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Opinión Editorial


Docentes armados en las escuelas


Publicación:01-08-2022
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El debate sobre si los docentes y el personal administrativo escolar deben o no portar armas en las escuelas.

El debate sobre si los docentes y el personal administrativo escolar deben o no portar armas en las escuelas, aunque sigue vigente, podemos considerar que ya trascendió hacia un hecho consumado. Varios estados de la  Unión Americana permiten en sus leyes, desde 2013 y, de manera más reciente, que el personal escolar pueda portar armas de fuego en el plantel educativo.

El debate sigue vigente pero cada vez son más los distritos escolares que permiten que los profesores, directores y los superintendentes, puedan portar armas. Con motivo de la matanza escolar de Uvalde, Texas, aumentaron los distritos escolares que están de acuerdo con asumir esta mediada para proteger sus escuelas.

Los motivos que esgrimen son básicamente tres: (a) la policía tarda mucho en llegar al lugar de los hechos, cuando una agresión armada ocurre en cuestión de minutos; (b) este tiempo de espera es mayor en localidades apartadas, especialmente en el ámbito rural; (c) algunos docentes prefieren defender a sus alumnos(as) de manera activa, en lugar de ser víctimas pasivas.

También existe en la cultura norteamericana un sentido de independencia muy marcada, al considerar que no se puede depender de nadie más cuando de tu propia seguridad se trata, cada quien debe defenderse con sus propios medios y no esperar a que sea el Estado quien acuda en tu rescate.

El concepto de la autodefensa es muy antiguo, y tenía sentido allá en el viejo oeste o en contextos donde la inseguridad era muy marcada y la gente no tenía más remedio que defenderse por sus propios medios; pero los Estados Unidos no son Pakistán. En aquél país de Asia del sur, hoy en día, en algunas escuelas las profesoras reciben capacitación exprés en el manejo de armas para la autodefensa escolar, considerando que en lugares rurales y aislados llegan grupos amados de los talibanes que matan al personal docente de las escuelas. No hay más remedio que las profesoras se preparen en el manejo de AK-47  aunque no les guste la idea, el estado paquistaní no es lo suficientemente fuerte para brindarles la seguridad que requieren.

Los Estados Unidos no son Pakistán, las instituciones de seguridad son más poderosas y eficientes, sin embargo, algunos docentes no confían en sus instituciones policiacas; en el caso Pakistán, las profesoras no tienen otra opción, o intentan auto defenderse o mueren como víctimas de los talibanes.

En este debate debemos  de tener claro tres premisas básicas: (1) garantizar la seguridad escolar es fundamental para cada distrito escolar; (2) los docentes no son policías;  (3) portar y utilizar un arma de fuego conlleva responsabilidades penales por su uso deliberado o accidental.

La primera premisa, para reflexionar sobre ella me pondría en los zapatos de un superintendente escolar, quien como responsable máximo del distrito escolar deberá proveer la seguridad escolar indispensable para que la comunidad educativa permanezca a salvo y guardar su integridad a toda costa. Para ello, como superintendente, llegaría a un acuerdo con las autoridades del condado, que brinden apoyo con la presencia de elementos policiacos en los alrededores del plantel de manera continua. Además, utilizaría recursos tecnológicos de vanguardia para la vigilancia de la escuela monitoreada desde la oficina del Sheriff, con botones de pánico y llaves electrónicas de acceso para permitir la entrada a solo personal autorizado. Finalmente, considerando el nivel de riesgo, contrataría personal de seguridad interna en las escuelas, personas con conocimiento y experiencia policiaca que puedan detener a uno o más atacantes armados.

Sobre la segunda premisa podemos considerar que la vocación docente es muy especial y, a la vez, puede convivir simultáneamente con otros intereses vocacionales propios de los profesores(as), algunos les gustará el arte, la ciencia, el derecho, la literatura, la psicología, la música, la criminología, el deporte, entre otras muchas vocaciones diversas.

Sólo como un apunte, en Nuevo León, conocemos a un docente que antes de llevar a cabo sus estudios en la Normal Superior, egresó de la Academia de Policía de San Nicolás, posteriormente realizó estudios de derecho y criminología en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Cuando surgió el tema de la crisis de inseguridad en el Estado, tenía el mejor perfil para conducir la coordinación estatal de Seguridad Escolar y así lo hizo con mucho éxito. Poseía para ello, la vocación policiaca y la vocación docente que supo combinar acertadamente.

La mayoría de los docentes no poseen una vocación policiaca, así que es mejor que ambos oficios sean realizados por personas diferentes, con experiencia y especialización en su campo. Esto no descarta que el personal docente reciba cursos de capacitación para aprender a defender a su grupo de alumnos(as) en caso de una agresión armada, los protocolos son indispensables.

Sobre la tercera premisa tenemos una máxima conocida en el argot policiaco: “Cada policía es responsable de cada una de las balas que salen de su pistola”. Si un docente con un entrenamiento deficiente, especialmente para enfrentarse a una persona armada con superioridad en cuanto armamento, si dispara de manera poco acertada, posteriormente tendrá que dar cuenta ante la justicia sobre su errático proceder en caso de que una de sus balas mate o hiera a alguno alumno(a) inocente.

En pocas palabras, portar un arma es un, para utilizar una palabra coloquial, es un paquetón, una responsabilidad mayúscula, el docente armado tendrá que hacer uso de su escuadra 9mm  en contra de un exalumno, un joven desadaptado que ahora porta un rifle de asalto y está dispuesto a morir en el intento de matar a sus excompañeros de colegio, pero que fue su alumno(a) en algún momento de su escolarización.

Estados Unidos no es Pakistán, y puede brindar una respuesta más sofisticada a la amenaza de las matanzas escolares, armar a los docentes es una idea anacrónica; la propuesta de legislación reciente por parte de los diputados norteamericanos es un buen inicio, donde proponen que se regule la venta de rifles de asalto, los cuáles no deben estar en manos de ciudadanos considerando que son armas de guerra. Recordemos que los ciudadanos son civiles, es decir, poseen una misión y vocación diferenciada de la militar.

Se trata de una iniciativa de ley que seguramente será bloqueada en el Senado dominado por mayoría republicana, pero es un paso muy importante en cuanto a concientización de la clase política; estamos seguros que  en la medida en  que los rifles de asalto sean legalmente regulados, el nivel de violencia por armas de fuego se verá limitada en su letalidad de manera muy significativa.




« El Porvenir »
Arturo Delgado Moya


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