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El que oye la palabra y la entiende

El que oye la palabra y la entiende
Hombres como el Padre Hurtado, el Papa Juan Pablo II, la madre Teresa de Calcuta han dado fruto abundante porque ellos “entendieron alguna palabra de Jesús que transformó sus vidas.

Publicación:11-07-2020
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En la parábola del sembrador, que es la que leemos hoy, el hecho cotidiano conocido es la distinta suerte que tiene la semilla arrojada por el sembrador

Si abrimos nuestra Biblia en el capítulo 13 del Evangelio de Mateo veremos que allí el editor pone el comienzo de una nueva sección a la cual da el título: “Discurso parabólico”. Lo autoriza a hacer esto el mismo evangelista que, después de presentar a Jesús en la actitud del maestro que enseña –“se sentó”-, agrega: “Les habló muchas cosas en parábolas”. En este discurso reúne siete parábolas, que leeremos hoy y los próximos dos domingos.

Nadie que tenga una mínima cultura ignora que la enseñanza de Jesús se caracteriza por las parábolas. Todos conocemos algunas de ellas. Pero no todos sabemos en qué consiste la enseñanza “en parábolas”. El sustantivo griego “parabolé” designa el resultado de la acción del verbo “parabállo” que significa poner dos cosas juntas. La enseñanza en parábolas consiste, entonces, en poner dos cosas juntas para que de la relación entre ellas se produzca en la mente de los oyentes la comprensión de lo que se quiere enseñar. Una de esas cosas es un hecho de vida diaria que es perfectamente conocido por todos; la otra es lo que se quiere dar a conocer. En la enseñanza de Jesús esta otra cosa que él quiere revelar es designada como “el Reino de los cielos". Por eso varias de sus parábolas comienzan con la expresión: “El Reino de los cielos es semejante a...".

En la parábola del sembrador, que es la que leemos hoy, el hecho cotidiano conocido es la distinta suerte que tiene la semilla arrojada por el sembrador, según el distinto terreno en que cae. Es un hecho obvio. Pero con este hecho Jesús quiere enseñar que eso mismo ocurre con la “Palabra del Reino": tiene distinta suerte según la disposición de los distintos oyentes ante los cuales es proclamada.

En este caso ambas cosas se ponen juntas en tiempos diversos. El hecho de vida cotidiana, a saber, la suerte que tiene la semilla arrojada por el sembrador, lo expone Jesús desde la barca ante toda la gente. La segunda cosa, a saber, la suerte que tiene la Palabra del Reino cuando es proclamada la expone en otro momento ante sus discípulos solos. Jesús explica distinción: “Es que a vosotros se os ha dado conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no". En realidad, sólo a los discípulos se expuso la parábola. Por eso sólo a ellos les dice: “Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. Sucede a todo el que oye la palabra del Reino y no la comprende...". Y sigue la enseñanza. Nos fijaremos solamente en la fracción que tiene buen resultado: “El que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la palabra y la entiende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta". La palabra clave es: “La entiende".

Hombres como el Padre Hurtado, el Papa Juan Pablo II, la madre Teresa de Calcuta han dado fruto abundante porque ellos “entendieron" alguna palabra de Jesús que transformó sus vidas. ¿De qué depende que unos entiendan y otros no? Jesús responde a esta pregunta prometiendo el envío del Espíritu Santo: “Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, él os guiará hasta la verdad completa... recibirá de lo mío y os lo explicará a vosotros" (Jn 16,13•14). El Espíritu Santo es el maestro interior que hace que la Palabra de Cristo sea “entendida" por nosotros y de fruto.



« Redacción »