Cultural Singularidades
Celebra el Día del Croissant conociendo su historia
Publicación:30-01-2024
TEMA: #Cultura
Cabe señalar que esta exquisitez de la bollería nació en Viena, Austria
CIUDAD DE MÉXICO, enero 30 (EL UNIVERSAL).- Hay alimentos que son irresistibles al paladar, uno de ellos es el croissant o cruasán, en castellano, que se volvió uno de los preferidos a la hora del desayuno, almuerzo o cena y que este martes 30 de enero celebra su día con el fin de homenajear a esta pieza de pastelería.
El croissant, que en francés quiere decir creciente en el sentido de "cuarto creciente lunar", tiene bastante aceptación debido a su sabor, aroma y textura, ya que puede ser consumido con productos dulces, como el chocolate, o salados como los quesos o el jamón.
Aunque ahora hay numerosas recetas de este bollo de hojaldre, la originaria consta de 8 ingredientes nada más: huevos, harina, leche, mantequilla, agua, azúcar, sal y levadura.
Cabe señalar que esta exquisitez de la bollería nació en Viena, Austria, y no en Francia como se cree, pero el país galo perfeccionó la receta y la hizo propia hasta convertirla en parte de su identidad gastronómica. Fue en París, en el siglo XIX, donde los panaderos locales se inspiraron de la forma del kifli austriaco popularizado por el panadero vienés August Zang, pero usaron una masa hojaldrada fermentada típicamente francesa que se usa también para hacer otras preparaciones como la napolitana.
La receta original del croissant sobrevivió a la invasión otomana al finalizar el siglo XVII. Cuenta la leyenda que el ejército otomano intentaba conquistar los territorios del imperio austrohúngaro. En el asedio a Viena por parte de los turcos, los panaderos vienenses descubrieron que los turcos estaban excavando túneles bajo las murallas de la ciudad por las noches para entrar sin ser vistos.
Esto permitió que Viena derrotara a los turcos, y por este suceso, el rey de Polonia y Lituania, Juan III Sobiesky, encargó a los panaderos hacer unos panecillos con la forma del emblema de los turcos (la media luna) para inmortalizar la victoria.
Más tarde, el croissant empezó a comercializarse, pero solo los ricos podían consumirlo, ya que su precio era elevado por sus ingredientes. Fue hasta el siglo XX cuando los precios del huevo y la mantequilla se hicieron accesibles para la sociedad de nivel medio, y se convirtió en un alimento más de la vida cotidiana.
El croissant es conocido como "cachitos" en Perú, Ecuador y Venezuela; "cruasanes" en España y Colombia; "medialunas" en Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay; y en otros países de América Latina como "cangrejitos"; en México los conocemos como "cuernitos". Los hay dulces o salados, sencillos o rellenos.
El croissant, que en francés quiere decir creciente en el sentido de "cuarto creciente lunar", tiene bastante aceptación debido a su sabor, aroma y textura, ya que puede ser consumido con productos dulces, como el chocolate, o salados como los quesos o el jamón.
Aunque ahora hay numerosas recetas de este bollo de hojaldre, la originaria consta de 8 ingredientes nada más: huevos, harina, leche, mantequilla, agua, azúcar, sal y levadura.
Cabe señalar que esta exquisitez de la bollería nació en Viena, Austria, y no en Francia como se cree, pero el país galo perfeccionó la receta y la hizo propia hasta convertirla en parte de su identidad gastronómica. Fue en París, en el siglo XIX, donde los panaderos locales se inspiraron de la forma del kifli austriaco popularizado por el panadero vienés August Zang, pero usaron una masa hojaldrada fermentada típicamente francesa que se usa también para hacer otras preparaciones como la napolitana.
La receta original del croissant sobrevivió a la invasión otomana al finalizar el siglo XVII. Cuenta la leyenda que el ejército otomano intentaba conquistar los territorios del imperio austrohúngaro. En el asedio a Viena por parte de los turcos, los panaderos vienenses descubrieron que los turcos estaban excavando túneles bajo las murallas de la ciudad por las noches para entrar sin ser vistos.
Esto permitió que Viena derrotara a los turcos, y por este suceso, el rey de Polonia y Lituania, Juan III Sobiesky, encargó a los panaderos hacer unos panecillos con la forma del emblema de los turcos (la media luna) para inmortalizar la victoria.
Más tarde, el croissant empezó a comercializarse, pero solo los ricos podían consumirlo, ya que su precio era elevado por sus ingredientes. Fue hasta el siglo XX cuando los precios del huevo y la mantequilla se hicieron accesibles para la sociedad de nivel medio, y se convirtió en un alimento más de la vida cotidiana.
El croissant es conocido como "cachitos" en Perú, Ecuador y Venezuela; "cruasanes" en España y Colombia; "medialunas" en Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay; y en otros países de América Latina como "cangrejitos"; en México los conocemos como "cuernitos". Los hay dulces o salados, sencillos o rellenos.
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