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Opinión Editorial


AMLO quiere destruir a la iglesia católica


Publicación:11-08-2022
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AMLO quiere imponer en México su religión —la cristiana— e ir desplazando a la católica. Lo hace no solo por razones dogmáticas sino con un objetivo electoral


El gobierno ordenó al presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas y Evangélicas, Arturo Farela, salir a decir que la Iglesia Católica está tratando de incendiar al país.

Con esta acusación López Obrador no solo responde a las críticas hechas por obispos, arzobispos y sacerdotes en contra de su política de "abrazos, no balazos", sino que deja ver una descarada maniobra para dividir y enfrentar a las iglesias del país.

Farela ha sido desde el principio del sexenio la marioneta del gobierno para dinamitar a la Iglesia Católica y el Estado laico. Lo escogió a él y a su pequeño grupo religioso (Confraternice) para que distribuyeran la famosa "Cartilla Moral" que ha pasado al cementerio de los olvidados.

Farela y López Obrador son gemelos ideológicos. Ambos profesan religiones similares. Son dogmáticos. Los dos fueron vagos e inconsistentes como estudiantes. Están en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo, rechazan el aborto y desprecian a los partidos políticos.

Sin embargo, el pastor tiene aspiraciones políticas. Busca que Morena elimine de la Constitución el impedimento para que los ministros de culto puedan ser votados y ocupar un cargo público. Promueve que su religión se haga cargo de la educación en el país y que un culto, como el suyo, pueda tener concesiones en medios de comunicación.

Aunque no lo dice y aparenta ser un seguidor del pensamiento juarista, López Obrador ha querido utilizar la fe cristiana como arma de penetración política.

AMLO quiere imponer en México su religión —la cristiana— e ir desplazando a la católica. Lo hace no solo por razones dogmáticas sino con un objetivo electoral: considera que la disminución de católicos en el Censo de Población y el aumento de fieles a las iglesias protestantes y evangélicas, representa una oportunidad crucial para hacer de esa fe un poderoso instrumento propagandístico que coopte votos a favor de Morena.

El Presidente de México le ha declarado la guerra a la Iglesia histórica de los mexicanos. El trato canalla que dio al asesinato de dos jesuitas en la Sierra Tarahumara terminó por confirmar que a López Orador no le gustan los católicos.

La respuesta de la Iglesia romana fue iniciar una jornada por la paz y la concientización. Sin embargo, tendrá que asumir otros retos: defender los derechos humanos y democráticos de una nación cuya idiosincrasia y fundamentos culturales están enraizados en el catolicismo.

López Obrador tiene claro que la destrucción del México actual, de sus creencias y tradiciones, valores y principios, pasa necesariamente por marginar a la Iglesia Católica. Por arrebatarle el centro ideológico.

Si Morena gana el 24 estará dispuesta a lanzar una guerra de religiones. El verdadero incendio se prepara en los sótanos inquisitoriales de Palacio Nacional.

Twitter: @BeatrizPages



« Beatriz Pagés »