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Opinión Columna


No todo es malo en la política


Publicación:19-03-2019
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Dentro de esta obscuridad se encuentra un bonito resplandor de esperanza, la de la verdadera vocación de servir al ciudadano,

 

La degradación que ha tenido todo lo relacionado con el ámbito político en los últimos años en nuestro país no es por obra y gracia de nuestro Dios, es el resultado de lo mal que se han hecho las cosas y de la avaricia de muchos funcionarios que fueron electos para un cargo popular, quienes se han embarradp de estiercol las manos al tomar o desviar dinero que no les pertenece.


Aunado a todo este embrollo de bandidos y ladrones se hay también el enorme grado de corrupción, tráfico de influencia y nepotismo que de manera cotidiana podemos enterarnos a través de los diferentes medios de comunicaión y redes sociales que mueatran este mundo gris y cubierto de tranzas y mugrero.


El hábito se hace costumbre y ya nos acoplamos a saber que secretarios de primer nivel o gobernadores se adueñan de miles millones de pesos del pueblo y lo invierten en bienes raices o lo depositan en paraísos fiscales.


Pero dentro de esta obscuridad se encuentra un bonito resplandor de esperanza, la de la verdadera vocación de servir al ciudadano, la de querer a su municipio, estado o país.


Hago referencia a aquellos funcionarios y empleados que laboran en alguna dependencia municipal, estatal o federal que cada mañana salen de su casa con el propósito de atender los problemas y necesidades de la población.


La honestidad no está peleada con la política y sí existen funcionarios íntegros de piés a cabeza y tienen sus manos limpias y su conciencia muy en paz. Mi respeto infinito a todos ellos que desde un mostrador, escritorio o cubículo tienen una cara amable para atender y recibir reclamos y en ocasiones, despechos e insultos.


En cualquier ámbito de la vida ni todo es completamente bueno ni malo en lo absoluto, hay sus excepciones y la política no se haya exenta de esta situación.

Esos funncionarios que andan en la calle tocando casas para convocar juntas con autoridades o los que amablemente recogen la basura de nuestros domicilios. Claro, sin faltar los ejércitos de servicios públicos que corrigen las fallas del alumbrado. También existen elementos de seguridad y vialidad y tránsito que portan con orgullo y valía su uniforme, sí existen y muchos. A todos ellos que mencioné, los de a pié, mi aprecio total.


Obviamente devengan un sueldo por su trabajo, pero su vocación es más grande que su retribución económica.


Es raro que no pase un día sin que un político robe o se corrompa y en cambio, ellos continúan con su labor de hacer honor a los principios de honestidad y honor de comunidad.


Y mientras la clase política de altos niveles en términos generales sigue embarrando los principios de honestidad y lealtad a la población y jefes que les dieron ese nombramiento, en la calle y dependencias burocráticas hay cientos de miles en esparcidos en todo México que día a día pone cada uno su ladrillo de esfuerzo para construir el castillo de la dignidad, honestidad y amor por su nación.


Creo en la política de la buena, creo en todos ellos y se los expreso por medio de estas líneas.


Por un lado, son menos los políticos rateros y corruptos, pero su falta de valores y principios arrasa con todo y deja huella de la mala en la comunidad. Y por otro lado, tenemos a los funcionarios y empleados honestos y con alto valor moral que sí aman a su México y no andan con discursos amorfos y ridículos como los bandidos de cuello blanco.


Adelante, funcionarios y empleados honestos, demuéstrenle al país que también existen cosas buenas en la política.



« Redacción »
Efrén Jiménez Rodríguez

Efrén Jiménez Rodríguez


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