Cultural Más Cultural
"No he venido a llamar a los justos"
Publicación:10-06-2023
TEMA: #Religión
Anden, aprendan lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores"
En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme." Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: "¿Cómo es que nuestro maestro come con publicanos y pecadores?"
Jesús lo oyó y dijo: "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Anden, aprendan lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores."
El inicio de una vocación tiene su origen en el don de la misericordia. El texto tiene un inicio con un rasgo bastante peculiar: la mirada de Jesús se detiene en un hombre llamado Mateo quien ejercía la función de recaudador de impuestos. Para el pueblo de Israel el pago de los impuestos representaba un signo de sometimiento y, por tanto, de humillación. Así, los publicanos, como recaudadores de impuestos, eran vistos como traidores para el propio pueblo, favorecedores del dominio extranjero y, además, eran considerados unos ladrones.
Por eso, llama la atención este inicio del texto, pues mientras las miradas de gran parte del pueblo son de rechazo y exclusión, de condena y de muerte para Mateo, la mirada de Jesús es todo lo opuesto, pues procede de una compasión-misericordia. A este respecto, notemos dos aspectos: en primer lugar, el llamado sucede en Jesús quien "camina y ve"; y, en segundo lugar, Jesús no reprende a Mateo por su situación de vida, sino que lo llama a una nueva forma de vivir su existencia.
Beda el venerable, un monje benedictino expresó: «Vidit ergo Iesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me» (Vio Jesús a un publicano, y como le miró con sentimiento de amor y le eligió, le dijo: Sígueme)». De hecho, un fragmento de la frase en latín se encuentra en el escudo del Papa Francisco (miserando atque eligendo) quien a este propósito expresó que, «después de una confesión, sintió su corazón tocado y advirtió la llegada de la misericordia de Dios que, con mirada de tierno amor, le llamaba a la vida religiosa a ejemplo de San Ignacio de Loyola».
Vivir la vida de fe no es para que el cristiano(a) se piense superior, ni mucho menos para juzgar-condenar a los demás; al contrario, es para vivir la condición de ser hijos e hijas de un mismo Padre, y tener la compasión para saber acercarse al hermano(a), como Cristo lo hace contigo. De ahí que, la fe tenga como uno de los ejes verticales la misericordia, pues no sólo implica estar abiertos a la novedad que Dios nos ofrece constantemente en su amor, sino también a ponerlo en práctica con el prójimo: «Vayan y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios».
« P. Julio César Saucedo »