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Exponen la intimidad de Rembrandt

Exponen la intimidad de Rembrandt


Publicación:26-02-2022
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La muestra, parte de la conmemoración del 40 aniversario del Munal

Ciudad de México.- La plenitud que irradia el óleo Palas Atenea (1654), realizado en la “era dorada de la producción rembrandtiana” y que por primera vez se exhibe en México, es el centro de la exposición La diosa de la casa de Rembrandt, que se inaugura hoy en el Museo Nacional de Arte (Munal).

La pintura transmite, a la manera del reconocido pintor y grabador neerlandés, “la forma de mostrar emociones, un interiorismo e intimismo que se transluce en la sonrisa serena, en los ojos”, explicó Héctor Palhares, coordinador de curaduría del recinto, durante un recorrido para la prensa.

La muestra, parte de la conmemoración del 40 aniversario del Munal, está dedicada a “la gran diosa de la casa, compañera, amiga, cómplice” del pintor y madre de su hija Cornelia, Hendrickje Sttofels, a quien el artista inmortalizó en un retrato como una especie de “eterno femenino” para defenderla de las críticas de la moralidad de los Países Bajos en el siglo XVII, agregó el curador.

Palas Atenea, proveniente de una colección privada alemana, fue “hecha en los años 50 del siglo XVII, en la era dorada de la producción rembrandtiana. Desde la década de 1990 no había venido a México un cuadro de este calado del autor. Es algo excepcional”, destacó Palhares.

En la alegoría, continuó el historiador de arte, un personaje de la mitología grecolatina es representado con el rostro de la pareja de Rembrandt, a quien “convierte en una diosa olímpica, una investidura muy significativa porque contra los valores dictados por la moral protestante del siglo XVII, era una mujer que vivía en mancebía, es decir, fuera del matrimonio, con un artista viudo”.

La exposición reúne también dos dibujos y una estampa del artista, así como un retrato atribuido a Gerrit Dou, el mayor alumno de Rembrandt. Las pequeñas piezas del pintor, sostiene Palhares, “ofrecen alegorías de la virtud y la caridad representadas en usos y costumbres, con personajes variopintos de la sociedad; eran formas de despertar la virtud, la caridad y la bonhomía, como valores protestantes muy exaltados dentro del calvinismo neerlandés de la época”.



« Redacción »