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Vive China un año turbulento

Vive China un año turbulento


Publicación:24-12-2022
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Por ahora el gigante asiático se ve impactado por una nueva ola de contagios que, podría provocar casi un millón de muertes adicionales.

China termina este 2022 desbordada por la pandemia de Covid-19. Después de años de confinamiento, de las reglas y penalizaciones más estrictas, el gobierno de Xi Jinping decidió, obligado por la cruda realidad económica, flexibilizar las medidas.

A largo plazo, China tendrá una normalidad como la que tienen los demás países del mundo. Sin embargo, por lo pronto, el gigante asiático se ve impactado por una nueva ola de contagios que, de acuerdo con un estudio, podría provocar casi un millón de muertes adicionales.

Expertos creen que alrededor de 60% de la población podría contagiarse antes de que las cosas se estabilicen. Eso significa una creciente presión para el sistema hospitalario. Lo cierto es que la estrategia cero Covid-19 era ya insostenible y había desatado protestas como pocas veces se han visto en China.

No eran sólo las restricciones y confinamientos, sino el enojo de una población que veía cómo el resto del mundo seguía adelante, mientras en China el tiempo parecía haberse estancado.

Xi Jinping tuvo que revirar, en un año que ha sido por demás complicado para su gobierno. La situación económica del país es complicada. Sólo en julio, la inflación interanual se ubicó en 2.7%, su nivel más alto en dos años. Los alimentos no paran de subir de precio, impulsados no sólo por efecto de la pandemia, sino de la guerra de Ucrania, que ocurrió en el peor momento para China.

En octubre pasado, Xi Jinping se afianzó como líder del Partido Comunista de China (PCCh), pero lo que esperaba fuera su momento de gloria se vio opacado por las protestas en contra de la represión a la disidencia, a la libertad de expresión y a la libertad de movimiento.

Xi Jinping ha mostrado un conservadurismo que contrasta ampliamente con el reformismo de Deng Xiaoping. La ciudadanía ha resentido el impacto a tal grado que Xi tuvo que liberar algo de presión, al menos en el tema del Covid-19, para evitar una rebelión mayor.

El prolongamiento de la guerra en Ucrania poco conviene a los intereses de China, con la inflación global que ha desatado, junto a una escasez que se alarga ya por tres años. El cierre de fábricas impulsado por el gobierno hasta ahora en aras de detener los contagios ha tenido un efecto económico devastador. Y si bien es cierto que el país se recupera, hay heridas abiertas.

Por ello, el papel de Xi como factor de presión hacia Rusia ha sido clave este 2022 y lo seguirá siendo en 2023. A lo largo de este 2022 se mantuvo la disputa con Estados Unidos, pero ambos países saben que no es momento de incrementar la presión porque la situación política, económica y social no lo permite. Una crisis mayor no conviene a ninguno de los dos.

Aun así, la guerra económica entre China y Estados Unidos continuará. Para Washington, Beijing sigue siendo, con todo y conflicto en Ucrania, la mayor amenaza, el mayor desafío. China busca meter el acelerador para avanzar en temas como el de los microchips, y Estados Unidos lucha por disminuir su dependencia de las manufacturas y chips chinos. Con Rusia como factor de distracción, este 2022 vio una especie de tregua chino-estadounidense. Pero es sólo eso, una tregua. La guerra continuará, quizá con más fuerza que nunca, en 2023, un año clave previo a las presidenciales de 2024. Cualquier candidato que busque llegar a la Casa Blanca sabe que China siempre será un tema prioritario en la agenda. Xi Jinping sabe, a su vez, que Estados Unidos es todo, menos un enemigo pequeño. Inestabilidad interna y externa. Dos escenarios complicados con los que el presidente chino cierra este 2022, y que deberá resolver el año que está por iniciar, para evitar que su poder se tambalee.



« El Universal »