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Opinión Editorial


Adiós al año turístico


Publicación:20-12-2022
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La pandemia, además de recortar brutalmente las corrientes turísticas, conllevará un replanteamiento del modo en que se practican los viajes y el turismo

Concluye 2022 y, en lo que toca al turismo, luego de los estragos causados por la pandemia en 2020 y 2021, se puede reconocer que este ha sido un año caracterizado por la consolidación del curso de recuperación, aunque la paulatina vuelta a la normalidad tiene distintas velocidades, destacando el estancamiento persistente en el entorno de China como emisor y receptor debido a la política gubernamental de cero Covid, así como la incidencia directa en el área del conflicto bélico provocado por la impresentable invasión de Rusia a Ucrania.

Ciertamente, la dimensión de las afectaciones, a pesar de la recuperación, es descomunal; de acuerdo con las estimaciones de la Organización Mundial del Turismo, el volumen de turistas internacionales se situará al cierre del año 35% por debajo de los niveles de 2019, es decir unos 500 millones menos de viajes.

La pandemia, además de recortar brutalmente las corrientes turísticas, conllevará un replanteamiento del modo en que se practican los viajes y el turismo; algunas de las transformaciones ya asoman su rostro, aunque habrá que ver si los cambios son realmente estructurales o, más bien, son sólo una situación pasajera resultado de la coyuntura. En todo caso, tres aspectos estarán moldeando los viajes: nuevas reglas de estacionalidad, aceleración de la digitalización y un mayor compromiso de los jugadores del sector con la sostenibilidad ambiental.

Sobre el primer punto, el confinamiento forzó la permanencia en los hogares, pero la tecnología estaba lo suficientemente madura para permitir una explosión del ‘home office’ y un rápido aprendizaje de la portabilidad de las oficinas, abriendo nuevas posibilidades para el ‘bleisure’ expresión que se utiliza para denominar a los viajes que combinan los negocios y el placer. A partir de ello parecen aplicar nuevas reglas, pues las definiciones que regían la estacionalidad se han diluido; es decir, por qué regresar de una escapada en un fin de semana el domingo, como solía hacerse de manera regular, o por qué viajar en verano, si se puede hacerlo en otra temporada con mejores condiciones tarifarias y mantenerse trabajando a distancia.

En cuanto a la digitalización, no es que la pandemia haya provocado un giro en lo que ya se venía haciendo, pero sí que ha sido un importante recordatorio de la multiplicidad de ángulos en que lo digital tiene que ver con el turismo, que pasan por el desarrollo de contenidos para impulsar el marketing de empresas y destinos, la comercialización de los servicios turísticos de un producto que no requiere ser desplazado, las toneladas de información que dejamos las personas en nuestra vida diaria que permiten un mejor perfilamiento de las ofertas turísticas y aplicaciones de bioseguridad que pronto serán la normalidad, como el caso de los sistemas de identificación de personas para realizar un viaje aéreo.

Por lo que se refiere a la sostenibilidad ambiental y, muy particularmente al cambio climático, el mundo (y el turismo no es la excepción) avanza con pasos agigantados a una catástrofe por el calentamiento global y la velocidad de respuesta para prevenir que esto ocurra es, exasperadamente, lenta. Parafraseando a Vince Lombardi, se puede decir que en el futuro inmediato el cambio climático no es lo más importante, sino que es lo único importante.

En todo caso, al cierre del año queda claro, una vez más, que los viajes son parte del estilo de vida de las sociedades posmodernas y ello explica que en poco tiempo el turismo regresará al crecimiento que lo caracteriza.

Director del Centro de Investigación y Competitividad Turística (Cicotur) Anáhuac

Twitter: @fcomadrid



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