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Los archivos de la noche

Los archivos de la noche


Publicación:31-07-2021
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Si no te frustras, si entiendes que todo tiene un por qué y un cuándo sí y cuándo no, la felicidad jamás te abandonará

Una gota gorda de lluvia

Carlos A. Ponzio de León

      

      El hombre caminaba a tientas por la oscuridad, recorriendo la cocina del pequeño departamento que había rentado. Evitaba encender la luz. Las cortinas se mantenían cerradas desde que había llegado. Al sentir una lámina de acero en la palma de su mano, abrió el refrigerador. El frío del frigorífico golpeó su rostro y la lámpara destelló, sobre sus ojos, un brillo que le arrancó un golpe a su corazón, rápido como el parpadeo de una torreta de policía deteniéndose frente al edificio. Buscó, jadeando, un pedazo de queso. Por un instante, recordó el camino de nieve de tres semanas atrás, al emprender la huida desde su propio hogar, dejando un cuerpo tendido en el piso de su sala, desangrándose por una herida de bala en el estómago. Un ladrón al que sorprendió en la noche. Al encender la luz, encontró a un joven hambriento que con un desarmador había logrado burlar el candado de la puerta trasera de su casa.

      Subió al auto y cruzó la frontera. En Canadá le fue fácil encontrar un banco donde abrió una nueva cuenta. Depositó el efectivo que pudo retirar antes de dejar Dakota. La vista que dominó el camino: las Grandes Llanuras: dio espacio para que se arrepintiera una y otra vez de haber comprado aquella pistola; de haber descendido las escaleras al escuchar ruidos; de no haber preguntado en voz alta: ¿quién anda ahí? Alguien se movía en la cocina cuando se le escapó un disparo. Al acercarse al hombre derribado, descubrió al hermano menor de su mujer. Ahora golpea el volante maldiciendo. Debió haber realizado la llamada de emergencia antes de preparar su huida atravesando una carretera cubierta de nieve que le provocaría un ardor rojo sobre los ojos.

      Escondido en Canadá, pronto la preocupación dejó de ser la de realizar las compras para sobrevivir. Podía ordenar a través del celular. ¿Su cuñado estaba muerto? Durante el día miraba noticias en el televisor, pero nada encontraba sobre asesinatos fuera de Manitoba. Por internet, los periódicos de su localidad tampoco hablaban del caso. ¿Debía hablar con su exmujer o con algún amigo? Desde su huida, le había retirado la pila al celular. ¿Conseguir un nuevo teléfono? En la oscuridad sepulcral de las noches en las que permanecía despierto, comenzaban a aparecer fantasmas que lo señalaban y que le advertían. Pena capital.

      La policía rastrearía su llamada. Mejor: escribir un correo electrónico desde Regina, usando su laptop. Manejó de noche durante seis horas de cansancio que le enlodaban la mente. Se detuvo en un motel. Encendió su computadora portátil e ingresó a su cuenta de Yahoo! Buscó la dirección electrónica de Mary, la amiga más cercana a su mujer. “No sé qué decir. ¿Podrías informarme cómo están las cosas?” Se recostó sin conciliar el sueño. Al levantarse, en el espejo encontró a un hombre desconocido: demacrado, en agonía. Tal vez debía regresar y enfrentar las consecuencias. O quizás: regresar a Winnipeg y encontrar un trabajo como mesero para olvidarse completamente de su vida de ingeniero. Se quedó quieto, sentado en la orilla de la cama, mirando el vacío impenetrable de una cómoda, sin poder decir por cuánto tiempo.

      Un olor que provenía del baño, como de pescado crudo, lo trajo de regreso a la conciencia de su cuarto. Buscó en el piso sus zapatos y se los colocó apretando las cintas, con sus puños jalando como para destrozarse los pies. Cerró los ojos y llevó sus manos al rostro para secarse las lágrimas que no paraban. Jadeó descomunalmente intentando desprenderse del dolor que llevaba dentro. Finalmente respiró profundo, con más calma. Apagó la computadora y lentamente se dirigió a la puerta.

      El camino de regreso a Winnipeg fue lento. Condujo como oruga que intenta atravesar la tierra de polo a polo. En Brandon detuvo el auto. Encendió la computadora y se asomó a su cuenta. Tenía respuesta de Mary. Le temblaban las manos cuando abrió el mensaje: “John está hospitalizado, pero se recuperará. Tu mujer pide que regreses”. Una gota gorda cayó sobre el parabrisas. La primera de la lluvia que se asomaba y lavaría su mente, acompañándolo durante su regreso a casa.

      

El amor también muere

Olga de León G.

Que de noche sale más de una luna

Que los nardos impregnan al viento

Y que lo mejor de la vida pasa

de noche, siempre de noche

a la luz de un relámpago azul.

Eso dicen los astros si mis ojos los leen. 

Y callan, si tú no te ves en ellos.

Dicen tantas mentiras los enamorados,

que miles de collares de perlas 

podrían caer del cielo 

o emerger de las olas del mar 

en lo que se cuentan de falso

unos a otros...

“Miénteme mucho… aunque tus mentiras

Ya no me hacen feliz.”

      Cuando el amor nace entre dos jóvenes, pareciera que el infinito es poco y lo eterno no es suficiente. Pero el amor pasa, como pasó el enamoramiento, y si la base no fue un sentimiento sincero, limpio y profundo, poco durará en el corazón de las parejas cualquier emoción que los una y entrelace sus manos. 

      A los viejos debiera correspondernos no solo dar ejemplo de lo que fue nuestro amor, sino de lo que puede seguir siendo cuando los estrépitos y cielos fulgurantes de estrellas empiezan a perderse y a la noche sin luna, le seguirán otros días, aunque sin soles radiantes ni llenos de ilusiones.

Al amanecer le sigue la luz de media mañana y el calor del medio día. Luego llegará la tarde para amortiguar la caída o el desliz de las emociones que más tarde o más temprano habrán de llegar a declinar con la noche. Y, ¡qué apetecible paz se siente!, cuando se comprende que todo ha ido sucediendo según lo previsto: de acuerdo con las leyes de la vida y la naturaleza. 

      Si no te frustras, si entiendes que todo tiene un por qué y un cuándo sí y cuándo no, la felicidad jamás te abandonará.

Somos nosotros los que nos acomodamos o incomodamos con los sucederes en el camino de la vida. No es ella la que tiene que ser de una o de otra manera. Somos nosotros, los artífices de nuestro propio destino… Pues seamos congruentes con ello, y festejemos los diversos y diferentes momentos de nuestra existencia: “Vida, tú nada me debes; vida, tú y yo estamos en paz”.

La vida en pareja no es algo sencillo ni común. Para algunos, en estos tiempos modernos, la soledad se ha vuelto algo más sencillo, que vivir compartiendo. ¿Será parte del egoísmo también de cuña modernista? O, de la esclavitud bajo el yugo de un matrimonio disparejo, donde las responsabilidades solo son de la mujer… y los placeres del hombre. Porque bajo tales circunstancias, cualquier mujer anhela la soledad, vivir sin la pesada carga que representa ser padre, madre, sirvienta, amante y además secretaria u oficinista. No lo sé, pero es así, es algo cierto y verdadero. La libertad se vuelve un bien más preciado, cada día. Amar no es aprisionar. No es mantener a la mujer teniendo hijos, para que de por vida esté unida por tal lazo al marido: No.

Por eso, no debe pensarse que los hijos los unirán más y para siempre: ¡Que máxima más tremenda, terrorífica y falsa! Cierto son un lazo fuerte, y si en los padres persiste el amor, maravilloso. Pero nadie debería atribuirles a los hijos la responsabilidad de estar en una relación que ya se acabó, y que es tortuosa. Los hijos deberán entender los beneficios del divorcio para sus padres, que al fin y al cabo, ellos seguirán siendo sus padres.

Pero, ¿qué es el amor? No tengo una definición, sino cientos de ellas, algunas son clichés, otras de cuña propia. Puedo citar unas cuantas, pero, seguramente no les servirán a todos, o no les gustarán. Lo mejor es tener una propia, o no tenerla, sino vivir y sentir el amor, eso es lo maravillosos.

      Amar es dar por el otro todo cuanto él o ella necesita. Amar es entrar primero en la mirada y luego en el corazón del ser amado, para desde allí entender que somos dos, nunca uno solo e indivisible: eso es cursilería barata, y un engaño. Amar es estar dispuesto o dispuesta a dejar mi nicho de confort, para estar con el otro, o la otra persona amada. Amar es mirar la vida sin prejuicios y a los seres humanos como hermanos, aunque nos sepamos tan diferentes. Amar no es entregar el corazón, porque entonces cómo viviríamos: ¿uno con dos corazones y otro sin él?

      El amor será lo que quieras que sea. Solo ten en cuenta que un día te puedes arrepentir de lo que dijiste, tanto como de lo que callaste. Sí amor es querer al otro… sin olvidar que nadie puede amar, si no se ama a sí mismo. 

      Y, no obstante, el amor también muere… alguien termina por matarlo.



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