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Opinión Columna


Peleas navideñas


Publicación:18-12-2019
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“¨[Einstein] entiende tanto de psicología como yo de física,
de modo que tuvimos una conversación muy placentera”


Sigmund Freud


Nuevamente se llegaron las fiestas decembrinas, de Navidad y Fin de Año, así como las tradicionales posadas, preparación para la Natividad, con o sin variaciones de toque y estilo, según aplique; sean de grupos de amigos, deportivas, de trabajo o iglesia. Poco importa ya el motivo para reunirse, inclusive si se es ateo, agnóstico, hereje…El “chiste” es juntarse a festejar, abrir un espacio que rompa la secuencia ya conocida, lo cotidiano y su tedio, y entonces gozar; reunirse con quien uno quiere y ama.


Para los antiguos, las fiestas guardaban un vínculo con lo sagrado, los dioses y la eternidad, con lo inefable; algo de eso fuera de los tiempos irrumpía en el tiempo de los humanos, tocándolo de manera especial, transformándolo.


Cada reunión guarda un significado y contenido elemental y singular para quien participa de ella, la comida y la bebida no ha de faltar, los invitados, la música; algún detalle para compartir, cualquier cosa, quizás algún regalo. “Te traje “un cariñito” -decían las abuelas; un presente espontaneo, por puro gusto o de lista del amigo secreto, con tope de costo económico y lista de opciones a considerar. No vaya a ser que alguien se frustre y no le guste su regalo, para ello se incluye el ticket: “Yo quiero que me regalen…”, “¿A quién le habré tocado yo?”.


Por otro lado, las fiestas de Navidad y Fin de Año, en tanto contexto y reunión con lo inefable, también facilitan -bajo ciertas condiciones- la emergencia de lo no dicho, el conflicto, los reclamos y quejas, la diferencia en su forma más burda, no en sentido estructural, pues el malentendido siempre está presente, es parte de lo humano en tanto ser-que-habla. “¿¡Pues no dijeron que nos veíamos en el café “La Mona Lisa”!? -dicen unos, mientras los otros: “¿¡Por eso, aquí estamos desde hace una hora, en “El café “La Gioconda”?!”. Sino de peleas, insultos, gritos e incluso, en algunos casos lamentables, muertes. Eventos que – narran los encabezados de los diarios del medio día- “manchan” de sangre la que se pensaba debería ser una “Noche de Paz”, “Noche de amor”.


¿Por qué la gente se pelea más durante las fiestas de diciembre y Año Nuevo? Me preguntó alguien hace unos días. Para intentar responder la pregunta, de inicio tendríamos que plantear algo más general ¿Por qué el conflicto? ¿Por qué la gente se pelea? Cuestionamiento que hizo acordarme del ensayo-carta ¿Por qué la guerra? que escribiera Sigmund Freud, a manera de breve epistolario que sostuvo con Albert Einstein en 1932, ambos convocados por la Liga de las Naciones, para reflexionar al respecto de los conflictos bélicos. Que dejamos aquí como lectura sugerida para quien guste.


Retomando el asunto de la pregunta, podríamos decir, de inicio, que durante las fiestas de diciembre y fin de año, “se activan”, en muchos -a diferencia de otras fiestas durante el transcurso del año- recuentos, memorias, familiares y por lo tanto primordiales, digamos, en torno a lo vivido, ese “mucho pasado” que se trae a cuestas de esas fechas, como si existiera una memoria solo para esas fechas, que puede para alguien ser insoportable; así como un futuro incierto que atemoriza, precisamente por no saber cómo inventarlo, cómo vivir aquí un nuevo hoy, un presente nuevo, por lo que se retorna en algunos casos, a un “acogedor” pasado supuestamente ya conocido, que aunque lleno de dolor, un dolor conocido, con una narrativa lista, prêt-à-porter, para usarse como escudo en cualquier momento que se requiera. “Y no se me olvida lo que me hicieron…” cargado de reclamos, de pasar la responsabilidad a alguien más. Porque, veamos, si para muchos es insoportable la navidad y el año nuevo, ¿ello no plantearía ya no asistir a dichas reuniones en vez de asistir “a fuerza”, cual sacrificio vivo y santo, esconderse en los errores de otros?


El pasado retorna, les alcanza y hace de las suyas; vivencias y conflictos que parecían haber prescrito, retoman su frescor, viviéndose a flor de piel gracias al momento y el alcohol, dirigiéndose a otro, un semejante, alguien que, sea que hizo algo o porque no hizo tal o cual cosa, recibe un reclamo actualizado. Por otro lado, es importante diferenciar la queja como muletilla neurótica a la reivindicación justa de un clamor que exige justicia independientemente que haya pasado ya tiempo, como lo plantea Jorge Forbes en su ensayo, Basta de quejas.


Peleas por dinero, por herencias, por la cena, por el lugar de predilección en el corazón de los padres, por terrenos heredados “inteligentemente” de manera oral; alguien declarando que papá o mamá dijeron; peleas por sospechas, por miradas, por quién trajo que cosa; por cosas que sucedieron o no sucedieron ya hace ya tiempo. Cuando alguien quiere pelearse, el pretexto es lo de menos, la chispa puede venir de cualquier lugar. La pregunta de los sesenta y cuatro mil, en caso de querer salir de esa rueda sin fin, es la que nos aporta el psicoanálisis, no ese psicoanálisis intelectualoide, obsesivo, de la predicción del pasado, estilo: “Usted hace tal o cual cosa, porque en su infancia…” sino de la consecuencia, del presente, de la invención del futuro: ¿Cuál será la responsabilidad, la función que cumple para mi tener vigente tal o cual conflicto, tal o cual problema? Como aquella pregunta que dirigiera Freud a su paciente Dora. ¿Cuál será el beneficio que me aportará a mi vida el mantener dicha problemática y guerras justamente en estas fechas de navidad y año nuevo? ¿La angustia personal detrás de todo ese gran alboroto que cada uno arma? ¡Felices fiestas!

camilormz@gmail.com



« Redacción »
Camilo Ramírez Garza


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