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Narcofamilias: tragedia y amenaza

Narcofamilias: tragedia y amenaza


Publicación:11-12-2021
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Los clanes u organizaciones criminales locales reciben la droga como pago de los gastos que hicieron para cubrir las necesidades de mexicanos y colombianos

SAN JOSÉ, Costa Rica/EL UNIVERSAL.- En altamar, en pistas clandestinas de aviación o en escondites urbanos y rurales y sin necesidad de dinero en efectivo, los cárteles del narcotráfico de México y Colombia pagan con paquetes de cocaína las deudas con sus socios de Costa Rica por servicios de combustibles, transportes, bodegas, mecánica, alimentos y demás andamiaje logístico y estimulan un fenómeno criminal: las narcofamilias. Los clanes u organizaciones criminales locales reciben la droga como pago de los gastos que hicieron para cubrir las necesidades de mexicanos y colombianos a su paso por tierra, aire y mar por Costa Rica con alijos de cocaína cuyo destino es México y Estados Unidos. Obligados a recuperar sus inversiones con ganancias, los proveedores deben crear redes para procesar las cargas. Sin importar que pierdan pureza, las mezclan con otros productos para duplicarlas y luego distribuirlas y comercializarlas, por lo que instalan seudoestructuras empresariales en las que insertan a sus parientes en aparatos del narcomenudeo interno, desde la venta y el cobro hasta la seguridad, pasando por la recepción de la mercancía a su procesamiento en laboratorios artesanales. Así nació la modalidad de narcofamilia... con riesgo de desbandada. Cuando los cuerpos policiales y judiciales los desbaratan, los núcleos se desintegran: los mayores de edad van a las cárceles para adultos, pero separados por sexos y por precaución policial y judicial. Los menores quedan recluidos en las prisiones infantiles y juveniles o, si el Estado despoja a sus progenitores del derecho a la patria potestad, su destino es ser enviados a un albergue estatal. "Es una tragedia familiar", afirmó el sacerdote costarricense Edwin Aguiluz, responsable de la Pastoral Social Cáritas de la Conferencia Episcopal de Costa Rica. "Un involucramiento de toda o una parte de la familia en el narcotráfico es un altísimo riesgo de que todos sus miembros o algunos sean encarcelados. Se pierde la convivencia y la estabilidad del hogar", declaró Aguiluz. "El consumo de drogas crea un enorme trastorno familiar y la presencia de un ser querido en el mundo de la droga es muy dolorosa. Se entra fácil. Es muy difícil salir", agregó. Al alertar de la "omnipresencia" del narcotráfico en las calles y "en todos los niveles de la sociedad civil", narró que "el impacto se nota en la comercialización que, por ser delictiva, genera asesinatos, sicariato, robos, agresiones". Con una crucial posición geográfica entre los principales centros de producción de cocaína en Colombia y los grandes mercados de consumo en EU, Costa Rica sufre el acoso de los cárteles del narcotráfico internacional, que utilizan corredores aéreos, terrestres y marítimos de Centroamérica como pasadizos del contrabando de drogas. Los corredores funcionan de Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú a Centroamérica, México y EU. Los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG) están entre los más activos en los últimos 20 años en Costa Rica. La penetración del narcotráfico aceleró la violencia en Costa Rica, que abolió el ejército en 1948 y depositó su seguridad en una policía civil de unos 14 mil efectivos. La tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes pasó de seis en 2000 a 11.1 en 2020, precisó el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. La Organización Mundial de la Salud definió que si la tasa es de dos dígitos, se trata de una epidemia. Con una población penitenciaria de jóvenes y adultos de 15 mil 36 personas de ambos sexos, en las cárceles costarricenses hay 5 mil 62 o 33.5% procesados o sentenciados por narcoactividad, en lo que es el segundo mayor delito de incidencia, mientras que el resto está preso por robos, homicidios y otros hechos, según el Ministerio de Justicia de Costa Rica. Fuentes policiales antidrogas relataron que, con su red de proveedores, distribuidores, mulas o burros, correos, cobradores, mensajeros, vendedores, bodegueros, procesadores de mercancías y cocineras, la estructura de la narcofamilia se rige por la lealtad: sin ser imposible, la traición entre parientes es más improbable. En la cadena hay abuelas, abuelos, suegras, suegros, padres, madres, esposas de hijos, esposos de hijas, hermanos, hermanas, cuñados, cuñadas, tíos, tías, niños y niñas. Reclutados como correos para trasladar mercancía sin generar sospecha, los menores caen en la drogadicción y completan el círculo de la drogodependencia. El Ministerio de Seguridad Pública de Costa Rica informó a este diario que mil 436 organizaciones de narcotraficantes fueron desarticuladas de mayo de 2006 a diciembre de 2018, con 291 internacionales y mil 145 locales y, del total, 373 fueron clanes de familias. De 149 —114 locales y 35 foráneas— intervenidas del 1 de enero al 6 de diciembre de 2021, 31 calificaron como familiares, indicó.


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