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La inmiscuida realidad

La inmiscuida realidad


Publicación:08-12-2024
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Y falta el último misterio de la noche. ¿Por qué fue destruido Dios, a manos de sus doce hermanos?

 

La Madre, el Padre y el Hermano

Carlos A. Ponzio de León

"Mi Madre era una puta, Charlie", me dijo luego de llevarme a no sé qué bar del centro. "No te estoy hablando de una prostituta; sino de una puta: una mujer que se acostaba con cualquiera". Hizo un silencio y luego continuó: "Yo te di una Madre que se dio a respetar como ninguna. ¿Qué se siente haberla tenido, Charlie?". No tuve palabras para responder. "Ahora entenderás que, por eso, el Hijo de Dios, en tu mundo, debía tener una madre Virgen, ¿no te parece?". Me quedé inmóvil, como un imbécil al que acaba de revelársele uno de los grandes misterios de la humanidad. Y vinieron otros, esa misma noche.

"Mi Madre tenía el mismo cuerpo que el de la puta con la que acabas de tener sexo". Hizo otro silencio y luego continuó: "Pero ahí no reside mi mayor dolor. Mi ira está fundada en mi destrucción: en la traición que sufrí de mis hermanos; más otros dos hechos: El primero, que cuando me destruyeron, mi Madre le reclamó a mi Padre, Zeus. ¿Qué madre no iba reclamarle al padre por la muerte o destrucción de su hijo? Mi padre le respondió con ira: destruyéndola. Eso también me duele, Charlie. Y ahí no termina la historia. Para evitar cualquier venganza familiar, Zeus igualmente destruyó a mi hermano gemelo. Ahí está, en esos tres hechos, el secreto de mi ira: La dichosa ira del Señor". Revelado ha sido.

"Mi Madre, mi hermano gemelo y yo: somos ahora tres Universos. Y desde cada uno de estos universos, cada divinidad destruida puede ver lo que sucede en el mundo original de las divinidades; pero no al revés. Nadie de aquel mundo alcanza a ver lo que sucede adentro de nuestros cuerpos destruidos, los cuales ustedes llaman universos". Revelado ha sido.

Y diles así y asá: "El dolor que Dios sufrió al momento de su destrucción, tiene imagen y equivalencia humana: se nombra igual a la muerte de Jesús de Nazareth, el Crucificado. Y por eso, lo he nombrado mi hijo; por eso, es el Rey Cristiano; por eso, ha venido a Salvar al Mundo". Y a ti te digo, apunta, tú que escuchas: "Por esto, has sufrido tanto, tan injustamente".

Y diles más, así y asá: "Se van a desilusionar de Zeus, porque su imagen más exacta no es otra que la de Diego Rivera, y el rostro de mi Madre no es otro que el de Frida Kahlo. Curiosidad resuelta, la fama de la pareja. Toma apunte: el rostro: Frida; porque el cuerpo, el de la puta que has hecho tuya. Así he deseado revelarlo, YO, al mundo. La imagen de su cuerpo, la guardas".

Y diles así y asá: "Cuando Dios mandó decir: ´Dios ha muerto´, es porque Zeus efectivamente fue destruido por un nieto suyo; el hijo del hermano gemelo de Dios lo destruyó". Y Dios me dijo: "Pero, no lo olvides: todo se lo debes a Zeus". Y yo le dije: "Señor, es el acto de humildad más grande que te he escuchado". Y ÉL me dijo: "Y será el acto más grande de humildad que escucharás de mí".

Y diles así y asá: "En el mundo de las Divinidades, Dios fue casado a la fuerza, a edad aproximadamente humana de 16 años. Y ella se le negaba. Y Dios la mató, no la destruyó, sino que ella murió porque no era divina. Y alcanzaron a tener dos hijos: una mujer, que como dicho ha sido, así y asá, su imagen más fiel es el de la Mona Lisa; y Dios tuvo también un varón, cuya imagen más fiel está en el último autorretrato de Van Gogh, un cuadro para el cual el pintor se cortó la barba, porque lo hizo para su madre".

Y diles tú, así, también en lenguaje de tartamudos: "Dios está arrepentido porque está arrepentido y no resultó perfecto; pero su hijo el Cristo Rey, por eso a él lo hizo perfecto. El que tenga oídos, oiga. Que todo, entonces, fue verdad, y era solo de necios el no creer".

Y falta el último misterio de la noche. ¿Por qué fue destruido Dios, a manos de sus doce hermanos? Diles así y asá: "Por la ira de Dios, Dios fue destruido. Zeus había destruido a su propia Madre, abuela de Dios. Entonces, Dios le reclamó a su padre y prometió hacerle daño en venganza. Y le cumplió. Dios hirió de una manera dolorosa a su Padre. Por ello, Zeus fue vengado a manos del resto de sus hijos, (excepto el hermano gemelo de Dios, quien no estuvo enterado de lo que iba a suceder). Zeus tampoco fue avisado. Por su acto de ira, Dios fue destruido".

El Ser Humano y el Deber Ser

Olga de León G.

La hormiguita colorada estaba un poco más cansada que de costumbre, lo cual ya es decir demasiado, si se piensa en que no duerme entre semana, ni siquiera cuatro horas completas. Así que lucía tremendas ojeras, por la falta de sueño y los desvelos de todos los días de su vida; ahora acumulados, desde hacía tres o cuatro años. A ella, ese día le parecía que todo estaba a punto de romperse o salirse de su débil control.

No hay mejor forma de educar (en el sentido de domesticar) que establecer reglas. Ninguna regla es tal, si se la quebranta o se pone en tela de juicio su capacidad de hacerla respetar y cumplir.

En todos los empleos o lo que es lo mismo en todas las empresas, públicas o privadas, existe por lo menos un decálogo con el que tendrán que cumplir jefes, empleados y todos los relacionados con el negocio o institución de la que se trate. Las instituciones de salud no escapan a esta regla infalible; incluso, en ellas puede ser más estricta y necesaria la existencia de un reglamento y la obligación de cumplir y hacer cumplir el protocolo. Es comprensible, sin más explicación.

Ciertamente, mas, cuando hemos pasado por una situación extrema, entonces y ahora, me he preguntado -luego del sufrimiento de verme agraviada por la inflexibilidad de los encargados de hacer cumplir las reglas y el protocolo-: Y la humanidad de esos sujetos, ya plenamente domesticados o adoctrinados, en el reglamento, contra toda eventualidad o excepción, ¿en dónde quedó? 

Quiero pensar que al menos algunos, unos pocos saben bien que no son robots, y que los que les reclaman humanidad, comprensión y piedad, tampoco son el enemigo, a pesar de que su impotencia contra la autoridad de quien tiene la sartén por el mango los altere y desespere, al grado de parecer que sí lo son, pues además, están actuando un tanto fuera de control.

Desde mi punto de vista debe existir, al lado de cualquier reglamento o protocolo, un travesaño medio escondido, que guarde la medida o dosis del límite del rigor de cualquier reglamento, que deberá impedir que se pierda el hilo conductor de las buenas formas y de la real vocación de servicio que todo guardador de reglamentos nunca deberá obviar o desentenderse de ello: un punto medio entre la obligación de hacer respetar un reglamento y la calidad y calidez de la humanidad con que debe actuar ante el que está bajo su mando o quien debe obedecer las reglas. Pues, eso es lo que me permitirá verme como un servidor de real altura y una autoridad magnánima: cuando las circunstancias se salen del común denominador.

Agradezco a quien bien sabe a qué me refiero, hormiguita, mi querida amiga, sí estoy en deuda con la persona que se compadeció este jueves de mi impotencia y mi tristeza y mi dolor ante la eventualidad de no poder cumplir del todo con el reglamento de la entrega de un medicamento que requiere y exige -naturalmente- llevar un recipiente térmico y con hielo, para transportar un medicamento como correctamente se exige y debe ser. Aunque solo tuviera que caminar menos de cien metros, para dejarlo en la Enfermería en manos de la jefa de enfermeras, encargada de suministrárselo a mi familiar; ¡ah!, y estando la temperatura ambiente a menos de 13 grados centígrados. 

Por todo eso, sé que quien me consiguió una hielera, es mucho más que otro empleado de la farmacia, pues tiene una arraigada vocación de servicio a pesar de su corta edad, muchas ganas de resolver problemas y una buena dosis de humanidad ante el dolor ajeno a causa de una falta real al reglamento: el olvido de la bolsa térmica con hielo deshidratado. 

 ¡Ojalá!, que a los padres y abuelos del inteligente y gentil joven que me apoyó ante la imperiosa necesidad del momento, cuando a ellos se les ofrezca, sean bien correspondidos.

Y, la hormiguita dibujó una amplia sonrisa en su minúsculo rostro, y se alejó sin decir ni siquiera: ¡te entiendo! ¿Será que solo la imaginé?, ¿para sentirme acompañada?, No lo sé, ¡sé tan pocas cosas!

 

 



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