Internacional Norteamérica
Taylor Green: máxima exponente de QAnon

Publicación:05-02-2021
Varios congresistas han presentado resoluciones para expulsarla no sólo de los comités en los que está asignada, sino directamente del Congreso
WASHINGTON, DC.- Marjorie Taylor Greene llegó al Congreso
como epítome de los seguidores de las teorías de la conspiración de QAnon, y este jueves fue la protagonista de un hecho sin precedente: su expulsión de dos comités de la Cámara de Representantes por declaraciones sin fundamento, tesis falaces, posturas indefendibles e incitación a la violencia contra rivales políticos. La polémica ha acompañado la incipiente historia de Greene como congresista, convirtiéndose en una papa caliente para el Partido Republicano: qué hacer con ella, la imagen más evidente del trumpismo en su esencia más original; cómo responder a su altavoz de tesis sin sentido, a su pasado negacionista de tragedias como el 11-S, sus amenazas constantes (incluso de muerte a varios progresistas). Greene se ha convertido en el centro de atención en los pasillos del Congreso y en las pláticas de todo Washington. La polémica congresista es la mayor exponente de la llegada de las teorías de la conspiración de QAnon al máximo nivel del poder político de Estados Unidos, y la decisión sobre qué hacer con ello ha dominado el inicio del año, en especial tras el asalto al Capitolio de principios de enero, insuflado principalmente por la ceguera de seguidores del expresidente Donald Trump y la creencia en las paranoicas tesis de los fanáticos de Q. La coexistencia de esa tendencia con la realidad política de Estados Unidos colmó el vaso en el momento que resurgió a la superficie un video en el que hostigaba a un adolescente superviviente de la matanza en una escuela de Parkland (Florida), su convicción de que los tiroteos en centros educativos eran eventos escenificados; y la convivencia imposible para los demócratas de que Greene fuera asignada por su partido como miembro del Comité de Educación. Que con sus declaraciones Greene fuera asignada a ese comité pareció una broma de mal gusto a los demócratas, que exigieron la expulsión inmediata de la congresista de ese comité y de cualquier otro del que fuera miembro (también estaba asignada al de presupuesto). La inacción del liderazgo conservador llevó a los demócratas a emprender una acción drástica. Varios congresistas han presentado resoluciones para expulsarla no sólo de los comités en los que está asignada, sino directamente del Congreso, por sus constantes declaraciones extremistas y su apoyo a la "violencia política". "Es mi esperanza y espero que los republicanos harán lo correcto y harán que la congresista Greene rinda cuentas, y que no será necesario tomar en consideración esta resolución", dijo el líder demócrata en la Cámara de Representantes, Steny Hoyer. "Pero estamos preparados por si fuera necesario" alertó. "Si tuviera algo de honor, [Greene] renunciaría; si tuviera vergüenza, emitiría una disculpa", apuntó la demócrata Debbie Wasserman Schultz hace unos días, una de las voces más feroces en la demanda de que "la expulsión es el castigo más adecuado". La tarea era titánica: son necesarios dos tercios de la cámara para aprobar la expulsión. De ahí que, para conseguir que haga "el menor daño posible", su posición es que no participe en ningún comité. El pleno de la Cámara decidió el futuro de Greene. "Queda claro que no hay otra alternativa que votar la resolución para eliminar a la congresista Greene de sus asignaciones en comités", informó Hoyer. La Cámara Baja, en un voto dividido entre los partidos (230- 199), aprobó la resolución que quitó a Greene de sus responsabilidades en los comités. Once republicanos rompieron con su partido. Se ponía fin a uno de los momentos más convulsos del recién estrenado Congreso. Minutos antes, Greene trató de enmendar su figura, asegurando que ya no cree en QAnon (aunque mintió al decir que durante la campaña no se hizo eco de las teorías de la conspiración), que todas las dudas estaban disipadas, que los tiroteos en colegios son terroríficos y el 11-S fue real. Sin embargo, en ningún momento pidió perdón.
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