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Los riesgos de cocinar con cubos de consomé de pollo

Los riesgos de cocinar con cubos de consomé de pollo


Publicación:09-06-2022
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Su consumo habitual no está recomendado.

CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando no se tiene mucho tiempo, los cubos de consomé de pollo son una gran alternativa, añaden sabor, son baratos y muy prácticos, por lo que muchos suelen utilizarlos para dar el toque final a todo tipo de guisados. Sin embargo, su consumo habitual no es recomendable ya que implica algunos riesgos para la salud.
Siempre mencionamos que, cuando se trata de alimentación, no hay nada prohibido, a menos que así lo determine un médico. No obstante sí hay ciertos productos que es mejor utilizar lo menos posible, tal es el caso de los cubos de pollo.
La razón es que, aunque se vende como un condimento de caldo de pollo, en realidad prácticamente no contiene esos ingredientes y, en cambio, está lleno de grasas y sales. Pero no lo afirmamos nosotros.
¿De qué están hechos los cubos de caldo de pollo?
Si eres de los que acostumbra cocinar con cubos de caldo de pollo te tenemos malas noticias, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) ha advertido que su consumo habitual no está recomendado.
Los caldos y consomés de pollo en cubo o en polvo están hechos a partir de una mezcla de sal, fécula de maíz, glutamato monosódico, carne y grasa de pollo, azúcar, condimentos, colorantes, saborizantes naturales y artificiales y proteínas y grasas vegetales.
La razón por la cual no deberías consumirlos habitualmente se debe a que tienen como primer ingrediente la sal. Dependiendo del tipo y la marca, el consumo en 250 mililitros de caldo reparado varía de 1.36 a 3.43 gramos, según la Profeco. Además, existen diversas marcas que no cumplen con el porcentaje mínimo de carne.
Por otra parte, los cubos de caldo de pollo no tienen un aporte significativo de nutrientes. 250 mililitros de producto preparado proporcionan de 0.19 a 0.69 gramos de proteínas y de 0.16 a 0.55 gramos de grasa que no son totalmente de origen cárnico, ya que también se adicionan proteínas y grasas vegetales.
La Profeco también destacó que, por las características del proceso, las presentaciones de cubo tienen más grasa que las de polvo.
Si bien los porcentajes no parecen importantes, el consumo diario de este tipo de productos puede llevar a consumir mucha más sal de la que se tiene conciencia y, como consecuencia, elevar los riesgos de padecimientos como la presión arterial elevada o hipertensión. Así como de enfermedades cardiovasculares debido a la grasa.
En la cuenta de TikTok @nutrisamtips de la nutrióloga Samantha Ramirez se menciona que los cubos de caldo de pollo tienen glutamato monosódico, azúcares añadidos y colorantes.
Pero ¿por qué los ingredientes son un problema?
De manera general el glutamato monosódico se encuentra principalmente en alimentos procesados y su componente UMAMI ayuda a resaltar los sabores de los alimentos. Por ello es que es difícil dejarlo y su consumo se vuelve regular llevando a problemas como obesidad.
Ya sabemos los riesgos de consumir mucha azúcar pero en el caso de los cubos de caldo de pollo puede llegar a ser más perjudicial pues se mezcla con grasas vegetales, colorantes, saborizantes artificiales, fécula de maíz, espesantes y aglutinantes.
Finalmente, y aunque la nutrióloga no lo menciona, estos productos también tienen aceite hidrogenado, es decir grasas trans.
Por todo lo anterior es que los caldos y consomés de pollo en cubo o en polvo no deben comerse habitualmente.
Consejos al comer cubos de caldo de pollo
Si vas a utilizar estos productos para la preparación de tus alimentos sigue estos consejos de la Profeco:
No es necesario que agregues sal a los alimentos, ten presente que el contenido de sal en estos productos es elevado. Una taza de caldo preparado tiene hasta 3.43 gramos de sal cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere que las personas adultas no superen los 5 gramos de sal al día.
Revisa las etiquetas, todas las marcas deben ostentar el etiquetado frontal nutrimental y tabla nutrimental.
Antes de utilizarlo, revisa que el empaque no esté abierto o maltratado y que esté dentro de la fecha de caducidad.
Finalmente sigue las instrucciones de preparación.


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