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Opinión Editorial


La tierra es de quien la trabaja y la necesita


Publicación:22-11-2022
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Leer a Ricardo Flores Magón fortalece el pensamiento político, a ser inflexible en los principios, poner la ideología por delante, propagar ideales

Leer a Ricardo Flores Magón fortalece el pensamiento político, a ser inflexible en los principios, poner la ideología por delante, propagar ideales revolucionarios y si es necesario levantarse en armas. A cien años de su asesinato es de los muertos que nunca mueren para quienes abrazan las causas libertarias, democráticas y transformadoras del pueblo de México.

En el Centenario Luctuoso de Ricardo Flores Magón (1873-1922) recordemos sus palabras póstumas escritas en la prisión de Leavenworth, Kansas, un año antes de su asesinato a manos del gobierno norteamericano:

"El señor Daugherty dice que soy un hombre peligroso a causa de las doctrinas que sostengo y practico. Las doctrinas que sostengo y practico son las doctrinas anarquistas y desafío a todos los hombres y mujeres honrados del mundo a que me prueben que el anarquismo es perjudicial a la raza humana.

El anarquismo tiende al establecimiento de un orden social basado en la fraternidad y el amor, al contrario de la presente sociedad, fundada en la violencia, el odio y la rivalidad de una clase contra otra y entre los miembros de una misma clase. El anarquismo aspira a la paz para siempre entre todas las razas de la Tierra, por medio de la supresión de la fuente de todo mal: el derecho de propiedad privada. Si este no es un ideal hermoso ¿qué cosa es?

Nadie cree que los pueblos del mundo civilizado están viviendo en condiciones ideales. Toda persona de conciencia se siente horrorizada a la vista de esta continua lucha de hombres contra hombres, de este interminable engaño de unos a otros. El objetivo que atrae a hombres y mujeres en el mundo es el éxito material y, para alcanzarlo, ninguna vileza es bastante vil, ni bajeza lo bastante baja para desanimar a sus adoradores de codiciarla.

Los resultados de esta locura universal son espantosos: la virtud es pisoteada por el crimen y la astucia toma el lugar de la honradez; la sinceridad no es más que una palabra o a lo sumo una máscara tras de la cual sonríe el fraude. No hay valor para sostener las propias convicciones. La franqueza ha desaparecido y el engaño forma la pendiente resbaladiza sobre la cual el hombre encuentra al hombre en sus tratos sociales y políticos.

'Todo por el éxito' es el lema y la noble faz de la Tierra es profanada con la sangre de las bestias contendientes. Tales son las condiciones bajo las cuales vivimos los hombres civilizados; condiciones que engendran toda clase de torturas y formas de degradación moral y material.

Las doctrinas anarquistas tienden a corregir todas esas influencias malsanas y, un hombre que profesa estas doctrinas de fraternidad y amor, nunca puede ser llamado peligroso por persona alguna razonable y honesta...

Declaro que mi conciencia no me reprocha haber hecho algo malo y sería un crimen de mi parte arrepentirme de lo que estoy convencido es justo; un crimen que jamás me perdonaría. El que comete un acto antisocial puede arrepentirse y, es deseable que se arrepienta; pero, no es honrado exigir promesa de arrepentimiento a quien no desea otra cosa que procurar libertad, justicia y bienestar para todos sus semejantes, sin distinción de razas o credos.

Si algún día alguien me convenciese de que es justo que los niños mueran de hambre y de que las jóvenes mujeres tengan que prostituirse; si hay alguna persona que pudiese arrancar de mi cerebro la idea de que es honrado matar en nosotros mismos ese instinto elemental de simpatía que empuja a auxiliar a los demás y de que no es monstruosa la idea de que el hombre debe ser el lobo del hombre para alcanzar el éxito con la vileza del fraude, entonces me arrepentiré. Pero como esto nunca sucederá, mi suerte está decretada: tengo que morir en presidio, marcado como un criminal.

La obscuridad va envolviéndome ya, como si estuviese ansiosa de anticipar para mí las sombras eternas en las cuales se hunden los muertos. Acepto mi suerte con resignación viril, convencido de que tal vez algún día, cuando el señor Daugherty y yo hayamos lanzado el último suspiro y lo que hemos sido quede grabado sobre una lápida de mármol en un cementerio elegante su nombre y el mío solamente un número, '14596', cincelado en alguna piedra en el cementerio de la prisión, entonces se me hará justicia".

Honor al periodista, anarquista y revolucionario Ricardo Flores Magón, cuyo ideal de “la tierra es de quien la trabaja y la necesita” nos unió con la causa de las y los trabajadores, obreros y campesinos desde hace 50 años, a través del movimiento urbano-popular Tierra y Libertad de Monterrey y con la convicción de ser felices porque una nueva sociedad sí es posible.



« Lupita Rodríguez Martínez »