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De la regulación digital al invierno cripto

De la regulación digital al invierno cripto
La nube pública conquista España

Publicación:31-12-2022
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Repasamos las noticias tecnológicas del año (II).

En el penúltimo día del año, publicamos la segunda parte del reportaje especial en el que recogemos los que han sido los grandes titulares tecnológicos que nos ha dejado 2o22.En la primera parte de nuestro reportaje, os hablábamos de las consecuencias que ha tenido para la industria tecnológica la guerra de Ucrania, de cómo la IA estaba (esta vez sí) cambiando las reglas de casi todo lo conocido en informática, o de cómo para sorpresa de casi nadie, el metaverso incumplió prácticamente todas sus promesas.

En esta segunda parte, repasamos las ambiciones de Estados Unidos y Europa por hacerse con mayores cuotas de mercado en el sector de los semiconductores, cómo la UE ha pasado un año regulando «a lo grande», o cómo para el Bitcoin y otros activos digitales ha llegado el largo invierno. ¡Comenzamos!

Mi propia fábrica de chips

Europa necesita desesperadamente más chips y semiconductores. Y sobre todo, necesita demostrar que el viejo continente puede llegar a ser tecnológicamente independiente, construyendo nuevas redes de suministro que limiten su dependencia de los países asiáticos. Este es uno de los principales mensajes que desde las distintas instituciones comunitarias se ha repetido con más insistencia en el último año.

Para demostrarlo, en 2022 los países miembros de la Unión Europea se han puesto de acuerdo para apoyar un plan de 45.000 millones de euros destinados a financiar la fabricación de chips. Con este paso se acerca a la región un poco más a su objetivo de reducir la dependencia de fabricantes estadounidenses y asiáticos en cuanto a procesadores.

Tras su puesta en vigor, se espera que la UE consiga hacerse con un 20% de la cuota mundial de fabricación de chips para 2030. Actualmente solo tienen el 8%, una caída muy drástica desde el 24% con el que contaban en el año 2000. Pero es que estos movimientos se están dando a la vez en distintas regiones del mundo y de hecho, los principales fabricantes aseguraban hace unos días que están dispuestos a invertir hasta 50.000 millones de dólares en la construcción de 84 nuevas fábricas en los próximos dos años.

Mientras eso ocurre, el Gobierno español ha conseguido de momento arrancar algunos compromisos interesantes, como el primer centro de diseño de chips impulsado por Cisco en la UE (se situará en Barcelona) o el laboratorio de I+D de Intel.

Regulación de los mercados digitales

Puede que la UE no sea la región del mundo que más invierte en I+D o una campeona tecnológica. Pero es una potencia a la hora de redactar legislación y distintas regulaciones. De hecho, a menudo el cuerpo legal que emerge de Bruselas sirve de inspiración para otros países. Y este año se ha regulado… ¡y de qué manera!

En primer lugar, con su Ley de Mercados Digitales (Digital Markets Act, DMA), su apuesta para equilibrar la competencia en el sector tecnológico en Europa y poner freno a las grandes tecnológicas. Su fin, también es hacer posible que las compañías de tecnología más pequeñas puedan competir con las más grandes. Entre las primeras medidas que nacen al calor de la nueva ley, el hecho de que Apple tenga que abrir su Appstore a terceros a partir de 2024.

La regulación europea también ha impuesto este año la fecha tope para que los smartphones nuevos que se vendan en los países miembros adopten como puerto de carga el conector USB-C; ha dado pasos de gigante para asegurar a los consumidores el derecho a reparar su dispositivos y acaba de aprobar la nueva ley de resiliencia cibernética, por la que exigirán a los fabricantes hagan las revisiones necesarias para que sus dispositivos no sean víctimas de ciber-ataques.

Winter is coming

En 2022 se han acumulado el número de expertos que han llegado a una conclusión similar: si no es para especular, ¿para qué sirven las criptomonedas? Ni siquiera valores tan supuestamente “serios” como el Bitcoin han conseguido demostrar un mínimo de fiabilidad y el último año, se ha convertido en una auténtica montaña rusa que ha llevado a estos activos digitales a sus mínimos históricos.

Hace unos meses, Paul Kraugman, ganador del Premio Nobel de Economía, comparaba la situación de este mercado con la burbuja que se generó alrededor de la vivienda y las hipotecas subprime y que dieron lugar a una de las peores crisis económicas que se recuerdan. El tiempo no ha tardado en darle la razón. Además del hundimiento generalizado del mercado, hemos asistido a la quiebra de un gigante como FTX, un exchange que llegó a superar los 20.000 millones de dólares y que se ha desvanecido de la noche a la mañana. Monedas digitales como Luna y su empresa promotora, Terraform Labs, han resultado ser una enorme estafa, provocando la pérdida de 40.000 millones de dólares y cada pocas semanas, hemos sido testigos de exchanges que han quebrado o cuyos dueños han huido llevándose consigo el dinero de sus inversores. Ni siquiera una institución como Binance, parece en estos momentos completamente a salvo.

La acumulación de tan malas noticias ha llevado a los analistas a hablar de un largo invierno cripto en el que no está nada claro si acabará en algún momento para florecer en primavera o si, como asegura la CNMV en un reciente comunicado, “las monedas digitales están vacías de contenido y son inútiles como activo de inversión”. En cualquier caso y como respuesta a tanta incertidumbre lo que la UE ha hecho es lo que mejor sabe: regular. El pasado mes de julio el parlamento europeo aprobaba una nueva norma que en la práctica supone acabar con el anonimato de las transacciones que se realizan utilizando estos activos.

La nube pública conquista España

De no contar con prácticamente ninguna, en el último año se han multiplicado el número de regiones cloud en España. En la segunda mitad de este año hemos podido comprobar cómo Google Cloud, IBM, AWS, Microsoft y Oracle estrenaban sus centros de datos dedicados en nuestro país, bien construyendo sus infraestructuras desde cero como en el caso de AWS, bien confiando en terceros (principalmente Telefónica) como han hecho compañías como Oracle o Microsoft.

En todos los casos, las compañías han destacado que abrir su región en España supone reducir drásticamente la latencia para las aplicaciones de negocio críticas de sus clientes, una mayor disponibilidad de sus servicios y muy especialmente, la promesa de que se cumple con la legislación europea en materia de privacidad y residencia de los datos. Todo esto en un contexto en el que el interés por la nube va a más.

Recientemente, la consultora Forrester ha publicado un estudio en el que detalla que el mercado de nube pública crecerá en los próximos años hasta superar el billón de dólares en 2026. Además, también señala que los servicios de infraestructura ingresarán casi 496.000 millones de dólares para ese mismo año.

El trabajo híbrido es imparable

Los últimos años han demostrado que trabajar a distancia es tan productivo y eficaz como hacerlo en la oficina. Y es que aunque grandes compañías como Apple han intentado que sus empleados vuelvan al centro de trabajo los cinco días de la semana, la “rebelión de los oficinistas” les ha obligado a dar marcha atrás en sus planes. Otras como Amazon, han frenado la construcción de nuevas oficinas para evaluar las necesidades que se derivan de una nueva etapa marcada por el trabajo híbrido.

Compañías como LinkedIn, han explicado este año que el teletrabajo es una de las mejores herramientas con las que cuentan las empresas para lidiar con fenómenos como la “gran dimisión” que ha afectado a miles de empleados en todo el mundo y aunque en España es verdad que el número de personas que trabaja a distancia ha disminuido en el último año, sigue siendo el doble de los que podían hacerlo antes de la pandemia. En el caso de los puestos tecnológicos, hasta el 61% de los que se ofrecen en España permiten trabajar a distancia al menos dos días a la semana.

Lo que más asusta a los managers sin embargo, es que no tienen demasiado claro cómo medir la productividad de los trabajadores y una de las consecuencias “menos bonitas” de este fenómeno es que se ha disparado la venta de software de vigilancia.



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