Internacional Latinoamérica
Pierde México el pedestal de la política exterior en Latam
Publicación:06-04-2024
Anoche México rompió relaciones con Ecuador tras el asalto a a sede diplomática mexicana para arrestar a Glas
Si el principio de no injerencia en asuntos internos de otros Estados le sirvió al presidente de México, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, para justificar su silencio ante las violaciones a los derechos humanos, políticos y electorales en Cuba, Venezuela y Nicaragua, ¿por qué el mandatario se brincó ese mismo precepto clave de la política exterior mexicana y decidió inmiscuirse en cuestiones internas de Ecuador, Argentina, Perú y Bolivia?
Pese a que México perdió su rango de referente de política exterior para América Latina y el Caribe en la primera década del siglo XXI, con las presidencias de Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012), el proceso siguió con la de Enrique Peña Nieto (2001-2018) y se apuntaló con mayor fuerza con López Obrador, a partir de 2018.
En un pedestal al que subió en el siglo XX, México forjó independencia en esa época en el mundo bipolar -EU, líder capitalista, y la Unión Soviética (desapareció en 1991), bastión comunista- con iniciativas como lograr, en 1967 en la capital mexicana, proscribir las armas nucleares en América Latina y el Caribe.
Sin ser "no alineado", México buscó equidistancia con Washington y Moscú y defendió la soberanía regional ante ambos bloques. En un caso que se sumó al roce de López Obrador con la no injerencia, al aplicarla a unos países y a otros no, el más reciente choque estalló anteayer con Ecuador. Ante estos y otros cuestionamientos, el gobierno mexicano se ajustó estrictamente a su respeto a la no injerencia.
Quito declaró ese día non grata a la embajadora de México en Ecuador, Raquel Serur, en repudio a que, el miércoles pasado, López Obrador cuestionó los comicios presidenciales y legislativos de agosto y octubre de 2023 en ese país. El presidente adujo que un asesinato político en esa campaña perjudicó a la opositora izquierdista Luisa González, a la que definió como candidata progresista del opositor Movimiento Revolución Ciudadana. El comentario molestó al gobierno del presidente de Ecuador, el derechista Daniel Noboa, ganador de la contienda.
"Claramente, López Obrador tiene doble rasero. Como se dice, para mis amigos todo, para mis enemigos... la ley", afirmó el criminólogo, politólogo, sociólogo y teólogo peruano José Luis Pérez, profesor de la (no estatal) Universidad del Pacífico, de Lima. "Cuando él dice que no habla de política exterior, es cuando no le conviene. El criterio no es democracia o no, dictadura o no. Es si son o no sus amigos. Si son sus amigos políticos, todo está bien. Si son sus enemigos o antagonistas ideológicos, todo está mal", dijo Pérez a EL UNIVERSAL. "Hay actos abusivos, dictatoriales que están mal, sean de izquierda o derecha, y que van más allá de la ley", planteó.
"Hay actos que de por sí, políticamente, están mal, sean de izquierda o derecha. Actos abusivos, dictatoriales, que van más allá de la ley, de izquierda o derecha. Están mal", planteó. En contraste a Ecuador, López Obrador evitó ayer polemizar con su socio político y cuestionado presidente de Venezuela, el izquierdista Nicolás Maduro, y reprocharle por las trabas a la oposición para unas elecciones libres y equitativas en julio de este año en ese país.
Para la comunicadora social venezolana Griselda Colina, directora del (no estatal) Observatorio Global de Comunicación y Democracia, de Caracas, un factor clave surgió cuando López Obrador aludió ayer a Venezuela. "Su expresión corporal y su gesto denotó la incomodidad para referirse a este tema", narró Colina. "La democracia exige conductas y pronunciamientos firmes", dijo.
El silencio de López Obrador difirió de la inquietud que los presidentes izquierdistas de Colombia, Gustavo Petro, y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, plantearon la semana anterior a Maduro. López Obrador evitó opinar, por lo que los opositores y la comunidad internacional denunciaron como farsa electoral en 2021 en Nicaragua por el presidente de esa nación, el izquierdista Daniel Ortega, para reelegirse.
Ante las elecciones de 2023 en Argentina que llevaron a la presidencia al ultraderechista Javier Milei, López Obrador pareció dejar de lado la no injerencia en asuntos internos de los Estados y se sorprendió de que los argentinos, "siendo tan inteligentes", eligieran a ese político al que tildó de "facho conservador".
López Obrador se inmiscuyó en Perú en diciembre de 2022, cuando el entonces presidente peruano, el izquierdista Pedro Castillo, fracasó en ejecutar un golpe de Estado. El Congreso de Perú lo destituyó y designó en su lugar a la vicepresidenta Dina Boluarte.
López Obrador se negó a reconocerla como presidenta, la acusó de usurpadora y defendió la legitimidad de Castillo. En mayo de 2023, el Congreso de Perú declaró non grato a López Obrador por negarse a entregar a Boluarte la presidencia rotativa de la Alianza del Pacífico.
México otorgó ayer asilo político al ecuatoriano Jorge Glas, vicepresidente de 2016 a 2018 y asilado en la Embajada mexicana en Quito desde el 17 de diciembre de 2023.
Ecuador calificó la decisión de México como ilícita, citó que Glas fue condenado a prisión por cohecho y asociación ilícita y tiene orden de captura por peculado.
Anoche, uniformados de Quito invadieron la sede diplomática mexicana para arrestar a Glas y el gobierno de López Obrador rompió relaciones con el gobierno de Ecuador.
« El Universal »