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Joven TEC


De blocks a casas impresas en 3D

De blocks a casas impresas en 3D
Échale a tu casa promueve que la gente reciba un ingreso por trabajar produciendo el material y ayudando a la construcción de su casa, y después, con ayuda de un financiamiento acorde a sus posibilidades pueda terminar de pagar su hogar.

Publicación:28-10-2021
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El sueño de Francesco Piazzesi de que personas que no cuentan con recursos tengan una vivienda lo lleva al proyecto de fabricar casas con impresora 3D.

A sus 7 años de edad, Francesco Piazzesi recuerda llegar a una ladrillera artesanal junto a sus hermanos. Su padre, ingeniero civil que vivió la Segunda Guerra en su natal Italia, está a punto de darles una lección de vida.

Son inicios de los años 60. Francesco se pone a trabajar al lado de otros niños para hacer el ladrillo rojo recocido, entre lodo y hornos, donde se "quemaban todas las porquerías indescriptibles", como él dice.

"Era como la antesala del infierno. Mi papá nos llevaba a hacer ladrillos para que viéramos lo difícil que es ganarse la vida y la falta de oportunidades que tiene mucha gente. Allí, él nos creó esta conciencia social".

Esa conciencia social lo llevó años después a fundar Échale a tu casa, empresa social que formó parte de un proyecto de construir casas con una impresora 3D en Nacajuca, Tabasco, y que el diario The New York Times le hizo un reportaje.

Y de aprender a hacer ladrillos con sus manos, creó una empresa que ganó el "Nobel" de la sustentabilidad y que ahora colabora en fabricar casas con tecnología que internacionalmente llaman la atención.

Apuesta todo su patrimonio para darle uno a otros

Arrancar Échale a tu casa requirió jugarse el todo por el todo al hipotecar su casa, luego de que ninguna institución quiso financiar su proyecto.

“Dejé mi trabajo de toda la vida e incluso, tuve que hipotecar mi casa, que es pasar por el 'valle de la muerte'. Eso sí fue una ruleta rusa. Ese fue un momento difícil porque pones en juego el patrimonio de tu familia.

"Nadie nos quería prestar, ni bancos, ni instituciones financieras, o nos querían prestar con tasas de terror. Ahí dije: ‘¡Madre santísima! Me podía quedar sin trabajo, sin sueño y sin vivienda'”.

Finalmente, el egresado del Tec comentó que encontró apoyo en el Banco Interamericano de Desarrollo, apoyo que fue pagando durante los siguientes 5 años.

Con Échale a tu casa se le da a las comunidades la opción de pagar su propia vivienda, a través de créditos y el trabajo remunerado en la construcción de su hogar.

"No es filantropía, es una empresa social. Nosotros cobramos por nuestro trabajo. No tenemos un gran rendimiento de capital, pero sí tenemos un gran impacto social".

Hoy, su proyecto ha logrado impactar a cerca de 1 millón de personas con la construcción de 50 mil viviendas, con las que ha beneficiado a unas mil comunidades en 28 estados del país.

La construcción de viviendas con una impresora 3D en México

A partir de una alianza internacional que Échale a tu casa hizo con las instituciones New Story e ICON, para construir viviendas para comunidades que lo necesitan utilizando tecnología de impresión 3D.

"ICON está basada en Austin, Texas. Ellos hicieron la primera impresora 3D llamada Vulcano 1 y después nos juntamos (con New Story) para proveer de vivienda a los más necesitados.

"La tecnología de punta no solo tiene que estar al servicio del capital. La tecnología de punta también tiene que estar al servicio de los más necesitados, de la población no atendida".

Su empresa colaboró con la organización social y al seleccionar comunidades, como lo fue Nacajuca, Tabasco, donde llego la Vulcano 2, impresora 3D de 3 metros operada por 3 técnicos, y que puede terminar una casa en 24 horas. 

“La impresora 3D va extruyendo el concreto para formar una casa. Las casas están alineadas, entonces hace de 2 en 2. Se utiliza concreto extruido, que tiene ciertas cualidades de revenimiento y es un concreto que cualquier cementera puede proveer”, dijo.

Combaten la pobreza con comunidades sostenibles

"El gran valor del modelo es que cuando se termina una casa (en 3D) que costó 10 mil dólares, sin el terreno, su valor en el mercado crece a los 30 mil dólares, y esa utilidad se le queda a la familia para que pueda tener un patrimonio", explicó.

Francesco señala que esto abona a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas.

"(Cumplimos con) la creación de comunidades sostenibles (ODS 11); pero el primero es el ODS 1, el fin de la pobreza, porque de vivir en una casa de lámina y de cartón con un piso de tierra, sin sanidad, agua potable o energía eléctrica, pasan a tener una vivienda adecuada", dijo.

"Este esfuerzo para llevar la impresora 3D a una comunidad tan necesitada como Nacajuca pues realmente ha sido sensacional.

“Si queremos un mundo mejor es lo que tenemos que hacer, dar un pasito en cualquier sentido de cualquier situación que involucre a aquellos que no tienen las mismas oportunidades en este mundo”, dijo.

“Si queremos un mundo mejor es lo que tenemos que hacer, dar un pasito en cualquier sentido de cualquier situación que involucre a aquellos que no tienen las mismas oportunidades en este mundo”.

En shock, el hacer ladrillos en la misma "antesala del infierno"

"Íbamos en estado de shock. Veías cómo al perro muerto también lo echaban al horno. Ahí quemaban todo lo habido y por haber", recuerda Francesco lo que era trabajar en las ladrilleras de la periferia de la Ciudad de México y del Estado de México.

Francesco ponía lodo en una caja para dar forma a los ladrillos y después llevarlos al horno de campana, en el que quemaban todo tipo de desperdicios para avivar el calor.

“Mi papá era ingeniero civil y nos llevaba ahí, no a jugar o a regalar el juguetito, íbamos a trabajar. No era un castigo. Quería mostrarnos el valor y el sacrificio del trabajo".

Recuerda que ni los adolescentes querían trabajar ahí por las condiciones de estas ladrilleras artesanales, que la parecían que eran como "la antesala del infierno".

Francesco, nacido en México hace 65 años, aprendió así a valorar lo que tiene, y ahí se dio cuenta que otras personas no tuvieron las mismas oportunidades que él y sus hermanos.

“Mi padre vivió la guerra en Italia y eso tampoco es ningún chiste. Nos dijo: 'Vengan a ver el esfuerzo; cómo ustedes van a una escuela, regresan a la casa y la comida está servida, y no todo mundo tiene esa oportunidad'”, platicó.

Da cimientos a su idea de ayudar a las personas

Piazzesi se graduó como Administrador en la Universidad de Anáhuac y en 1983 se graduó de la maestría en Administración en el Tec de Monterrey.

Al comenzar a trabajar en la empresa de su padre, quien asegura, fue el primero en traer las máquinas desde Italia para hacer block de concreto, se dio cuenta de que quienes construyen casas no tienen una.

"Es cómo decir que un pescador se está muriendo de hambre", dice. De ahí nació su inquietud de que todas las familias mexicanas tengan una casa, sean o no derechohabientes de Infonavit.

En 1985 fundó Adobe Home Aid, al desarrollar el ecoblock y la prensa hidráulica portátil, que fue patentada, para fabricarlo.

“Es un material hecho de un tipo de adobe, de tierra, ecológico, con cualidades de aislante térmico y acústico, y más resistente que un block de concreto. Es lo que hoy conocemos como ecoblock”.

“Estando en el Tec fue donde se hizo el primer piloto, en Chalco, Estado de México. Capacitamos a la gente para que el material se haga en la comunidad, lo cual ahorra fletes y nos reduce la huella de carbono en un 30%”.

En 1997, Piazzesi dejó la empresa de su padre y fundó Ecoblock Internacional, antecesora de Échale a tu casa, con la visión de generar materiales de construcción e involucrar a las personas en la construcción de sus viviendas, 

Empresa reconocida con el "Nobel" de sustentabilidad

La labor social de Échale a tu casa no ha pasado desapercibida en otros países. La empresa ha conseguido alianzas con organismos globales de la construcción, como en el proyecto en Nacajuca, así como distinciones y reconocimientos nacionales e internacionales.

“Fuimos una de las 200 empresas seleccionadas en el mundo para recibir la certificación de Empresa B; somos fellow de Ashoka; hemos participado en el Clinton Global Initiative, y tenemos un premio mundial de vivienda de Katerva".

Los premios Katerva son considerados como el "premio Nobel" de la sustentabilidad. Fue la primera vez que un proyecto mexicano fue seleccionado para competir en este premio.

“Todo eso nos ha ido abriendo oportunidades y llevando a hacer contactos. Te vas ligando con programas, por ejemplo estamos en la Fundación Schwab, que es la fundación de empresas sociales que es parte del Foro Económico Mundial”, destacó Piazzesi.

La gran lección de su padre

Piazzesi recordó que el Tec de Monterrey le dejó una estructura acorde a sus inquietudes y necesidades.

"Esa gran estructura no te deja divagar y te permite crear un marco en el cual tú solo te vas a guiar. Esa es la gran enseñanza. (En el Tec) hicimos el primer piloto y empezamos a aprender muchas cosas”.

Sobre lo que ha logrado dice sentirse satisfecho con los resultados, al igual que su equipo de trabajo.

"Es extraordinario poder dedicar tu vida a ayudar a los demás. Mi mayor recompensa es cuando vamos una comunidad y nos reciben con fiesta, un gran amor y cariño".

Hoy, Piazzezi está buscando llevar su labor social a más lugares de México y el mundo, pues dijo que estarán replicando su iniciativa en dos países de África bajo diferentes modelos, una franquicia y a través de un fondo de inversión.

Al mirar hacia atrás reflexiona que el hacer algo por otras personas se la debe a su familia, en especial a su padre, quien le enseñó un gran lección en aquellas ladrilleras.

“La lección que me dejó mi papá es que vivimos en un mundo lleno de beneficios y bendiciones; es nuestra responsabilidad repartir esas bendiciones con otras personas, no se vale quedárnoslas y además, no nos cuesta nada compartirlas".

Aquel niño aprendió más que hacer ladrillos. Aprendió qué hacer con ellos en su vida.



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