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Opinión Editorial


La presidencia


Publicación:24-11-2023
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La pretensión de Samuel García Sepúlveda de buscar la presidencia de la república es una posibilidad con visos de realidad

Más que sueño guajiro como muchos han llamado a la pretensión de Samuel García Sepúlveda, hoy gobernador con licencia de Nuevo León, de buscar la presidencia de la república una vez que haya sido ungido por su partido, Movimiento Ciudadano, es una posibilidad con visos de realidad.

No tanto porque el candidato más joven y único varón, atraerá al 60 por ciento de la población mexicana conformada por jóvenes, como Glen Villarreal, secretario de Movimiento Ciudadano en el estado, lo ha manifestado, sino porque las fuerzas del poder (político-económico) están en conjura para colocar en la expresión máxima del poder a un aliado de sus propios intereses, a un conservador. 

Es cierto. La candidata del Frente Amplio Opositor, conformado por partidos perdedores que de estar en la cumbre durante años cayeron al piso sin red protectora, no da para más. Error tras error. No prende con sus chistes si bien no se quiere y requiere a un candidato o candidata chistosa. Pero su suma de datos falsos, estadísticas inservibles, estrategias fallidas le ha restado puntos a su posibilidad. 

Y por el otro lado, Claudia Sheinbaum, la candidata de Morena, surgida de una encuesta hasta la fecha turbia, quien tiene todas las ventajas, aparece cansada, fastidiada, sin brío ni empuje, sin conectar con la gente que la apoya, y que es mucha. Sin energía. Los demasiados días en que ha sido expuesta la han deteriorado. Aparece sin carisma, sin sonrisas, sin asomo de brillo. Está desgastada. 

      Y su evidente relación cercana con el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en un motivo de diáspora militante. Dicen que es lo mismo que en regímenes anteriores: el presidente pone a su sucesor. Además, la clara consigna de Claudia de seguir a la punta de la letra los proyectos de AMLO al futuro, la han alejado de los grandes núcleos de poder empresariales y de las simpatías de Estados Unidos, si bien se jacta de estar congraciada con los empresarios criollos.

Es aquí donde cabe la figura de Samuel García, un joven político que de la noche a la mañana logró conquistar un cetro que a muchos les ha llevado años: la gubernatura de Nuevo León, uno de los estados del país más empresariales y pro norteamericanos. Con un discurso duro, seco, pleno de folklor y florituras verbales sin moños y con el apoyo de los sectores conservadores del estado, Samuel representa los intereses globales empresariales y de la política tradicional, a pesar de que diga que es una nueva política.

Ha presumido logros de inversión extranjera directa en Nuevo León, "como nunca antes" y eso quiere para el país. Es decir, pretende llenar los espacios de la nación de empresas extranjeras. Eso es, ceder el terreno mexicano, salvo artículos a favor, a las empresas extranjeras. Y los bienes, las fuentes naturales, la energía, verde o fósil, la mano de obra barata. 

      Samuel García está a favor de convertir a México en una empresa. Por eso su candidatura a la Presidencia. Y por eso tiene el apoyo irrestricto de los empresarios y, desde luego, de los sectores conservadores del país. Además, claro del 60% de los ciudadanos mexicanos, que son jóvenes. Con que el 50% de ese 60% vote a favor de Samuel, ya la hizo. Si votan, porque los jóvenes por lo general no votan.    




« Arnulfo Vigil »