Cultural Literatura
Abren al público ruinas donde Julio César fue apuñalado
Publicación:20-06-2023
TEMA: #Ruinas romanas
Se cree se cree que los templos estaban dedicados a deidades femeninas y son de los restos mejor conservados de la República romana
Roma, Italia.- Cuatro templos de la antigua Roma, que datan del siglo III a. C., se alzan justo en medio de una de las encrucijadas más concurridas de la ciudad moderna.
Pero hasta el lunes, prácticamente los únicos que veían de cerca los templos eran los gatos que merodeaban por la llamada "Zona Sagrada", al borde del sitio donde fue asesinado Julio César.
Con la ayuda de la financiación de Bulgari, la joyería de lujo, el conjunto de templos ahora puede ser visitado por el público.
Durante décadas, los curiosos tenían que mirar hacia abajo desde las bulliciosas aceras que bordean Largo Argentina (Plaza Argentina) para admirar los templos de abajo. Eso se debe a que, a lo largo de los siglos, la ciudad se había construido, capa por capa, a niveles varios metros por encima del área donde César ideó sus estrategias políticas y luego fue apuñalado fatalmente en el 44 a.
Detrás de dos de los templos hay unos cimientos y parte de un muro que los arqueólogos creen que formaba parte de la Curia de Pompeyo, un gran salón de forma rectangular que albergó temporalmente al Senado romano cuando César fue asesinado.
¿Qué lleva a los arqueólogos a identificar las ruinas como la Curia de Pompeyo? "Lo sabemos con certeza porque se encontraron letrinas a los lados" de la Curia de Pompeyo, y los textos antiguos mencionan las letrinas, dijo Claudio Parisi Presicce, arqueólogo y alto funcionario de patrimonio cultural de Roma.
Los templos surgieron durante la demolición de edificios de la era medieval a fines de la década de 1920, como parte de la campaña del dictador Benito Mussolini para rehacer el paisaje urbano. Una torre en un extremo de Largo Argentina alguna vez remató un palacio medieval.
Los templos se designan A, B, C y D, y se cree que estaban dedicados a deidades femeninas. Uno de los templos, al que se accede por una imponente escalinata de forma circular y con seis columnas sobrevivientes, se cree que fue erigido en honor a Fortuna, diosa del azar asociada a la fertilidad.
En conjunto, los templos constituyen "uno de los restos mejor conservados de la República romana", dijo Parisi Presicce después de que el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, cortara una cinta ceremonial el lunes por la tarde. En un corredor cerca de los templos se exhibe una fotografía en blanco y negro que muestra a Mussolini cortando la cinta en 1929 después de que se mostraran las ruinas excavadas.
También son visibles los adoquines de travertino que el emperador Domiciano había colocado después de que un incendio en el año 80 d. C. devastara una gran parte de Roma, incluida el Área Sagrada.
En exhibición se encuentran algunos de los artefactos encontrados durante la excavación del siglo pasado. Entre ellos se encuentra una colosal cabeza de piedra de una de las deidades honradas en los templos, sin mentón y sin labio inferior. Otro es un fragmento de piedra de un ángel alado de la victoria.
Durante las últimas décadas, una colonia de gatos floreció entre las ruinas. Los felinos holgazaneaban sin ser molestados y los amantes de los gatos podían alimentarlos. El lunes, un gato blanco y negro yacía perezosamente boca arriba sobre el tocón de piedra de lo que alguna vez fue una gloriosa columna.
Bulgari ayudó a pagar la construcción de las pasarelas y la iluminación nocturna. Un alivio para los turistas que pisan con cautela los antiguos adoquines desiguales del Foro Romano. Las pasarelas de madera del Área Sagrada son aptas para sillas de ruedas y cochecitos de bebé. Para aquellos que no pueden bajar las escaleras desde la acera, hay disponible una plataforma elevadora.
La atracción está abierta todos los días excepto los lunes y algunos días festivos importantes, con entradas generales a un precio de 5 euros (5,50 dólares).
Curiosamente, la plaza debe su nombre no al país sudamericano sino al nombre en latín de Estrasburgo, Francia, que fue la sede de un cardenal alemán del siglo XV que vivía cerca y que se desempeñó como maestro de ceremonias de los pontífices, entre ellos Alejandro VI, el Papa Borgia.
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