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Opinión Editorial


La polarización como estrategia


Publicación:10-11-2022
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En México estamos polarizados y AMLO lo fomenta porque es parte de su estrategia de poder. Además, lo disfruta

Desde que Andrés Manuel asumió la presidencia en 2018, la sociedad mexicana ha estado polarizada. El presidente ha impulsado iniciativas constitucionales que le han permitido realizar ajustes presupuestales, programas sociales, obras estratégicas, ampliación de las funciones del ejército y muchas otras acciones que lejos de motivar al diálogo y a la construcción inteligente de propuestas, impone la decisión presidencial a través del ataque, la descalificación y argucias legales con el apoyo de su partido. Divide a la opinión pública para ponerse al lado del pueblo bueno y sabio a quien defiende de los conservaduristas y corruptos.

Ahora el ojo del huracán está en la iniciativa de reforma electoral que además de seguir el mismo esquema polarizante, pone en peligro la democracia. Un evidente autoritarismo.

Hace unos días en su mañanera, AMLO llamó a los organizadores de las próximas marchas ciudadanas para defender al INE: rateros, racistas, clasistas, aspiracionistas hipócritas, achichincles y despistados. Ese es el nivel del diálogo político que promueve.

En el libro “La revancha de los poderosos: Cómo los autócratas están reinventando la política en el siglo XXI”, su autor Moisés Naím (2022) señala de una manera muy clara que un nuevo enemigo amenaza la libertad, la prosperidad y hasta la supervivencia de las sociedades democráticas. Se refiere al poder como una forma nueva y maligna de afectar a la población.

Naím expresa que en todas las épocas ha habido una o más formas de maldad política, sin embargo, lo que estamos viendo hoy es una variante revanchista. 

Esa es la razón por la que en los últimos años han triunfado una nueva casta de políticos ávidos de poder, líderes nada convencionales que vieron el declive del poder tradicional y comprendieron que una estrategia radicalmente nueva podía ofrecer oportunidades hasta ahora inexploradas. 

Así, señala que surgen en todo el mundo, tanto en los países más ricos como en los más pobres, en los que poseen instituciones más complejas y en los más atrasados. Habla de Donald Trump, Hugo Chávez en Venezuela, Viktor Orbán en Hungría, Rodrigo Duterte en Filipinas, Narendra Modi en India, Jair Bolsonaro en Brasil, Tayyip Erdogan en Turquía, Nayib Bukele en El Salvador y por supuesto, de nuestro Andrés Manuel López Obrador.

La fórmula de Naím la simplifica en tres palabras: «populismo», «polarización» y «posverdad», las «tres P’S» que utilizan los «autócratas 3P» quienes consolidan su poder, ocultan su plan autocrático detrás de un muro de secretismo, confusión burocrática, subterfugios seudolegales, manipulación de la opinión pública y represión de los críticos y adversarios. Son líderes elegidos de forma democrática, pero propensos al autoritarismo. 

El libro es muy interesante pues describe perfectamente el ambiente que hoy estamos viviendo en México con nuestro líder de la 4T.

La polarización como una estrategia para obtener y ejercer el poder, consiste en «agudizar las contradicciones», señalar a los malvados y dificultar las decisiones ciudadanas y colectivas.

Todos los problemas del pueblo se deben a las decisiones conspiratorias y siempre corruptas de una clase dirigente mercenaria. Los líderes populistas aseguran que encarnan la voluntad popular y defienden su causa contra la élite corrupta. Así, utilizan los insultos, la demonización de los rivales y la intolerancia. Se apoyan en un mundo de fe e instinto, no de datos y ciencia.

Los expertos y los medios de comunicación son cómplices de las humillaciones que sufre el noble pueblo que necesita al líder populista salvador.

Para Naim, lo que estos líderes autoritarios tienen en común, además de la polarización y el populismo, es que saben que, para afianzarse en el poder, deben desmantelar los controles que se lo impiden, por eso limitan poderes, intervienen en las selecciones de ministros, fiscales, tribunales o eliminan instituciones.

Gobernar sin restricciones.

El menosprecio hacia las instituciones y hacia las élites se metastatiza. Y, por desgracia, cuando esta dinámica arranca, el paso siguiente más probable es caer en la kakistocracia: el Gobierno de los peores elementos de la sociedad.

El populismo, al hacer hincapié en defender al pueblo de las malvadas élites, alimenta la anti política que mina la capacidad de la sociedad de tomar decisiones colectivas, de resolver las diferencias de forma sosegada, institucional e inteligente, y de construir estructuras que nos incluyan a todos. Deja tras de sí una esfera política que solo se puede gobernar por imposición. 

¿Le parece una buena descripción de lo que vivimos?

En México estamos polarizados y AMLO lo fomenta porque es parte de su estrategia de poder. Además, lo disfruta.

Naim señala que cuando la máscara cae puede ser demasiado tarde. Ojalá no sea nuestro caso. Estamos a tiempo, por lo pronto, vayamos a marchar para defender al INE.

Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com



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