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Opinión Editorial


Lecciones de Coatepec Harinas


Publicación:27-03-2021
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De esa muestra de barbarie se deben de aprender lecciones para que no se vuelva a repetir

En días pasados fueron ejecutados cobardemente trece servidores públicos en una emboscada llevada a cabo por profesionales de la violencia. De esa muestra de barbarie se deben de aprender lecciones para que no se vuelva a repetir. La primera lección es evidente: falló la estrategia, realizar operativos en convoyes para prevenir el delito, sin un planteamiento táctico operativo y sin el apoyo del uso de tecnología; y falló la táctica, al momento de realizar el operativo no se dieron cuenta de que entraban a una emboscada así, cuando les comenzaron a disparar estaban ya en la zona de aniquilamiento y cometieron otro error táctico, los videos muestran que todos se concentraron detrás de la patrulla, que atrajo como un imán los disparos del maña, en lugar de buscar otras posiciones para repeler la agresión.

Otra lección es que en los enfrentamientos el número de efectivos no ofrecen ventaja, no avances apoyado únicamente en la fuerza. En las calles la ventaja no la da el número de efectivos, la ventaja la da: el liderazgo de quien lleva el mando, la hora del día en la que se actúa, el conocimiento del terreno, el tipo de armas y tecnología, la estrategia y la táctica que se vayan a utilizar y, sobre todo, el factor sorpresa.

Hoy más que nunca resulta esencial conocer las reglas que gobiernan el complicado mundo de las calles y entender cómo piensan los delincuentes y bajo qué reglas actúan. En las calles siempre hay códigos, siempre hay quienes ponen e imponen las reglas y a los demás les toca cumplir.

Primera regla: hay que aprender a leer a la gente, para saber cuándo jugar limpio y cuando jugar sucio. El hampa es un submundo en el que se juega con cartas marcadas y si tú juegas limpio con alguien que está jugando con cartas marcadas, es decir, que te está jugando sucio: pierdes. Se oye difícil pero así funcionan las calles. Segunda regla de calle: hay que aprender con quién uno no se debe de meter, porque en territorios controlados por el crimen organizado, las calles tienen dueño y las plazas tienen dueño. A veces es más aconsejable un repliegue táctico. Tercera regla de calle: en territorios controlados por el crimen organizado, aunque no veas a nadie, debes saber que siempre hay alguien que está viéndote a ti, porque la calle tiene ojos y oídos que son la red de halcones, estacas o punteros que mantienen informado al Jefe de Plaza. Cuarta regla: en las calles la sorpresa es más importante que la fuerza. Por ello la maña va a tener siempre la ventaja del factor sorpresa, porque solo ella sabe cuándo y dónde va a atacar.

Para contrarrestar estas reglas de calle lo primero que debe de tener el elemento de policía es un buen entrenamiento en estrategias, técnicas y tácticas policiales, incluyendo capacitación en ataques sorpresa en zonas urbanas, semiurbanas y rurales. Saber que cuando estás en las calles tu principal debilidad es el exceso de confianza y tu mayor fortaleza es tu entrenamiento y estar siempre en alerta amarilla. Un policía en alerta amarilla es consciente del contexto, del ambiente, del lugar en el que se desempeña, es extremadamente cuidadoso con lo que hace, a dónde va, absolutamente hermético con lo que dice y a quién se lo dice y, sobre todo, nunca cae en el exceso de confianza.

En alguna entrevista que realicé hace algunos años a un capo me decía: "…en las calles hay reglas básicas, la plebe ya conoce las reglas y las reglas no solo no se deben de romper, las reglas sobre todo no se discuten, porque aquí se hace lo que nosotros queremos". Para los policías es importante conocer las reglas que hacen que funcionen las calles. Pero más importante es reconocer la importancia que tiene su constante entrenamiento, capacitación, actualización y profesionalización, para poderlas contrarrestar.



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Héctor Chincoya Teutli

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