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Mónica Olvera, la física al servicio de la humanidad
Publicación:22-02-2022
TEMA: #Mujeres
Debido a la crisis económica y la falta de una infraestructura sólida, Mónica Olvera de la Cruz decidió desde hace más de 35 años dejar el país
Debido a la crisis económica y la falta de una infraestructura sólida, Mónica Olvera de la Cruz decidió desde hace más de 35 años dejar el país para continuar con su formación profesional y, posteriormente, formar un equipo propio de trabajo, con el que ha podido profundizar en temas de investigación relacionados con la física
e incluso, aprovechó sus conocimientos para estudiar el virus del SARS-CoV-2 y encontró un punto débil para que éste quede bloqueado antes de que ingrese al cuerpo humano.
Olvera de la Cruz es originaria de Acapulco, Guerrero, donde estudió hasta el nivel medio superior; luego se trasladó a la Ciudad de México para estudiar en la UNAM, donde obtuvo el grado de licenciatura en física, en 1981.
La física es una ciencia que, dice, siempre se le ha facilitado: "Siempre tuve curiosidad por los fenómenos naturales y por la tecnología, por ver cómo funcionaban los refrigeradores, cómo cambiaban los colores del cielo, cómo funcionaban los relojes y cuando tuve la oportunidad de irme a la Ciudad de México a estudiar mi carrera, no sabía nada de físicos, en Acapulco no conocí a ningún físico ni matemático, pero yo sabía que tenía un talento para las matemáticas. En un inicio, cuando llegué a la Universidad, pensaba que iba a estudiar Filosofía, porque me gustaba la Lógica, pero analicé los planes de estudios y me gustó la Física".
En entrevista vía telefónica desde California, Estados Unidos, la investigadora rememora sus inicios en la Universidad Nacional e indica que escogió a la física como "la carrera ideal", en la que tuvo oportunidad de formarse junto a compañeros, quienes fueron muy buenos con ella, pues le enseñaron "cosas que no sabía", porque en Acapulco no tuvo acceso a ese tipo de educación: "Aprendí rápido".
Para 1981 obtuvo el grado de licenciatura y su tutor de tesis fue el renombrado físico Alfonso Mondragón Ballesteros (14 de marzo de 1932- 8 de junio de 2020), miembro del Sistema Nacional de Investigadores y de la Sociedad Americana de Física, doctor en Filosofía, Matemáticas y Física por la Universidad de Birmingham, Inglaterra.
Olvera de la Cruz continuó con su formación, realizó la maestría y luego obtuvo una beca del Departamento de Ciencias Materiales para estudiar en el extranjero. Se trasladó a la Universidad de Cambridge, Reino Unido, donde obtuvo el doctorado, y ahora es profesora e investigadora de la Universidad de Northwestern, en Evanston, Illinois, EU.
Su llegada a Northwestern no fue una cuestión de azar, pues durante su paso por Inglaterra tuvo oportunidad de conocer a diferentes investigadores, entre ellos Sam Edwards (1 de febrero de 1928- 7 de mayo de 2015).
Olvera de la Cruz le escribió a Edwards, quien formaba parte de los laboratorios Cavendish, del departamento de Física de la Universidad de Cambridge y que son mundialmente reconocidos pues están en activo desde 1874 y ahí se han realizado descubrimientos como el del argón, el electrón, el neutrón y la estructura del ADN.
Al mismo tiempo que fue aceptada en los laboratorios Cavendish, Olvera de la Cruz fue admitida en el Trinity College, que fue fundado por Enrique VIII en 1546 y donde han estudiado diferentes personalidades, entre ellas Isaac Newton: "Ahí todo fue muy romántico".
En total, Olvera de la Cruz trabajó tres años y tres meses para su doctorado. Una vez que concluyó, analizó la posibilidad de regresar a México; sin embargo, examinó la situación de la nación y llegó a la conclusión de que era mejor permanecer en el extranjero: "Yo pensaba regresar a México, pero hubo una devaluación muy fuerte y no había muchos trabajos y entonces busqué hacer un posdoctorado, entonces mi supervisor me recomendó ir con Isaac Sánchez, otro físico".
La doctora en Física decidió realizar el posdoctorado: "Sánchez me preguntó por qué no solicitaba trabajo, porque en ese momento no había trabajo en México". Fue entonces que decidió postularse como asistente de profesor y Northwestern le abrió las puertas. Conforme avanzó el tiempo se convirtió en profesora de tiempo completo.
"Los americanos son muy listos, porque cuando la gente trabaja —y yo trabajaba muy duro— te dan más. En Northwestern comencé a recibir premios y al mismo tiempo me daban más trabajo y mayor remuneración. Entonces, es muy difícil regresar a México cuando tienes las posibilidades tan amplias de sustento, de poder formar a todo un grupo (de investigación), además de toda la infraestructura. Aunado a ello, cuando te estableces, es más y más difícil regresar", señala.
Al recordar el momento en que decidió quedarse en el extranjero, subraya que en México la situación era por demás compleja: "Fue una época difícil para México. Cuando me fui pasó el temblor y después todavía se fue más para abajo el peso. En 1986 no había oportunidades".
Aunque en México sólo vislumbraba un panorama oscuro, en el extranjero comenzó a recibir diferentes premios por sus investigaciones relacionadas con el ADN. Entre las condecoraciones que obtuvo está el Presidential Young Investigator Award, National Science Foundation (NSF); American Academy of Arts and Sciences Fellow, Cozzarelli Prize y el National Academy of Science (NAS). Además fue electa como miembro de la Sociedad Americana de Filosofía (2020) e integrante de la Academia Nacional de Ciencias.
Olvera de la Cruz sostiene que cada uno de esos reconocimientos es importante, porque incluyen montos económicos, lo que contribuye a la posibilidad de conformar todo un equipo de trabajo: "Los premios son muy importantes, porque es muy importante que reconozcan tu trabajo y uno se siente muy mal cuando cree que descubrió algo importante, o que lo deben ver otras personas y que nadie le ponga atención, pero al mismo tiempo, los premios ayudan a que te pongan atención. Al principio fue un potenciador, y eso también da una entrada a la Academia. Ya después es 'más fácil' poder trabajar bien".
Mónica Olvera de la Cruz también señala que todos los premios y logros los ha obtenido porque se ha dedicado a la física, una ciencia a la que considera como "importantísima, incluso para otras disciplinas, se sabe por ejemplo que en biología se utilizan técnicas para ver a las moléculas; en ingeniería se ha vuelto más cuantitativa, pero realmente son aplicaciones de la física. La física estudia los fenómenos naturales y las fuerzas de los campos que mantienen la materia. Las fuerzas que mantienen a los planetas alrededor del Sol, todas esas son leyes que son tan palpables y tienen que entenderse para poder cambiar el mundo y la tecnología. Todos los grandes descubrimientos que han hecho cambiar al mundo han venido de descubrimientos de físicos".
Durante los últimos dos años, el mundo ha enfrentado una pandemia de SARS-CoV-2, y la autora de alrededor de 320 artículos científicos indica que ha sido una oportunidad, porque "la pandemia le abrió los ojos a muchísimos científicos. Nosotros tenemos una responsabilidad de también servir al público, porque la ciencia está patrocinada por los tax payers y el gobierno que te da para hacer una investigación que no tenga fin lucrativo personal, pero que puedas enseñar a otros y ayudar a que vivamos mejor. Todos los científicos tuvimos una curiosidad o un deber —o la mezcla de las dos— para ver cómo podríamos ayudar en la pandemia".
Recuerda que se emprendieron iniciativas como la fabricación de mascarillas. Pero en su caso, como especialista en la materia blanda, que es la interacción entre los electrolitos, los sistemas que tienen cargas eléctricas y que están disociadas, analizó al virus desde otra arista.
"Yo, con uno de mis posdoctorados empezamos a ver por qué el SARS-CoV-2 era más contagioso que el primer SARS (2003), la diferencia era la carga positiva que de unos grupos que aparentemente estaban lejos del receptor del punto donde se une el virus al humano. A mi alrededor había personas infectadas, y vi como un deber (estudiar al virus), porque sé electrostática y he estudiado estructuras parecidas (a la del SARS-CoV-2) y lo vi como algo natural", indica, no sin antes enfatizar que estudiará aún más temas desde la física.
Olvera de la Cruz es originaria de Acapulco, Guerrero, donde estudió hasta el nivel medio superior; luego se trasladó a la Ciudad de México para estudiar en la UNAM, donde obtuvo el grado de licenciatura en física, en 1981.
La física es una ciencia que, dice, siempre se le ha facilitado: "Siempre tuve curiosidad por los fenómenos naturales y por la tecnología, por ver cómo funcionaban los refrigeradores, cómo cambiaban los colores del cielo, cómo funcionaban los relojes y cuando tuve la oportunidad de irme a la Ciudad de México a estudiar mi carrera, no sabía nada de físicos, en Acapulco no conocí a ningún físico ni matemático, pero yo sabía que tenía un talento para las matemáticas. En un inicio, cuando llegué a la Universidad, pensaba que iba a estudiar Filosofía, porque me gustaba la Lógica, pero analicé los planes de estudios y me gustó la Física".
En entrevista vía telefónica desde California, Estados Unidos, la investigadora rememora sus inicios en la Universidad Nacional e indica que escogió a la física como "la carrera ideal", en la que tuvo oportunidad de formarse junto a compañeros, quienes fueron muy buenos con ella, pues le enseñaron "cosas que no sabía", porque en Acapulco no tuvo acceso a ese tipo de educación: "Aprendí rápido".
Para 1981 obtuvo el grado de licenciatura y su tutor de tesis fue el renombrado físico Alfonso Mondragón Ballesteros (14 de marzo de 1932- 8 de junio de 2020), miembro del Sistema Nacional de Investigadores y de la Sociedad Americana de Física, doctor en Filosofía, Matemáticas y Física por la Universidad de Birmingham, Inglaterra.
Olvera de la Cruz continuó con su formación, realizó la maestría y luego obtuvo una beca del Departamento de Ciencias Materiales para estudiar en el extranjero. Se trasladó a la Universidad de Cambridge, Reino Unido, donde obtuvo el doctorado, y ahora es profesora e investigadora de la Universidad de Northwestern, en Evanston, Illinois, EU.
Su llegada a Northwestern no fue una cuestión de azar, pues durante su paso por Inglaterra tuvo oportunidad de conocer a diferentes investigadores, entre ellos Sam Edwards (1 de febrero de 1928- 7 de mayo de 2015).
Olvera de la Cruz le escribió a Edwards, quien formaba parte de los laboratorios Cavendish, del departamento de Física de la Universidad de Cambridge y que son mundialmente reconocidos pues están en activo desde 1874 y ahí se han realizado descubrimientos como el del argón, el electrón, el neutrón y la estructura del ADN.
Al mismo tiempo que fue aceptada en los laboratorios Cavendish, Olvera de la Cruz fue admitida en el Trinity College, que fue fundado por Enrique VIII en 1546 y donde han estudiado diferentes personalidades, entre ellas Isaac Newton: "Ahí todo fue muy romántico".
En total, Olvera de la Cruz trabajó tres años y tres meses para su doctorado. Una vez que concluyó, analizó la posibilidad de regresar a México; sin embargo, examinó la situación de la nación y llegó a la conclusión de que era mejor permanecer en el extranjero: "Yo pensaba regresar a México, pero hubo una devaluación muy fuerte y no había muchos trabajos y entonces busqué hacer un posdoctorado, entonces mi supervisor me recomendó ir con Isaac Sánchez, otro físico".
La doctora en Física decidió realizar el posdoctorado: "Sánchez me preguntó por qué no solicitaba trabajo, porque en ese momento no había trabajo en México". Fue entonces que decidió postularse como asistente de profesor y Northwestern le abrió las puertas. Conforme avanzó el tiempo se convirtió en profesora de tiempo completo.
"Los americanos son muy listos, porque cuando la gente trabaja —y yo trabajaba muy duro— te dan más. En Northwestern comencé a recibir premios y al mismo tiempo me daban más trabajo y mayor remuneración. Entonces, es muy difícil regresar a México cuando tienes las posibilidades tan amplias de sustento, de poder formar a todo un grupo (de investigación), además de toda la infraestructura. Aunado a ello, cuando te estableces, es más y más difícil regresar", señala.
Al recordar el momento en que decidió quedarse en el extranjero, subraya que en México la situación era por demás compleja: "Fue una época difícil para México. Cuando me fui pasó el temblor y después todavía se fue más para abajo el peso. En 1986 no había oportunidades".
Aunque en México sólo vislumbraba un panorama oscuro, en el extranjero comenzó a recibir diferentes premios por sus investigaciones relacionadas con el ADN. Entre las condecoraciones que obtuvo está el Presidential Young Investigator Award, National Science Foundation (NSF); American Academy of Arts and Sciences Fellow, Cozzarelli Prize y el National Academy of Science (NAS). Además fue electa como miembro de la Sociedad Americana de Filosofía (2020) e integrante de la Academia Nacional de Ciencias.
Olvera de la Cruz sostiene que cada uno de esos reconocimientos es importante, porque incluyen montos económicos, lo que contribuye a la posibilidad de conformar todo un equipo de trabajo: "Los premios son muy importantes, porque es muy importante que reconozcan tu trabajo y uno se siente muy mal cuando cree que descubrió algo importante, o que lo deben ver otras personas y que nadie le ponga atención, pero al mismo tiempo, los premios ayudan a que te pongan atención. Al principio fue un potenciador, y eso también da una entrada a la Academia. Ya después es 'más fácil' poder trabajar bien".
Mónica Olvera de la Cruz también señala que todos los premios y logros los ha obtenido porque se ha dedicado a la física, una ciencia a la que considera como "importantísima, incluso para otras disciplinas, se sabe por ejemplo que en biología se utilizan técnicas para ver a las moléculas; en ingeniería se ha vuelto más cuantitativa, pero realmente son aplicaciones de la física. La física estudia los fenómenos naturales y las fuerzas de los campos que mantienen la materia. Las fuerzas que mantienen a los planetas alrededor del Sol, todas esas son leyes que son tan palpables y tienen que entenderse para poder cambiar el mundo y la tecnología. Todos los grandes descubrimientos que han hecho cambiar al mundo han venido de descubrimientos de físicos".
Durante los últimos dos años, el mundo ha enfrentado una pandemia de SARS-CoV-2, y la autora de alrededor de 320 artículos científicos indica que ha sido una oportunidad, porque "la pandemia le abrió los ojos a muchísimos científicos. Nosotros tenemos una responsabilidad de también servir al público, porque la ciencia está patrocinada por los tax payers y el gobierno que te da para hacer una investigación que no tenga fin lucrativo personal, pero que puedas enseñar a otros y ayudar a que vivamos mejor. Todos los científicos tuvimos una curiosidad o un deber —o la mezcla de las dos— para ver cómo podríamos ayudar en la pandemia".
Recuerda que se emprendieron iniciativas como la fabricación de mascarillas. Pero en su caso, como especialista en la materia blanda, que es la interacción entre los electrolitos, los sistemas que tienen cargas eléctricas y que están disociadas, analizó al virus desde otra arista.
"Yo, con uno de mis posdoctorados empezamos a ver por qué el SARS-CoV-2 era más contagioso que el primer SARS (2003), la diferencia era la carga positiva que de unos grupos que aparentemente estaban lejos del receptor del punto donde se une el virus al humano. A mi alrededor había personas infectadas, y vi como un deber (estudiar al virus), porque sé electrostática y he estudiado estructuras parecidas (a la del SARS-CoV-2) y lo vi como algo natural", indica, no sin antes enfatizar que estudiará aún más temas desde la física.
« El Universal »
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