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Vincent Lhermet Música de fondo para cantos de Nezahualcóyotl


Publicación:04-10-2019
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El encuentro con México, su cultura precolombina y sus compositores ha sido fundamental en el desarrollo del intérprete galo, presente en el Cervantino

[El encuentro con México, su cultura precolombina y sus compositores ha sido fundamental en el desarrollo del intérprete galo, presente en el Cervantino (festival que dará comienzo el próximo 9 de octubre) con su más reciente producción: Cantares Mexicanos, el cual comprende siete obras para acordeón de compositores mexicanos contemporáneos, entrelazadas con lecturas bilingües de los Cantos de Nezahualcóyotl; por tal motivo dicha obra se incluye en la programación del Año Internacional de las Lenguas Indígenas de la Unesco]

México. Vincent Lhermet (Clermont-Ferrand, 1987) es un joven músico egresado de la Academia Sibelius de Finlandia, quien a sus 32 años es considerado el más destacado acordeonista de su generación, así como la primera persona en el mundo en doctorarse en el estudio del instrumento. En entrevista para Notimex el intérprete nos comparte el nacimiento de su más reciente producción (que mostrará al público del festival Cervantino el próximo 12 de octubre en un recital en el Templo de la Compañía de Jesús) Cantares Mexicanos, obra inspirada en los Cantos del poeta y sabio precolombino Nezahualcóyotl (1402-1472), que integra obras para acordeón de compositores mexicanos contemporáneos, así como lecturas bilingües de los Cantos en la voz de Astrid Hadad en español, y de Christian Rojas, en náhuatl.

Los Cantares en las artes

La sinergia creativa que dio origen a la producción de Cantares Mexicanos es consecuencia de coincidencias entre creadores tan disímbolos como complementarios. La historia comienza en 2016, a decir del propio Lhermet, al conocer en París al compositor mexicano Jorge Torres Sáenz (Ciudad de México, 1968), quien le propone tocar con la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato.

      ?Siempre estuve fascinado por la historia de México. En ese viaje de 2016 descubrí a compositores mexicanos que encontré extraordinarios, porque integran en su música colores, formas, cosas que jamás había escuchado en Francia. Más tarde visité el Museo Nacional de Antropología e Historia, por el cual me quedé aún más interesado en la historia prehispánica, así que al regresar a París sabía que debía acercarme inevitablemente a la escena contemporánea musical de México.

     ?Me quedé sorprendido de las composiciones de los creadores mexicanos, convocantes de las culturas precolombinas. Busqué integrar obras de compositores como Ana Lara, Jorge Torres Sáenz y Víctor Ibarra. En 2017 regresé a México y fue el año en que descubrí los Cantares, compré los tres volúmenes de Miguel León-Portilla y tuve la certeza de que había que recitar definitivamente esos textos. Entonces, Jorge Torres Sáenz, quien enseña también filosofía en la Ciudad de México en un lugar llamado El Colegio de Saberes, tenía un estudiante originario de una comunidad náhuatl de Tlaxcala: Christian Rojas, a quien al conocer le compartí un texto de los Cantares, ‘El Canto de Nezahualcóyotl’, un escrito en tres partes. Le dije:

      “?Escucha, ¿podrías recitarlo en un concierto y después grabarlo?

      ?A partir de estos acercamientos comprendí que en México hay un enlace verdadero entre la cultura prehispánica y la cultura actual. Así lo confirmó mi encuentro con Astrid Hadad, una cantante de cabaret que hallé maravillosamente encantadora. Ella me dijo que al final de sus audiciones siempre recita un poema de Nezahualcóyotl, así que me pareció natural y deseable que fuera ella quien leyera la versión en español de la traducción de León-Portilla.

      Los Cantares Mexicanos son una compilación del siglo XVI que comprende la mayor cantidad de poemas en náhuatl, algunos provenientes de la época prehispánica, incluyendo escritos de Nezahualcóyotl que versan sobre diferentes temas, como el de la tristeza, la muerte y la guerra.

El instrumento que respira

Con un devenir histórico vertiginoso, contrastante y a veces inverosímil, en casi dos siglos de existencia el acordeón se ha convertido en la columna vertebral de expresiones musicales tierra adentro en países de al menos tres continentes. Tan sólo en América Latina está presente desde el norte de México, con géneros como la polka, entre cuyos mayores representantes encontramos a Antonio Tanguma (1903-1989), el “rey del acordeón”, hasta naciones como Colombia con Alejo Durán (1919-1989) “el rey negro del vallenato”; en Brasil el forró con su máximo exponente Luiz Gonzaga do Nascimento (1912-1989), el “rey del baiao”, y en Argentina el chamamé con Mario del Tránsito Cocomarola (1918-1974).

      Es precisamente la versatilidad de este instrumento, y en particular su integración en el canto popular en todo del mundo, lo que conmovió la atención del acordeonista francés Vincent Lhermet, cuya fascinación por el instrumento comenzó desde su temprana niñez, en la que el movimiento acelerado de los dedos sobre un teclado diminuto le supuso el primer signo de divertimento. Quizá por ello, y porque el alma de un niño se inclina de manera natural por el baile, Lhermet ha comenzado por el repertorio tradicional, a continuación por el clásico, el contemporáneo y el barroco, géneros cuyo linaje proviene precisamente de la música popular, a la que Lhermet reconoce en su riqueza la bondad del arte.

      ?De hecho elegí el instrumento cuando era niño. Vengo de una región de Francia que escucha música popular, lo cual me parece extraordinario, la velocidad implícita del ritmo popular reflejada en los movimientos de los dedos. Además, lo asombroso del acordeón es que es el único instrumento que respira. Uno lo hace soplar y parece que el instrumento respira. Considero que el acordeón es un instrumento nostálgico y al mismo tiempo visceral, casi violento, con el que se llega a entablar un vínculo corporal muy intenso. Es eso lo que hace que el acordeón toque a la gente.

      ?Es un instrumento con el que uno puede hacer todo —reflexiona Lhermet—, es popular en todas las culturas del mundo, y uno lo encuentra también en la música contemporánea, en el jazz y en la música barroca, es un instrumento con muchas fronteras”.

Disciplina y entornos favorables

Vincent Lhermet reflexiona acerca de los elementos que han contribuido en el éxito de sus propósitos. El primero de ellos, una disciplina derivada de su profunda vocación musical. Enseguida, el apoyo incondicional de sus padres y, una vez concluido el bachillerato, la retahíla de concurrencias creativas, primero en la Academia Sibelius, y posteriormente en el marco de los concursos internacionales de interpretación:

      ?En 2006 gané el concurso internacional de Acordeón Arrasate-Hiria, en el país vasco, frontera con Francia, lo que implicó un encuentro con compositores, un momento mágico en la vida de los artistas.

      ?Destaco mi experiencia en otro concurso internacional muy importante: Grandes Intérpretes, en el cual llegué a la final, dirigido a 150 instrumentos. Es un premio que implica un esfuerzo psicológico importante. Hay que estar muy concentrado todos los días, y si algo puedo transmitir a los alumnos es la constancia, de perseverar, de siempre continuar estudiando, de creer en la importancia de las ideas que se puedan tener.

      ?En este sentido es que estoy muy conectado a la escena musical de México, porque creo que el nivel de composición es excelente. Cuando se le compara con Europa, me parece que es extraordinario. Los nuevos compositores hacen cosas diferentes, son compositores que reflexionan sobre su sentido en la sociedad. En México el Sistema de Creadores Fonca es algo que no había visto: permite a los músicos componer verdaderamente. Para mí es importante que México cuente con este proyecto, porque permite a los artistas hacer una relación entre la idea y la creación en sí. Yo nunca había escuchado la relación entre el color, la armonía y el tiempo, y eso para mí es algo que adoro en los mexicanos”.

En la era digital

?Lo que veo cada vez más ?dice al final el músico francés? es que la tecnología desvirtúa muchas cosas, cosas esenciales, y yo soy la primera víctima de eso, de la relación con las pantallas. Creo que la música nos permite verdaderamente tener una relación con el corazón, el espíritu y el cuerpo. Gracias a esta vibración la música nos permite sentirnos humanos, conectarnos con nuestro pasado, nuestras tradiciones. Nunca se había escuchado como ahora tanta música grabada; todo el mundo tiene hoy auriculares en la cabeza cuando va por la calle, o pantallas de teléfono. Pero en los conciertos tiene lugar un efecto único, y en esto yo creo que hay que dedicar o invertir para que los más jóvenes tengan contacto con ello. Porque con los teléfonos y con la tecnología no tiene lugar la vibración. En contraste, la música nos reconecta con cierto aspecto esencial a través de la vibración, porque los humanos, antes del lenguaje, jugamos con instrumentos de cuerdas. Es así como estas vibraciones resultan esenciales.



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