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Autoritarismo en Europa: Putin, Erdogan y Lukashenko
Publicación:26-05-2021
TEMA: #Europa
Todos ellos comparten el mismo común denominador, por la vía de las urnas llegan al poder con la promesa de la transformación hacia el progreso y al final terminan perpetuándose en la silla presidencial provocando el aislamiento de sus naciones.
Son los casos del ruso Vladimir Putin, el turco Recep Tayyip Erdogan y el bielorruso Alexander Lukashenko, descritos en distintos informes elaborados por el Servicio de Investigación del Parlamento Europeo como autócratas. El costo de prolongar su mandato, silenciando a la oposición y sofocando las libertades fundamentales ha sido elevado. Además de los costos económicos por las sanciones impuestas por Occidente, sufren las consecuencias del aislamiento diplomático.
"Al comienzo de su primera presidencia en 2000, Vladimir Putin fue visto por muchos como un socio prometedor, abierto a reformas liberalizadoras y una estrecha cooperación con Occidente", recuerda Martin Russell, en un estudio elaborado por el servicio de la Eurocámara. Incluso, continúa, en 2001, Putin se mostró dispuesto a considerar la integración de Rusia en una alianza militar paneuropea.
"Sin embargo, las esperanzas europeas de que Rusia se convirtiera en una democracia liberal pronto se vieron desvanecidas, al final de su primera presidencia, Putin ya había comenzado el proceso dirigido a controlar los medios independientes y eliminar a los rivales potenciales, a través de investigaciones y juicios políticamente motivados".
Desde entonces sólo ha prestado en una ocasión el poder a su hombre más cercano, Dmitri Medvédev, de 2008 a 2012. Su última reelección tuvo lugar en marzo de 2018, y como si los rusos no tuvieran memoria, renovó el mandato con una lluvia de promesas.
Un patrón semejante protagoniza Recep Tayyip Erdogan, quien al asumir el cargo de primer ministro, en 2003, buscó acercar a su país con Occidente empujando la membresía en la Unión Europea y prometiendo reformas en línea con los valores democráticos comunitarios. Sin embargo, al paso de los años fue cada vez más evidente que el plan central de su carrera política no era obtener un ticket en el prestigioso club comunitario, sino afianzarse en el cargo.
"El rostro de 'gobierno de un sólo hombre' en la toma de decisiones sobre política interna y externa, se volvió aún más evidente después de las elecciones de 2015, cuando su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), de tinte conservador religioso, perdió 10% de sus votos", indica un documento interno del Parlamento Europeo elaborado por el investigador Branislav Stanicek.
"A pesar de seguir siendo el partido político más grande, el AKP no pudo formar un gobierno de partido único basado en la mayoría parlamentaria de la que gozaba desde que llegó al poder en 2002. El fallido golpe militar de 2016 acentuó aún más las tendencias autocráticas del régimen".
Presidente desde 2014, Erdogan ha logrado concentrar el poder a través de enmiendas constitucionales que restringen la democracia y el Estado de derecho. En este dossier también figura Bielorrusia, país que por sus estándares electorales y su pobre historial de derechos humanos se ha ganado el título del "agujero negro" del mapa europeo.
Augurando un futuro prometedor mejor para una nación que acababa de nacer, el candidato independiente Alexander Lukashenko se convirtió en el primer presidente de la República en 1994.
Desde entonces no ha dejado el puesto, acumulando seis mandatos consecutivos, el último fue renovado el pasado 9 de agosto en medio de las mayores protestas vistas en las calles de Minsk. Con audacia, supo explotar las debilidades de un pueblo que acababa de probar las mieles de la independencia.
"Pero como muchos otros líderes que tomaron el poder después de la caída de la Unión Soviética, una vez que lo saboreó, le gustó y ya no lo dejó", dice Amanda Paul, analista para Eurasia del European Policy Centre, quien está convencida de que Lukashenko tiene los días contados tras el malestar social.
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