Opinión Editorial
El lugar más peligroso del mundo
Publicación:07-07-2021
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: “El ascenso de China es una inevitabilidad histórica y no seremos intimidados, oprimidos o subyugados por otras naciones"
En el discurso del primer centenario del Partido Comunista Chino, el presidente Xi Jinping, con destinatario azul y rojo, lanzó la siguiente advertencia: “El ascenso de China es una inevitabilidad histórica y no seremos intimidados, oprimidos o subyugados por otras naciones. Cualquiera que se atreva a intentarlo, encontrará su cabeza golpeada y ensangrentada contra un gran muro de acero forjado por más de 1,400 millones de chinos”. Caray, habrá que leer entre líneas y hacerlo detenidamente para comprender el momento del discurso intimidatorio y amenazante.
Contrario a la prudente y conciliatoria narrativa de su predecesor Deng Xiaoping, muy consciente de quien lo dice y sus repercusiones en la geopolítica, el actual timonel chino no se mide en sus advertencias. Dejando que vuele la imaginación, quizás el mensaje subyacente se refería al avance de la tecnología 5G de Huawei, tal vez estaba pensando en los territorios arbitrariamente ocupados en las islas artificiales del Mar de la China Meridional (South China Sea) o mucho más delicado aún, probablemente estaría pensando en alguna extensión territorial. Al tiempo lo sabremos, pero para quien tiene un diáfano y ambicioso plan de influencia global para 2049 y otro militar y secreto de corto plazo, decirle sin escrúpulos y sin nombrarlo a EUA que “encontrará su cabeza ensangrentada” no es cualquier cosa.
En otro tono y con mucha humildad y visión de largo plazo, el líder político chino anunció que su nación estaba lista para aprender de los logros de otras culturas y permanecía abierta a sugerencias y criticas constructivas. De la misma forma, Xi habló de implementar reformas valientes en todos los frentes que abonen a una filosofía de crecimiento de calidad en ciencia y tecnología, pero, con bases de la doctrina social de la iglesia, siempre sirviendo y centrado en la persona.
Volviendo a la diatriba, el bizarro discurso de Xi asevera que el destino de China permanecerá en sus propias manos. Aseveró que nadie debe subestimar la resolución de China por proteger su soberanía y su territorio, los 95 millones de miembros del Partido Comunista y los 1.4 millardos de pobladores nunca lo permitirán.
Perfectamente consciente de quien lo dice y por qué, en forma desafiante Xi habló de la importancia de mantener en la nueva era el Marxismo en un contexto chino y el desarrollo del socialismo con características chinas. A sabiendas de ser una ideología opuesta a la occidental, decretó que la mayor fortaleza del Partido Comunista Chino era salvaguardar a toda costa su sistema totalitario.
El presidente Xi fue más allá al afirmar que la reunificación de Taiwán es una misión histórica, un compromiso ineludible del Partido Comunista y una aspiración del pueblo chino. Es que el gobierno chino realmente considera a Taiwán como una provincia más y un territorio al que han tenido derecho desde el año 239 DC. Aquí es donde la geopolítica se torna color de hormiga.
Para comprender la relación sino-estadounidense con respecto a Taiwán, habría que remontarse unas cuantas décadas. Durante una visita secreta de Henry Kissinger en 1971, los EUA acordaron reconocer a Beijín y no a Taipéi, como la única legítima China y a cambio de ello, desde entonces han tenido un entendimiento implícito de que China no reincorporará a Taiwán a la fuerza.
A pesar del acuerdo de paz, en años recientes tanto republicanos como demócratas han competido para ver quién pudiera “castigar” más a China por su insolencia. Biden no ha sido la excepción subiéndose a la ola de ofensas con un discurso incendiario, divisorio e injusto diciéndole al mundo: “Estás con nosotros o en contra nuestra”. Más aún, el presidente norteamericano está destinando billones de dólares en infraestructura y tecnología con el firme propósito de ganarle en la carrera de largo plazo a quien él llama “el Estado exitoso más autoritario del mundo”.
Pues bien, por algún extraño comportamiento humano, tener un enemigo en común une a una nación por una causa compartida. En el caso de China, el 89% de los estadounidenses lo consideran más un adversario que un socio comercial. Quizás con la intención de crear una crisis artificial en torno a un enemigo común, el comandante norteamericano en la región del pacífico ha dicho que: “Creo que China atacará a Taiwán en menos de seis años”. Igualmente, el ministro de relaciones exteriores de la antigua isla de Formosa, Joseph Wu, ha advertido que su país “tiene que estar preparado”.
Debido a lo anterior, la normalmente circunspecta revista The Economist calificó el mes pasado a Taiwán como el lugar más peligroso del mundo. ¿Será? Francamente no lo creo. Taiwán no es lo mismo que Chipre o Ucrania donde el pusilánime mundo occidental no hizo nada para evitar o revertir las invasiones turcas y rusas.
A pesar de los discursos y amenazas, China recuerda perfectamente bien dos cosas: el entendimiento pacifista con EUA y lo mucho que le ha costado reponerse de la humillación histórica por parte de los occidentales. Francamente veo cuesta arriba que los chinos estén dispuestos a cruzar la línea y arriesgar el todo por el todo. Quizás en un futuro veamos a la diplomacia china ofreciendo una generosa opción a Taiwán para unirse “voluntariamente” al territorio continental.
« Eugenio José Reyes Guzmán »