banner edicion impresa

Cultural Más Cultural


Las siete décadas y media de Eric Clapton

Las siete décadas y media de Eric Clapton
Eric Clapton

Publicación:30-03-2020
++--

Ahora es el reconocido artista plástico Manjarrez, autor de los dos murales de música instalados en las estaciones Auditorio y Chabacano del Metro

Eric Clapton

1

Nacido el 30 de marzo de 1945 en Inglaterra, Eric Clapton grabó en 2015 su documental de despedida de los escenarios: Slowhand at 70 / Live at the Royal Albert Hall, y su disco: I Still Do, que apareció en el mercado en mayo de 2016, luego del cual fue presentado, en octubre de 2018 por la disquera Surfdog, su vigésimo álbum de estudio:  Happy Xmas,acaso la grabación más intimista (el mismo título lo sugiere) de Clapton porque podría tratarse, en realidad, de la última.

      Porque una auscultación médica, en 2016, le detectó neuropatía periférica que lo obligaba a retirarse por completo de la música. De ahí que, ante tal desfalleciente diagnóstico, se pensara que I Still Do sería su último disco, fuera de las grabaciones que irán saliendo de sobras y registros cuidadosamente archivados o hallados azarosamente.

      Pero no ha sido así: la enfermedad no ha obstaculizado el ansia de los demonios internos de Clapton por la música. La Navidad blusera de 2018 ha roto el maligno augurio que daba como un hecho la imposibilidad de Clapton de poder continuar rasgando las cuerdas de sus guitarras.

      Y así como Elvis Costello dio a la luz, a sus 64 años, un disco nuevo en 2018, intitulado Look Now, luego de la recuperación del cáncer que amenazó con quitarle la vida, y justo en los momentos en los que se decía que Michael Jackson podía volver a ofrecer conciertos mediante la magia de los hologramas, es cuando renació Eric Clapton en la Navidad de 2018.

      No nos sorprenda, entonces, cuando se anuncie oficialmente el retorno de Beethoven en el Palacio de Bellas Artes.

2

Hace ya más de medio siglo, en 1967, a los 22 años de edad, Eric Clapton se confesaba ante Jann S. Wenner unos cuantos días después de que este periodista fundara, en ese mismo año, su Rolling Stone (hoy ya no en sus manos):

      ?Al principio toqué exactamente como Chuck Berry durante seis o siete meses. No se podía notar la diferencia cuando estaba con los Yardbirds. Me gustaban los bluseros más antiguos. Quizá porque estaba muy al alcance de la mano me dediqué a Big Bill Broonzy; después oí a un montón de músicos que nunca había oído antes: Robert Johnson, Skip James, Blind Boy Fuller. Y simplemente me zambullí de cabeza en aquel mundo enteramente nuevo para mí. Estudié y oí para arriba y para abajo. Yo tenía 17, 18 años. Al final de esta etapa me entusiasmé con B. B. King y desde entonces no he cambiado. Yo todavía creo que no hay guitarrista de blues mejor que B. B. King en el mundo entero.

      Tuvieron que pasar 396 meses de aquella declaración para que Clapton rindiera pleitesía a su maestro: Riding with the King es el título del compacto, realizado en 2000, donde ambos blusistas exhiben sus propias técnicas tan definidas y similares a la vez con una notoria e ineludible diferencia: mientras la inconfundible sonoridad negra de B. B. King (1925-2015) se desplaza irremplazable en los surcos, el clamor blanco del británico es, apenas, el eco, acaso ciertamente portentoso eco, de la áspera resonancia del primero.

3

Nadie como los negros para los blues. Y si bien Eric Clapton se ha mantenido firme en la difusión de las semillas de la música negra, su camino es otro…

      (Tal vez sea, él, su más conocido y persistente divulgador en los tiempos que corren… aunque Clapton ya no pueda, como antes, tocar de manera sistemática: la última vez que se le ha visto en un escenario fue durante el homenaje que se le rindió al baterista inglés Ginger Baker, fallecido el 6 de octubre de 2019 a los 80 años de edad, amigo de Clapton cuando formaron, junto con el también inglés ya fallecido bajista Jack Bruce ?muerto el 25 de octubre de 2014, a los 71 años de edad?, el trío roquero Cream en 1966.)

      …Pues lo suyo, como la ruta de John Mayall (Inglaterra, 1933) o de J. J. Cale (Estados Unidos, 1938-2013) o de Alvin Lee (Inglaterra, 1944 / España, 2013) o de Johnny Winter (Estados Unidos, 1944 / Suiza, 2014) o de Joe Bonamassa (Nueva York, 1977), podría decirse que es esa música que comienza donde lo negro acaba. Clapton camina por ese delgado hilo de la decoloración. Pese a ser uno de los mejores exponentes del blues blanco en el mundo, si no el más relevante, su música, por su propia naturaleza intrínseca, se niega por completo a ser negra. Su blues no es original ni autentificado, aunque su franqueza al ejecutarlo sea realmente admirable. Clapton, ese gran replicante del blues, y tamaña aseveración lo ha de sumir en los pozos profundos de la ansiedad, no es un calificado blusista como sí es un innato roquero.

4

Sin embargo, su empeño en no deslindarse de la música negra lo ha elevado a la categoría del legitimizado prohijamiento: los blusistas han acabado por adoptarlo, por creerlo uno de los suyos, por aceptarlo como un pariente cercano. Clapton, está por demás decirlo, se ha merecido esta confianza con amplitud debido a sus numerosos esfuerzos discográficos (y su I Still Do, el que se creía el último de su carrera por el certificado médico que le recomienda el retiro total, no parcial, de la guitarra, lo exhibe de nuevo prodigioso y recreador tanto de piezas de grandes músicos ?Dylan, Robert Johnson, J. J. Cale…? como de composiciones propias).

      Clapton, y esto también es cierto, es más blusista, aun no siendo negro, que algunos negros que se dicen blusistas.

5

Desde su incursión con The Roosters o con Casey Janes and The Engineers, y luego con su primer grupo formal: The Yardbirds, Clapton no se ha interesado por el éxito fugaz. Con esta última agrupación Clapton ha confesado que dejó seriamente de tocar por estar inmerso en los argüendes de la fama:

      ?Estaba más bien jodido por todos lados ?dijo a Wenner en 1967?. Tocando con un conjunto que te pone en un estado de espíritu tan extraño pierdes muchos de tus valores originales. Me quedé durante un par de semanas con un amigo. No hice gran cosa y entonces me ofrecieron trabajar con John Mayall al que siempre había admirado por su integridad. Si iba a tener que tocar con alguien, mejor él que otro. Toqué con Mayall durante cosa de año y medio. Fue cuando de verdad empecé a desarrollar mi música más de lo que hasta entonces había hecho. Porque ellos se la tomaban en serio.

6

Fue cuando vino en 1966 Cream, ese tanto honroso trío londinense como irregular asociación fría, conformado por Clapton, salido de las filas nada menos que del gran Mayall; Jack Bruce, que tocaba con Manfred Mann (el músico sudafricano Manfred Lubowitz, quien cumple 80 años de edad el próximo octubre),  y Ginger Baker, el baterista de Graham Bond (1937-1974).

      —Habíamos decidido que nos interesaba tocar juntos más que con cualquier otro, y formamos un conjunto completamente cooperativo. Lo hicimos sin más. No fue demasiado difícil. Hacerlo funcionar resultó duro porque no teníamos ni idea de lo que realmente queríamos tocar.

      Y esta sincera declaratoria es demasiado visible en los tres álbumes de Cream, donde suman piezas irrelevantes una tras otra en las cuales el atractivo único son las ejecuciones de cada integrante, que en ese momento eran considerados los mejores en su respectiva especialidad, como más tarde (sólo dos años después, a partir de 1968) lo fuera el trío canadiense Rush, para muchos tal vez la asociación roquera perfecta.

      Empero, con Cream el guitarrista Eric Clapton hizo cosas impecables. Para comenzar, ese modelo de idóneo rock que significa la canción “White room”, que contiene todas las estructuras posibles y por haber de una pieza compleja y accesible.

      Después vino la discreta experimentación con Blind Faith al lado de ese otro inigualable músico: Stevie Winwood (Inglaterra, 1948), cuya fusión fue aleccionadora aunque demasiado corta.

      Luego se unió, brevemente, a Delaney & Bonnie Bramlet y ya posteriormente, al iniciarse la década de los setenta, por fin se independiza: Clapton graba como Clapton sin respaldo de ninguna otra figura. Y es ahí cuando se comienza a perfilar como un agudo y diverso compositor, si bien él mismo disminuye con modestia sus propios méritos:

      —No creo que baste con tocar la guitarra ?dijo a John Pidgeon en 1970?. No veo por qué se ha de poner por las nubes a un hombre que se limita a tocar la guitarra. De alguna manera esto no basta. Si yo fuera un gran compositor o un gran cantante, entonces no sería tan humilde al respecto. No me mostraría tan tímido. Hasta que no sea un gran compositor o un gran cantante seguiré avergonzándome cada vez que la gente me venga con la coba.

7

Con medio centenar de discos cinco décadas después, entre grabaciones en vivo y colaboraciones conjuntas y su Festival de Guitarra Cross Roads, y de una treintena de hermosas canciones, Clapton sigue creyendo que para ser un buen compositor no es suficiente la fama que se ha adquirido a través de los años, sino la práctica misma en los foros.

      A los 53 años, en 1998, Clapton editó Pilgrim, acaso uno de sus discos más reveladoramente entrañables. Ya habían pasado siete años de la muerte de su pequeño hijo Conor (1985-1991), quien se precipitara al vacío de un elevado edificio en Manhattan y a quien dedicara una de las más bellas piezas de su repertorio: “Tears in heaven”, que es a la vez su terapia.

      —No voy a pedir perdón por inspirarme en algo tan devastador como la muerte de un hijo —declaró al periodista español Diego A. Manrique?. En aquellos días me tocó mantener la compostura, calmar a la madre [Loredana del Santo] y a sus parientes italianos, que se pusieron muy emocionales. Luego me desahogué escribiendo canciones sobre lo que Conor significó para mí. Es terrible pensar que el mejor arte surge de los momentos de desesperación.

8

Ahora, cuando el rock forma parte de la industria transnacional de la música (asunto que empezó a descararse a mediados de los ochenta), se dice que Clapton ha logrado, mediante su incansable maquinaria creativa, equilibrar la cuestión del entretenimiento con el decoro personal, asunto que las grandes corporaciones no comprenden o desconocen (la dignidad no tiene ningún significado cívico ni ético en la actualidad) sino, sólo, las medianas y pequeñas empresas alternativas, que las hay. Sin embargo, Manrique lo ha cuestionado al respecto:

      —Su discográfica le ha obligado a enmendar discos para hacerlos más comerciales ?le dice en la cara a Clapton?. Y sólo pudo lanzar From the Craddle, su homenaje al blues, tras el éxito de Unplugged.

      Clapton se mantuvo sereno, británico como es, para responder que él es un músico, “no hombre del negocio del disco”:

     —Así que me tengo que fiar de las opiniones de estos empresarios. El tener un nombre con historia te ayuda a vender entradas para conciertos, pero no a despachar discos. Y si no vendes discos, comienzan los problemas. Yo me sentí muy afectado cuando mi compañía, Warner, prescindió de Van Morrison. Me indigné, pero me enseñaron las cuentas y tenían sus motivos: con los adelantos y las regalías que había negociado Van Morrison, perdían dinero si no vendían por encima de una cantidad. Así de simple.

      Pero no se sabe cuál va a ser su futuro musical, independientemente de la sorpresiva Navidad discográfica de 2018. Ni el propio súbitamente envejecido Clapton lo sabe: después de todo, los años no pasan en balde, dicen, si bien el mismo Clapton ha declarado que él debió de haber muerto ya muchos años atrás: “No sé cómo sobreviví, sobre todo en los setenta. Siendo justos, debería haber estirado la pata hace mucho. Por alguna razón fui sacado de la boca del infierno y se me dio otra oportunidad”, escribe en su libro autobiográfico Clapton (Global Rhythm Press, 2008, traducción de Ezequiel Martínez Llorente).

      El orgullo de la irresponsabilidad roquera siempre (o casi) ha sido un estandarte justificatorio de las celebridades de la música. Por algo Malala dice que, a diferencia de un activista social que se compromete con las causas, deberes y obligaciones que él se ha buscado con la ciudadanía, un roquero, a veces sin objetivos en la vida, sólo corre y cuenta con la suerte.

9

¿Vendrá en camino otro disco circunstancial de Eric Clapton, como el propio guitarrista extrajo material del pasado para su álbum I Still Do, donde se puede escuchar una voz muy parecida a la de George Harrison, aunque Clapton ha negado que le pertenezca al ex Beatle?

      Muy amigo suyo, por lo demás, pese a que Clapton le haya prácticamente arrebatado una esposa: Pattie Boyd (1944), quien, como Helena, se dejara robar en la misma casa del anfitrión, su marido. Es un disco, el referido I Still Do, muy parecido a otros suyos, con lo cual quiero decir que es realmente bello y entrañablemente blusero, como el de la inesperada Navidad de 2018.



« Notimex »