Opinión Editorial
Dignidad ciudadana
Publicación:14-02-2022
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Gravísimo. Fue gravísimo lo que pasó el viernes en la conferencia de prensa que todos los días se hace desde y por el poder público.
Gravísimo. Fue gravísimo lo que pasó el viernes en la conferencia de prensa que todos los días se hace desde y por el poder público, desde el poder de la Presidencia de la República. El presidente, que es el mandatario que más ha aglutinado poder en los últimos 25 años, exhibió los ingresos de un ciudadano. En este caso fue un periodista, pero podría haber sido cualquier persona. El Presidente violó los más elementales derechos de un ciudadano. Ese solo hecho es un delito. Sin embargo, si viene de la cabeza del Poder Ejecutivo, se trata, además, de un abuso de poder. Todo esto sin mencionar la falta de ética en la intención y consecución del acto. No hay manera de defender al Presidente. La defensa es una apología del delito.
Claro que el caso se agrava por las circunstancias: un presidente al que no interesan ni el derecho ni los valores democráticos; el hijo del presidente en evidente conflicto de interés, al estar vinculado con una empresa a la que le adjudicaron millones de dólares en contratos con el gobierno de Morena.
El poder tiene límites y no sólo legales sino también éticos. En este caso se cruzaron ambos.
Nos dimos cuenta de que ese acto del poder del Estado, esa violación de derechos humanos elementales, que ese desplante de poder, si se podía hacer contra Carlos Loret, era porque se podía hacer contra quien fuera. Todos sabemos que, además, el acto es ejemplar. Lo sabe un gobernador cuyo estado tiene elecciones este año y que, al ver lo que sucedió el viernes, ya se dio cuenta de que si no concede lo que el gobierno quiere puede acabar en el mismo lugar de exhibición imprudente y autoritaria; lo sabe el juez y la o el magistrado que mira con asombro la violación al derecho.
Y, frente a la oscuridad y el desplante de poder del Estado, en la tarde-noche, un espontáneo ejercicio ciudadano se llevó a cabo a través de una plataforma dirigida por un puñado de valientes hombres y mujeres que pusieron lo que tenían para escucharnos unos a otros y expresar libremente nuestra solidaridad. Las y los organizadores de ese "Space" estuvieron horas tratando de dar la palabra, horas de ejercicio democrático, de poder y fuerza ciudadana, horas que convirtieron la oscuridad del abuso del poder en la esperanza de la indignación pacífica de las y los ciudadanos. Esperanza pura, dignidad ciudadana, dignidad mexicana.
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