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El nuevo enemigo de SpaceX y Elon Musk

El nuevo enemigo de SpaceX y Elon Musk
Bill Gates se apunta a la carrera espacial

Publicación:23-12-2021
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No hay dos multimillonarios espaciales sin tres: Bill Gates se sube a la carrera espacial invirtiendo en la nueva compañía aeroespacial Stoke Space.

Bill Gates ha entrado en la partida. El magnate americano se ha unido al exclusivo club de los multimillonarios con cohetes espaciales invirtiendo en Stoke Space, una de las compañías que quieren competir con SpaceX, usando dos nuevas tecnologías que no tiene Elon Musk, dicen.

Como apunta 'Space News', Stoke Space ha reunido 65 millones de dólares la semana pasada en una inyección de capital capitaneada por la inversora de riesgo Breakthrough Energy Ventures, propiedad del cofundador de Microsoft. Según la compañía aeroespacial, usarán el dinero para terminar de desarrollar la segunda fase de su cohete reutilizable —en la imagen sobre estas líneas— con el objetivo de realizar la primera prueba a finales de 2022.

Las tecnologías de Stoke Space

La empresa basada en Seattle, Washington —hogar de la propia Microsoft—, no ha compartido información técnica sobre estas dos tecnologías que le pueden dar una ventaja sobre el resto de competidores en la nueva carrera espacial. Solo sabemos que una de ellas tiene que ver con los motores. La compañía no ha revelado detalles, pero no son parecidos a los que estamos habituados. Stoke Space afirma que son más potentes y eficientes que los de la competencia. Según su cofundador —Andy Lapsa—, “será de lejos el motor de cohete con mayor rendimiento de todos los lanzadores pequeños”.

La segunda tecnología es el escudo térmico que protegerá la segunda fase del cohete en su reentrada en la Tierra. El SpaceX Starship utiliza azulejos de cerámica para absorber el calor que ocasiona la fricción atmosférica en la reentrada y, teóricamente, evitar que destruya el casco de acero de la nave. Stoke Space afirma que no usará este sistema. Los azulejos de cerámica, asegura, son demasiado frágiles. Según Lapsa, “resolver ese problema fue esencial en nuestros primeros días y, francamente, si no hubiéramos tenido [una idea] que pensáramos era factible, probablemente no hubiéramos comenzado esta compañía”. Lapsa afirma que usar azulejos requiere inspecciones laboriosas y continuas que limitan seriamente el tiempo entre lanzamientos. Los cohetes de Stoke Space, dice, deben ser capaces de despegar y aterrizar de forma precisa en un punto para luego estar listos para el despegue unas horas más tarde.

De hecho, en las primeras versiones del Starship, Elon Musk admitió que las placas térmicas son un problema y prometió que su nave no tendría el típico escudo de azulejos térmicos como el del transbordador de la NASA. Musk dijo que utilizaría un sistema de refrigeración interna para evitar que el casco alcanzara temperaturas que pudieran poner en peligro la integridad física de la nave. Como hemos visto más tarde, Musk descubrió que su idea no era posible por ahora y añadió azulejos térmicos hexagonales a la panza de la nave espacial.

La nueva carrera espacial

La carrera espacial no muestra signos de crisis, aunque Musk anunciara que SpaceX estaba en peligro de bancarrota por el desastre del desarrollo de los nuevos motores Raptor (aunque, a juzgar por el vídeo que publicó recientemente en Twitter, la crisis tiene pinta de estar mejorando).

Aparte del acelerón chino y sus planes para desarrollar nuevas tecnologías de propulsión y conquistar la Luna y Marte con sus propias colonias, en Estados Unidos las empresas privadas se apelotonan en su guerra contra SpaceX. Entre ellas, hay compañías que ya han alcanzado órbita con éxito, como la californiana Astra —que lanzó su cohete a 500 kilómetros de altura para llevar una carga para la Fuerza Espacial de los Estados Unidos— o Rocket Lab —que hizo lo propio poniendo dos satélites a 430 kilómetros de altura—. Luego están las clásicas, como United Launch Alliance, y las que todavía no han llegado a órbita, como Blue Origin. Pero la más prometedora por los enormes beneficios que su tecnología traería a la industria aeroespacial en Relativity. Esta 'startup' está construyendo motores y cohetes enteramente con impresión de metal 3D, algo que rebajaría tanto la complejidad como el coste de fabricación de estas máquinas, que además también serían reutilizables. Afirman que su primer cohete —el Terran— despegará el año que viene desde el complejo de lanzamiento 16 en la base de la Fuerza Espacial estadounidense en Cabo Cañaveral. Entre todas estas empresas, 2022 va a ser movidito.



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