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Los tiempos de la escritura

Los tiempos de la escritura


Publicación:19-05-2022
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Todas las personas que nos dedicamos, de una manera u otra, a la escritura hemos enfrentado el desafío de la “fecha de entrega”: el famoso y temido deadline

Todas las personas que nos dedicamos, de una manera u otra, a la escritura hemos enfrentado el desafío de la “fecha de entrega”: el famoso y temido deadline. Crear a contrarreloj y entregar el “producto” a tiempo (incluso en esta época en que casi hemos sustituido a la imprenta por la edición digital). Esta dinámica procede de la era industrial. La modernidad impuso una división del trabajo intelectual, fomentando con ello la especialización. Sumemos a eso el desarrollo de la prensa y de las industrias editoriales y tendremos la película completa.  La necesidad de cumplir con los requisitos de la oferta y la demanda hizo del escritor una suerte de asalariado: cada página escrita y publicada contribuía a completar   el pago y garantizar sustento. El asunto, sin embargo, no ha sido solamente temporal, sino también temático (el tiempo lineal ha permeado en la escritura). Crear por entregas y cumplir con ciertos requisitos y expectativas.

Ante tal panorama es válido preguntarse ¿dónde han quedado las libertades de la creatividad? O, con mayor precisión: ¿existen o existieron alguna vez tales libertades? ¿Escribiríamos igual si contáramos con todo el tiempo y los recursos disponibles? Sospecho que no; y voy a ir más lejos: tal vez no produciríamos nada en absoluto. No estoy defendiendo, me apresuro a aclarar, ningún tipo de explotación laboral; sólo aventuro aquí algunas interpretaciones o, si prefieren ustedes y para ser un poco más precisos, algunas conjeturas. Hipótesis que tienen como sustento mi experiencia personal y, como sabemos, ¡cada cabeza es un mundo! Trataré, sin embargo, de ilustrar mi punto…

No creo equivocarme si afirmo que buena parte de la literatura moderna se ha creado por demanda y ha sido escrita bajo presión. No sólo eso: ha sido esa tensión (causada por el deseo de concretar una vocación literaria y la necesidad de trabajar para subsistir) la que ha nutrido muchas de las páginas más conmovedoras de la literatura moderna. Mencioné arriba al desarrollo de la prensa como uno de los factores que ha influido en esta transformación radical de los tiempos de la escritura. Añado a eso la expansión de la alfabetización y la formación y crecimiento de lectores. La aparición del folletín impuso el vértigo y la expectación en las prácticas de escritura. Balzac publicó gran parte de su narrativa en el periódico La Presse entre 1837 y 1847; Madame Bovary, la portentosa novela de Gustave Flaubert, apareció, por entregas, en La revue de Paris en 1856; lo propio hizo Dickens durante buena parte de su vida.  Y cómo no mencionar el caso de Dostoievski: si alguien ejemplifica las metamorfosis en los tiempos de escritura es él. Una sola anécdota bastará, creo yo, para demostrar la validez de mi hipótesis. Me refiero a la redacción de su novela El jugador. Su editor Fiódor Stelovski le adelantó el pago con la condición de que debía entregar la obra a más tardar el 1 de noviembre de 1866; si incumplía el trato, Stelovski se quedaría con los derechos de todas las obras que el autor ruso escribiera durante los siguientes 9 años. Faltaban 26 días para el vencimiento y Dostoievski no tenía ni una página; situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas: finalmente contrató, por recomendación, a la taquígrafa Anna Grigórievna Snítkina (quien sería, a la postre su segunda esposa) y le dictó la novela, acelerando la escritura y cumpliendo con la temida fecha de entrega

Antes de terminar debo confesar que yo mismo me encontraba hoy en esa situación. Sentado frente a la pantalla, sin un tema concreto en mente, pesando en el deadline, comencé a escribir estas líneas. Miro al reloj y creo que, una vez más, he logrado cumplir; pero el temor de no llegar a tiempo permanece y sin duda me empujará a escribir mi próximo texto.  



« Víctor Barrera Enderle »