" entre Hamás e Israel. Y por supuesto, los ceses al fuego son indispensables. Sin embargo, la paz no se limita a la "calma" o a la ausencia de bombardeos y misiles. El problema mayor es que, tanto entre israelíes y palestinos, como entre los actores que han mediado activamente en negociaciones previas, pareciera prevalecer la convicción de que este conflicto es imposible de resolver. Por tanto, toman sus decisiones a partir de esa convicción, y muchas de esas decisiones no solo no contribuyen a disminuir, sino que incluso alimentan a los factores que hay en el fondo del conflicto. Se requiere entender mejor el contexto que permitió la escalada actual.
Primero, es altamente impreciso afirmar que ninguna de las negociaciones entre palestinos e israelíes ha conseguido avances. De hecho, una revisión minuciosa de las conversaciones previas refleja progresos que hoy parecerían impensables. Por lo tanto, en teoría, sí existe un punto de partida para caminar. Lo que pasa es que, en los últimos años, las acciones implementadas por todas las partes han terminado por retroceder pasos avanzados.
Es decir, es importante asumir que lo que se ha venido haciendo en los últimos años al respecto de este conflicto ha terminado por fortalecer a las posiciones más duras y extremistas en ambos bandos, debilitando con ello a las posiciones pragmáticas.
Consideremos el contexto: en los últimos años vimos acciones por parte de Washington que incluyeron el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, la suspensión de fondos de apoyo para agencias palestinas y para iniciativas de paz, o el llamado "Deal of the Century" (Acuerdo del Siglo), un supuesto plan de "paz" que nunca fue el producto de negociaciones entre las partes en disputa y que recibió el rechazo inmediato de la parte palestina. De hecho, los esfuerzos para las negociaciones Palestina-Israel fueron abandonados argumentando inflexibilidad por parte de los palestinos, y se privilegió en cambio los procesos de normalización de relaciones diplomáticas entre Israel y varios países árabes, trasladando el tema palestino a un segundo plano.
Hay un proceso paralelo: el fortalecimiento de Hamás. Esa agrupación islámica no solamente se presenta ante la población palestina como más pura, menos corrupta que el partido del presidente Abbas (Fatah), sino mucho más eficaz para lidiar con Israel y para representar la resistencia ante la ocupación.
En otras palabras, el problema de implementar procesos políticos y diplomáticos que aíslan o debilitan a la Autoridad Nacional Palestina —el cuerpo que oficialmente representa y gobierna los territorios palestinos— es que se le exhibe como ineficaz, lo que se suma a otros temas internos que tienen ya muy desgastada la figura del presidente Abbas, y contribuyen a la frustración colectiva que vive la población. Esto termina por fortalecer a los actores más extremos.
Ahora, es indispensable asimilar las lecciones. La primera, un conflicto irresuelto —por más irresoluble que parezca— no mejora, sino que empeora cuando es abandonado a su suerte. Pretender enterrarlo o administrarlo, termina por explotar. La segunda, se necesita evitar las acciones que aíslan a los sectores más pragmáticos en ambos lados, y en cambio, fortalecen a los extremos. Si esos extremos toman la iniciativa, el único lenguaje que prevalece tarde o temprano, es el de la violencia. En cambio, si se hace una revisión histórica, no simplista, sino compleja, se puede apreciar que cuando esos actores pragmáticos, en ambos bandos, reciben el respaldo e incentivos adecuados, el acercamiento de las posiciones es mucho más viable de lo que aparenta.
Twitter: @maurimm
« Mauricio Meschoulam »