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Alexéi Navalni, el rostro público del malestar ruso

Publicación:06-02-2021
TEMA: #Política Internacional
Conocedores de la política rusa coinciden en que es difícil saber a dónde conducirá la actual crisis
BRUSELAS, Bélgica.- El famoso bloguero y opositor ruso Alexéi Navalni
ha cumplido con la meta inicial que se habría trazado con su desafiante decisión de volver a Moscú, en donde ha sido sentenciado a tres años de prisión luego de un juicio relámpago. Con las protestas desencadenadas con su retorno, no sólo se ha convertido en la figura que cristaliza el malestar de la juventud y la clase media, ha exhibido que ciertos elementos del sistema político ruso han comenzado a erosionarse. En tanto que la violencia y la tensión en las calles, traducidas en más de 10 mil arrestos en todo el país, son señal de desesperación por parte de un régimen que a diferencia de eventos del pasado, ha perdido el control político sobre el proceso "subversivo". Conocedores de la política rusa coinciden en que es difícil saber a dónde conducirá la actual crisis, pero lo que sí es evidente es que Rusia está ante el arranque de un proceso que implica peligros para la cúpula dominante que se personifica en el presidente Vladimir Putin. "Navalni ha sabido muy bien manejarse entre los medios y al presentarse como víctima de la represión ha ido sumando simpatía entre la opinión pública rusa. ¿A dónde los llevará? No sé, pero estamos ante el inicio de un proceso", afirma Marc Franco, experto del Instituto Real de Relaciones Internacionales (Egmont) y antiguo jefe de la Delegación de la Unión Europea (UE) en Rusia. "Las manifestaciones son un indicador de que no todos están felices con Putin y eso podría tener un impacto a nivel político en las elecciones del 19 septiembre. En caso de que Rusia Unida pierda la mayoría, el balance de poder entre la élite se verá alterado, y eso impactará en lo que haga Putin. ¿Putin desaparecerá? No, ¿Navalni tomará su lugar? No, pero sí moverá el sistema y eso conducirá a cambios ¿Cuándo? No sé, pero seguro habrá". Kadri Liik, investigadora del European Council on Foreign Relations, describe las manifestaciones como una señal de que una parte sustancial de la población y no sólo sus incondicionales, considera inapropiada la forma como el opositor es tratado, desde su envenenamiento hasta su encarcelamiento. "Además, la presencia policiaca y su brutalidad muestran que al Kremlin le preocupa. Hay una especie de levantamiento, pero no significa que el colapso de Putin sea inminente. Hay en curso una larga lucha que enfrenta cada vez más resistencia". Señala que es probable que con el tiempo se apaguen las protestas, pero no podrá decirse que el Kremlin triunfó. "El problema no es Navalni, sino la lenta erosión de la legitimidad del Kremlin. El haberlo considerado un peligro nos dice mucho sobre el estado en el que se encuentra el sistema, es más débil, más endeble, más frágil de lo que era". Sostiene que con o sin Navalni, si el sistema de Putin quiere sobrevivir debe renovarse, sumar nueva gente y ofrecer cierto nivel de rendición de cuentas. A diferencia de manifestaciones anteriores, incluyendo de 2011, las que tienen lugar en el contexto del encierro de Navalni plantean un problema sin precedentes para el Kremlin.
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