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"Aguililla está muerto, narcos lo acabaron"
Publicación:25-02-2022
TEMA: #Violencia
Son decenas de casas, negocios y señalamientos viales baleados
AGUILILLA, Mich./EL UNI.- Las huellas de la guerra de los cárteles en Michoacán permanecen en medio de las operaciones del
Ejército mexicano para pacificar y regresar el Estado de derecho en la región de la Tierra Caliente michoacana. Son decenas de casas, negocios y señalamientos viales baleados, que representan el rastro de los enfrentamientos del "Cártel Jalisco Nueva Generación "y sus enemigos de los "Cárteles Unidos" en el municipio de Aguililla, por el control del territorio y de las actividades ilícitas. Entre calles y plazas vacías, se ven fachadas, ventanas y puertas perforadas por balas de distintos calibres en los inmuebles de concreto y adobe de las comunidades de Naranjo de Chila, San José de Chila y El Aguaje, de acuerdo con un recorrido que realizó EL UNIVERSAL en estas rancherías. Para los pocos pobladores que aún permanecen en las localidades de Aguililla, Michoacán, es normal ver las casas y comercios en esta situación, aunque la gran mayoría están abandonados porque sus ocupantes optaron por salir de la comunidad. A unas cuadras de la plazuela central de Aguililla se encuentra una vivienda que había sido edificada con abobe, totalmente derrumbada: "Hay casas a las que les pusieron bombas, casas que están derrumbadas por la lucha de los cárteles en Aguililla", comentó el señor Manuel, quien tiene un taller de bicicletas en el centro del municipio. Por estos actos, aseguró, el pueblo "está muerto, todos tenemos miedo porque llegan unos y sacan a otros, nosotros sólo oímos lo que está pasando pero ahí la llevamos poco a poco y que sea lo que Dios quiera. Todas las noches nos encomendamos a Dios para que no nos pase nada". "¿Ustedes son de los buenos o de los malos?", preguntó Alison a la sargento Marisol que pasaba frente a ella en la plaza de la cabecera municipal de Aguililla, donde realizaba labores de vigilancia. "De los buenos", le respondió la militar con una sonrisa a la pequeña de cinco años de cabello rubio y ojos verdes, que le correspondió con un saludo levantando su mano derecha. Sentada en una banca, Alison acompaña a su abuela María, quien pensativa contempla la plazuela semivacía y silenciosa, lo que indica que los pobladores de esa localidad de la Tierra Caliente michoacana siguen temerosos de salir y retomar su vida normal, pese al repliegue del "Cártel Jalisco Nueva Generación" por la entrada de las tropas del Ejército mexicano.
« El Universal »
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