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Opinión Columna


¿Ser blanco o ser del color de la tierra?


Publicación:08-06-2019
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“Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, dice el refrán del ilustre neolonés Nemesio García Naranjo

¿Ser o no ser? ¿Del norte o del sur? ¿Anglosajón o latinoamericano? ¿Sueño norteamericano o sueño bolivariano? ¿Aranceles o detener a migrantes? Hechos, dice Trump, el presidente de Estado Unidos; diálogo, ofrece Andrés Manuel, nuestro Presidente.

“Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, dice el refrán del ilustre neolonés Nemesio García Naranjo, acuñado a principios del siglo pasado. Porque desde ese entonces así ha sido nuestra triste y dramática historia, nuestras relaciones diplomáticas con nuestro vecino incómodo.

Hemos lidiado con invasiones, guerras, perdida de nuestro territorio, con un “patrón” que nos contrata como mano de obra barata; con un gigante blanco que, ante el pequeño morenito, nos da auxilio para que no nos ahoguemos y nos puedan seguir explotando. Somos víctimas de una cruel ilusión que nos fomentaron, con la cual fuimos seducidos por medio de Hollywood, la Coca Cola, el fútbol americano, los carros de lujo de la Ford y la Chevrolet, etc. Todo un estilo de vida norteamericano que estaba a nuestro alcance, con sólo firmar un tratado que nos llevaría a la “modernidad”.

Entró en vigor en 1994 con Carlos Salinas de Gortari y poco o nada del sueño se consiguió. Ahora, a petición del señor Tump, se volvió a revisar, se discutió y modificó. El acuerdo, ahora conocido como T-MEC, se firmó por los distintos gobiernos y cuando estaba apunto de reafirmarse en los Congresos de los tres países, México, Estados Unidos y Canadá, el presidente de EU vuelve a cambiar de opinión y quiere imponer a los productos mexicanos una arancel del 5 por ciento y aumentar paulatinamente el gravamen hasta llegar a la 25 por ciento. En ningún escenario político normal se podría concebir esa contradicción; es decir, trabajar años en un acuerdo comercial para eliminar aranceles y que ahora, de un plumazo, por una rabieta, se venga abajo tanto trabajo por parte de los mismos gobiernos.

Pero es Trump, es su reelección, es una cuestión político-electoral, más que una cuestión de justicia y “bienestar” para ambos países. Detrás de esta amenaza de Tump se percibe claramente una manipulación hacia su mismo pueblo; el trasfondo político es introducir temor entre los estadunidenses hacia los migrantes que vienen del sur, a quienes acusa de querer quitar fuentes trabajos, robar y hasta asesinar con tal de lograr sus objetivos. Lo irónico y cruel de este juego perverso es que las caravanas de migrantes, que pide que el gobierno de México detenga, están patrocinadas por el mismo gobierno norteamericano, por medio de asociaciones internacionales de Derechos Humanos.

Entonces al gobierno mexicano lo ponen en esa encrucijada: ¿el norte o el sur? Dar la espalda a nuestros hermanos latinoamericanos, por complacer al anglosajón de Trump y que no nos castigue el “gigante blanco” con aranceles, los cuales nos impidan, por un lado, llegar al ansiado sueño norteamericano, es decir, “Ser” como ellos: poderosos, blancos, bélicos; “o No Ser” lo que somos: soñadores, de piel del color de la tierra, hermanos de los pueblos del sur, de Latinoamérica.

 



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